La Academia de Ciencias
Económicas envió una carta al presidente de la republica Nicolás Maduro en la
cual presenta un diagnóstico de la crítica situación de la economía venezolana.
Para realizar el diagnostico, los economistas utilizaron las cifras del propio
gobierno contenidas en un informe gubernamental enviado a la Security Exchange
Commision (Comisión de Bolsas y Valores de los Estados Unidos). El informe se
extiende hasta el año 2016 pero los economistas hicieron una proyección hasta
el 2017 basados en otras fuentes.
De la información
gubernamental se deduce que la economía está en el suelo postrada por el
excesivo crecimiento de la emisión de dinero y la liquidez, una inflación fuera
de control, caída en las reservas internacionales y la producción de petróleo,
políticas de controles que han lesionado la producción y los servicios,
contracción de la inversión y un elevado déficit fiscal.
En este contexto se ha
producido, durante el gobierno de Maduro, una fuerte contracción
del consumo por habitante la cual se estima en 32,1%, hay una situación de
hambre creciente, problemas para conseguir alimentos y medicinas, malnutrición,
es decir, el venezolano enfrenta una situación trágica. Según
Humberto García Larralde, Presidente de la Academia, la intención de la carta
es poner en evidencia que el gobierno y el presidente conocen la situación y no
pueden argumentar que desconocen su propio diagnostico, escabullendo el
problema diciendo que se trata de una guerra económica.
En torno a la economía de
controles, de regulaciones y de precios diferenciales del tipo de cambio,
García Larralde plantea que se han conformado poderosos intereses que están
atrincherados en los nodos de decisión del Estado y no les interesa que se
desmantelen las políticas de controles. Las enormes diferencias entre el
tipo de cambio del Sistema de Divisas Protegidas (Dipro) y el del mercado
paralelo es muy grande. Debido a ello, quienes tienen el monopolio de la
importación de alimentos, los militares, enfrentan la gigantesca tentación de
usar los dólares preferenciales para venderlos en el mercado paralelo.
También los militares tienen
la función de custodiar la frontera donde el negocio de revender la gasolina,
que en Venezuela cuesta 1 centavo de dólar y en Colombia más de 1 dólar, arroja
pingues ganancias a los intermediarios. También la distribución de
alimentos regulados, cuya responsabilidad está en manos de los militares y
otros funcionarios, se presta a la reventa a precios de mercado que
sobrepasan varias veces su precio regulado.
Todos estos negocios son
amparados por la falta de transparencia y la rendición de cuentas, pues los
organismos que deben cumplir esta función como la Asamblea Nacional, han sido
acorralados por el gobierno, lo que le impide cumplir con su papel como
contralor de la gestión gubernamental. El gobierno y el presidente
están conscientes de la crítica situación que enfrenta la población, no
toman decisiones pues esto afectaría los poderosos intereses de los
diversos grupos que se han beneficiado de la economía de controles, en particular
los militares.
Las afirmaciones de Larralde
confirman lo que hemos sostenido en un artículo previo donde señalamos
que el socialismo venezolano ha derivado en un capitalismo de amiguetes, al
igual que el socialismo ruso. El capitalismo de amiguetes describe una economía
en la cual el éxito en los negocios depende de la conexión con los funcionarios
gubernamentales. Este tipo de economía se asocia fundamentalmente con gobiernos
intervencionistas y autoritarios muy frecuentes en las economías petroleras.
Este término fue utilizado por el afamado premio nobel de economía Paul
Krugman, para describir a la Rusia de Vladimir Putin como un caso extremo de
capitalismo de amiguetes, la cual constituye una cleptocracia donde los leales
al régimen consiguen apropiarse de sumas en masa para su uso personal.
Krugman describe el
entramado de corrupción que se desarrolló en torno a Vladimir Putin, con motivo
de la contratación de la deuda externa rusa; la cual fue adquirida por entes
privados que derivaron el monto del endeudamiento hacia el exterior de Rusia,
invirtiéndolo en negocios inmobiliarios alrededor del planeta. Al
final, el gobierno de Putin reconoció la deuda como propia y puso a los rusos a
sufrir las angustias derivadas de su pago, sin haberse beneficiado en ningún
momento de las inversiones asociadas a la misma (ver Capitalismo de amiguetes y
crisis humanitaria. Digalo Ahí, 29 junio, 2016)).
Las bases del capitalismo de
amiguetes en su versión venezolana las creó Hugo Chávez, quien, como lo ha
señalado apropiadamente el historiador mexicano Enrique Krauze en su libro “El
poder y el delirio”, no diferenciaba entre lo que era parte de su patrimonio
personal y el del Estado venezolano. Dispuso de los bienes públicos como si se
tratara de su peculio personal, creando alrededor de su figura un entramado de
corrupción, que se extendió al manejo de la deuda, al sistema de control de
cambio, a la importación y distribución de alimentos, al control de precios… y
pare usted de contar. En este tinglado, los abnegados militares que lo
acompañaron en su gesta revolucionaria ocuparon posiciones privilegiadas, dando
lugar a uno de los más escandalosos procesos de corrupción que ha
conocido el país.
Al lado de los militares,
otros grupos se integraron con el tiempo a este tinglado de complicidad y
corrupción, entre ellos comprometidos grupos de ultraizquierda como la Liga
Socialista, Patria Para Todos y el Partido Comunista de Venezuela, quienes han
visto así recompensada su larga vigilia por los intereses de la patria.
A su fallecimiento, Hugo
Chávez pasó la titularidad de la gestoría del entramado a Nicolás Maduro, quien
con menos recursos que el prócer de Sabaneta ha tratado de prolongar las
políticas de controles y regulación de su predecesor, sin alterar los rasgos
fundamentales de la estructura que sostiene al gobierno bolivariano, en
particular lo relacionado con el privilegiado rol de los militares en el mismo.
La torpe gestión de Maduro
ha llevado al país a una encrucijada que demanda el desmantelamiento de las
políticas de controles, sin embargo, como lo ha afirmado García Larralde, esta
decisión conspiraría contra los intereses de los amiguetes del régimen que se
benefician de la economía de controles, entre ellos los militares, lo cual
impide una solución a la crisis económica que atravesamos desde hace varios
años.
Nota: la información sobre
la carta de la Academia de Ciencias Económicas y los planteamientos de García
Larralde son tomados de una entrevista que le hicieran en un programa de CNN
Dinero de mediados de enero de este año.
Profesor UCV
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