Carlos Guillermo
Cárdenas D.
En el solemne y muy concurrido
acto de la Academia de Mérida con motivo de la juramentación de la nueva junta
directiva presida por el profesor Eleazar Ontiveros Paolini, el presidente
saliente Ricardo Gil Otaiza pronunció conmovedoras palabras cuando expresó
que no venía a dar un discurso sino una despedida. Y es que Ricardo, después de
4 años de intensa labor al frente de la corporación académica, dos periodos
elegidos por unanimidad, la entrega fortalecida y con presencia regional y
nacional.
Gil Otaiza es tal vez el escritor
merideño de la nueva generación, con record de publicaciones de varias decenas
de libros, de una prosa fluida y lectura agradable, que con la virtud de llevar
al lector al tema central que narra con armónica estructura del lenguaje, deja
sentir esa emoción que sólo se tiene cuando se leen grandes obras. La de
Ricardo se puede calificar así. Creo no pecar de inmodesto al afirmar que
estamos frente a un autor de acrisolados dotes de la Mérida y Venezuela actual.
Su obra ya trascendió nuestra línea fronteriza y es acogida de manera favorable
por la crítica literaria.
Una expresión genuina del mundo
universitario ulandino, con profundo sentido de responsabilidad ante la vida y
la historia. Representa la versión actualizada y moderna de los escritores
merideños que descollaron en la primera mitad del siglo pasado.
Le ha escrito a Mérida, a la
Universidad, a sus habitantes, a su entorno y a sus quehaceres. Alguna de sus
biografías ha tenido acogida nacional como la de Don Tulio Febres Cordero.
Universitario a tiempo completo que
con fina pluma, ha elevado el gentilicio de los moradores, para hacer de
ellos, citadinos de la más hermosa ciudad de Venezuela.
Es un hombre dotado de especial
talento. Apasionado por las letras, escritor consumado, profesor emérito de pre
y postgrado de las ciencias farmacéuticas, sensible y humano, sosegado,
ponderado y de trato fino. Es además, un personaje robustecido en las
dificultades y de profunda inspiración por los ideales.
Al concluir el acto académico,
uno de sus miembros se acercó para comentarme, "la academia pierde a un
hombre de grandes virtudes y valores". Le respondí, no lo pierde,
Ricardo nunca se alejará de la Academia, pues aunque su discurso fue de
despedida, podría agregar que la despedida no es más que un simple adiós,
no es más que un hasta luego.
02 de Febrero del 2020
No hay comentarios:
Publicar un comentario