Foto por Katie Moum en Unsplash
Diagnóstico y propuesta en veinte puntos*
Como premisa de las veinte ideas que plantearé, debo
indicar que ellas se inscriben en la lógica de la política, hipotética y
probabilística. No en la de la metafísica parmenídea.
http://revistasic.gumilla.org/2020/donde-estamos-y-hacia-donde-debemos-ir/
1. Estamos en el peor y más difícil momento del Gobierno.
Entre otras razones, porque sus reservas líquidas no alcanzan ni los mil
millones de dólares; porque las reticencias china y rusa cada vez son más
notorias; porque hasta Uruguay, México y Argentina le reculan de a poco; porque
el Foro de Sao Paulo reunido en Caracas es la única empalizada internacional
que les queda a quienes dispusieron de varias murallas como UNASUR, MERCOSUR,
CELAC y ALBA; y, encima, con unas temidas elecciones legislativas a la vuelta
de la esquina.
2. También estamos en el peor y más peligroso momento de
la oposición. Por varias razones, de las cuales solo destacaré la más
importante: no tenemos una oposición, sino cuatro oposiciones. La del G4, hasta
ahora hegemónica, de Primero Justicia, Voluntad Popular, Acción Democrática y
Un Nuevo Tiempo, con posibles fisuras a lo interno y probable posición
abstencionista; la de quienes apuestan por la vía electoral como ruta
estratégica, donde están el Movimiento al Socialismo, Avanzada Progresista,
COPEI y otros grupos; la de quienes abiertamente claman por una salida de
fuerza, como Vente y Alianza Bravo Pueblo; y la de una enorme mayoría
silenciosa del pueblo que está en contra del desgobierno de Maduro, pero que no
se siente interpretada por los tres grupos opositores.
3. El grupo denominado G4 se mantiene amarrado al un,
dos, tres de su catecismo político. No recitan sus líderes cada día lo de
Padre, Hijo y Espíritu Santo, pero sí el: Cese de la Usurpación, Gobierno de
Transición y Elecciones Libres. Y aunque hace mes y medio Guaidó planteó que
iniciaba una fase de diálogos y rectificación, ésta más bien ha devenido en
ratificación de esa fórmula metafísica que no política. Podría haber dicho al
respecto, cáusticamente, el siempre lúcido Teodoro Petkoff, que: “Solo los
estúpidos no cambian de opinión”, o de axioma estratégico.
4. Con esa estrategia de exigir primero el todo, la
salida del Gobierno, el grupo del G4 se mantiene en la lógica extremista de la
polarización, dialéctica que instauró Chávez desde 1998 y que recicló hasta el
final de su vida con la repolarización; estrategia que siempre ha sido útil al
Gobierno y perjudicial a la oposición.
5. La estrategia polarizadora en la que han incurrido los
partidos del G4 ha estado teñida o, más bien, enchumbada de: maximalismo
(Maduro debe aceptar irse antes de negociar lo demás); voluntarismo (Fuerza y
Fe que falta poco); inmediatismo (el de las horas cero y el de “Pronto estaré
en mi despacho de Miraflores”); aventurerismo (mostrado patéticamente sobre el
asfalto de La Carlota el 30 de abril); juridicismo, por engolarse con
grandilocuentes declaratorias de abandono de cargo y de usurpación
presidencial, para finalmente enredarse en los fútiles leguleyismos de disputar
quiénes tuvieron el quórum debido y disponen del acta auténtica.
6. Ha habido mucho ruido este año y pocas nueces. No se
supo valorar la trascendencia, de doble filo, del retorno de los diputados del
PSUV a la Asamblea Nacional. No se supo sacar ventajas. Se incurrió en el berrinche
y la gritadera de la histérica dialéctica polarizadora. No se tuvo astucia. No
se intentó preparar el camino para nombrar por consenso el Comité de
Postulaciones para elegir el CNE. Tanta negligencia solo se explicaría si el G4
tuviese el designio de que, por la previsible comisión legislativa, el nuevo
CNE lo nombre el TSJ; para así poder usar tal hecho como coartada justificativa
de un llamado a la abstención.
7. Quienes están sumergidos en el pozo del radicalismo
inane, no han tenido empacho en dar un portazo, con una misiva anti
diplomática, al reciente intento del Reino de Noruega de explorar si era
posible negociar una salida política con el Gobierno.
8. Pero en la lógica polarizadora el Gobierno, lo
reitero, siempre lleva las de ganar. Así, sus fascistoides grupos de
apaleadores callejeros entraron en juego usando dosis de violencia calculada,
con el fin de estimular la adrenalina opositora y su reacción de forcejear en
las calles y saltar verjas. Despilfarro de coraje y energía física cuya resultante
ha sido la pérdida de la sede de los asambleístas y el camino abierto para la
enésima intromisión del Tribunal Supremo de Justicia en el campo de las
competencias legislativas, para decidir sobre los nombramientos para el CNE.
9. Persistir en tal ilusoria ruta estratégica, en esta
dialéctica confrontativa, en este clima polarizado, solo nos entramparía más en
el callejón sin salida al que una dirigencia política nos ha ido empujando.
10. Por el contrario, afirmo que la ruta de salida es la
electoral. Para asumirla nos asisten al menos cinco razones: 1) es la que todas
las sociedades usan para resolver pacíficamente sus conflictos; 2) es el campo
en el que tenemos ventaja clara, de 80 a 20, sobre el Gobierno; 3) es la que,
desde el 2015 en adelante, rehúye, atrasa, adelanta y enreda el Gobierno porque
en ella se sabe superado; 4) es la que quiere al menos el 70 por ciento de los
venezolanos; 5) es la que constantemente han recomendado los 56 países amigos.
11. Hay que explicarles, para persuadirles, a los que
padecen, al mismo tiempo y sobre el mismo asunto, un doble complejo, que ambos
son infundados. ¿Qué complejos? El de superioridad, que les hace suponer,
panglosianamente, que la oposición siempre ganó todas las elecciones; y el de
inferioridad, que les hace creer, masoquistamente, que en todas las ocasiones
el Gobierno cometió fraude y no fuimos capaces de detectarlo o de impedirlo.
12. Debemos asumir, con realismo político y no con
aspavientos juridicistas, que difícilmente podremos obtener las mejores
condiciones electorales, porque un Gobierno autoritario al extremo y acorralado
no las va a conceder. Pero sí debemos luchar por las condiciones suficientes,
como el cambio de la directiva del CNE y la presencia de una auténtica
observación internacional; ella a sabiendas que, de cada seis venezolanos,
cinco están contra Maduro y su elenco. Por lo tanto, nuestro reto político es
persuadirles de ir a votar.
13. Tenemos que interpretar las necesidades del pueblo.
Pienso que la oferta político-electoral debe centrarse en ejes como: medidas
legislativas para eliminar la hiperinflación; medidas para asegurar el consumo
alimenticio necesario y la adecuada atención médica; y medidas para rescatar
los servicios públicos básicos. Y todo ello envuelto en un llamado dramático y
concreto a la Reconciliación Nacional.
14. Sostengo que hay que hacer visible el propósito de la
Reconciliación y la Unidad Nacional, a través de la presentación al país de un
bloque de los candidatos a diputados (167 principales y sus suplentes). Pienso
que desde la sociedad civil se podría organizar con sindéresis el esfuerzo de
estructurar ese bloque plural en el que estén representados las organizaciones
sociales, los partidos políticos y, muy importantes, los hombres y mujeres
capaces y honestos que fueron o, incluso, son chavecistas, más no maduristas.
Hay que arriesgarse a salir de la rutina de los forcejeos partidistas y armar
ese equipo de candidatos de la Unidad Nacional. Me voy a atrever, aquí y ahora,
a ofrecer un botón de muestra de una treintena de personas que yo incluiría en
ese equipo. Todo ello aclarando que no consulté con ninguna de las que ahora
mencionaré: María Verdeal, Mercedes Malavé, Jesús Torrealba, Ramón Guillermo
Aveledo, Daniel Santolo, Rafael Uzcátegui, Damián Prat, Edgar Zambrano, Oliver
Blanco, Susana Raffalli, Vladimir Villegas, Rubén González, Enrique Márquez,
Luis Fuenmayor Toro, Alfonso Marquina, Luis Augusto Romero, Gerardo Blyde,
Isabel Pereira, Humberto Prado, Edgar Silva, Jorge Botti, Mary Pili Hernández, Maribel
Guédez, Daniel Fermín, Felipe Mujica, Pedro Pablo Fernández, Juan Manuel
Raffalli, Víctor Álvarez, Enrique Ochoa Antich, Alfonso Campos y Johel Orta.
15. El proceso que tenemos por delante será largo y
complicado, pero estoy convencido de que podemos iniciar la Transición hacia la
Democracia, si usamos adecuadamente como nuevo punto de inflexión la
participación y el triunfo en las elecciones legislativas. Esa Transición no
creo que será rápida. Siempre será más lenta que nuestros anhelos. Lo importante
es que no sea reversible. Y, tal vez, deberemos pasar por varias transiciones,
pues ellas se deben dar en los planos político, económico, social y
sociocultural y no será fácil sincronizar tales procesos.
16. Algo sí tengo muy claro: el marco para retornar a la
democracia y la plataforma común en la que podemos y debemos coexistir los
venezolanos de todas las tendencias está en el respeto a la Constitución de
1999.
17. Es cierto que en esta lucha tan desigual contra un
Gobierno autoritario al extremo, es necesario recabar apoyos internos y
externos que, mientras más sean, mejor. Pero juzgo inconveniente que se genere
una dependencia política e ideológica hacia el gobierno de una potencia como
los Estados Unidos y, en particular, hacia un mandatario tan cuestionable y
errático como Donald Trump.
18. Para iniciar la Transición y para darle estabilidad a
un régimen democrático, convendrá tener una nueva relación con el mundo
militar. No de desprecio. No de sometimiento. No de sonsacamiento. En este
terreno, creo que tenemos un enorme déficit que saldar. Porque los militares
son parte central de nuestro problema. Y también, por lo tanto, deben ser
elemento indispensable para su solución progresiva. Al respecto, la oposición
democrática y soberanista debe dejar de mirar al Comando Sur y mirar con más
perspicacia a Fuerte Tiuna.
19. Debo insistir en que la Transición hacia la
Democracia debe ser una etapa en la que se produzcan, progresivamente, varios
cambios, de los que enuncio algunos: recuperar la autonomía de los poderes
públicos; respetar las reglas del Estado de Derecho; parar en seco la
hiperinflación y rescatar la capacidad adquisitiva de los ingresos; iniciar la
recuperación de la producción y refinación del petróleo; comenzar con firmeza
la despolarización y la reconciliación de los venezolanos. Al respecto, hay que
aislar a aquellos insensatos que pretenden desplegar una orgía de venganzas a
la salida de Maduro. Nuestra lógica debe ser: vendettas y represiones no;
justicia y reconciliación sí.
20. Pienso que cualquier empeño por desahogar odios y
resentimientos a través de persecuciones a los chavecistas no solo demoraría la
consecución de la democracia, sino podría provocar un grave retroceso, tal cual
ocurrió con aquel alocado gobierno que solo duró 47 horas en abril del 2002.
Tampoco sería correcto tratar de quemar etapas, de adelantar, a troche y moche,
el futuro que se anhela; pues de los inmediatismos y maximalismos lo que suele
sobrevenir es el fracaso y las involuciones.
*Exposición realizada por Leonardo Carvajal como ponente
en el foro “Análisis de la coyuntura política y estrategia de los sectores
democráticos”, organizado por la Dirección Nacional del MAS, con ocasión de la
celebración del 49 aniversario de este partido, el 20 de enero del 2020, en el
hotel President de Caracas.
Revistasic
02 de Febrero del 2020
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