En Santo Domingo el gobierno hundió la posibilidad de
elecciones libres y mantuvo la operación para quedarse en Miraflores por
cualquier medio. Ese intento producirá más hambre, muerte, destrucción y ruina.
Todos pagaremos con sangre y calamidades el bloqueo de unas elecciones
democráticas, a menos que el 22 de abril irrumpa masivamente el país descontento.
Llamar ahora a la abstención es apartarse del sentido
que tuvo no avalar las ventajistas condiciones oficialistas. Pero rechazarlas
no conduce automáticamente a suponer, contra evidencias, que abstención tumbe
dictaduras, ni a ignorar – también contra ellas – que la trampa oculta del
gobierno es lograr convertir la mayoritaria oposición social en minoría
electoral. No votar ayuda a ese plan.
Algunos sectores opositores argumentan de buena fe que
votar es legitimar. Pero ese no es un criterio suficiente. Nuestra abstención
no evitó que se eligiera la Asamblea Constituyente ni que funcionara como
una realidad. Las dictaduras no se legitiman en el voto, sino en las armas, los
tribunales y la minoría que manda autocráticamente.. ¿Incurriremos en esa confusión
en las elecciones presidenciales?
No votar, especialmente sin día después, es una entrega
voluntaria del país a la dictadura. El imperativo moral de la oposición es
crear condiciones y sumar fuerzas para rescatar la democracia y salvar al país
del hambre. Votar es una acción de enfrentamiento, de lucha, de rebeldía
y deslegitimación. ¿Quedarse en casa que es?
Las encuestas indican que el 70 % de la población
quiere votar y en su mayoría rechazará el modelo y la gestión de este gobierno.
¿A nombre de cual objetivo pueden las fuerzas opositoras, en medio de enfermos
y sectores populares luchando por vivir, llamarlos a que rindan su derecho al
voto, en vez de trabajar por aumentar este porcentaje, elevar su
participación activa y preparar al país para derrotar la trampa y ganarle al
fraude?
Los hoy abstencionistas son necesarios y hay que
oírlos, persuadirlos. Favorecer que expresen sus puntos de vista sin
descalificar a quienes consideran que el gobierno no es invencible. Su propia
base popular, recibiendo bonos a costa de humillaciones, quiere ejercer el voto
castigo y en su rebeldía ofrece un punto de encuentro entre fuerzas que han
sido el sostén de los dos polos que se han enfrentado inútilmente estos años.
El madurismo es la forma inhumana, ilegal y
violenta de ejercer el poder. Maduro no expresa a todo el chavismo y al borde
del precipicio, pretende arrastrar tras de si a toda la sociedad. Maduro,
debilitado internamente y aislado internacionalmente se agarrará de la
abstención para manotear duro a los opositores, aumentar la desmoralización y
perpetrar su fraude con menores costos.
Participar en estas elecciones será un desafío
complicado para la MUD y las fuerzas democráticas fuera de ella. Si alcanza el
primer milagro, seleccionar un candidato unitario, debe rodearlo del mayor
respaldo de partidos, instituciones y organizaciones de la sociedad civil. Y
mostrar mucha amplitud, más conexión popular y más ganas de actuar para
ganar.
@garciasim
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