lunes, 12 de febrero de 2018

En Mérida: naranjas y mandarinas en un nuevo renacer político - Ramón Márquez


La historia que se atrinchera en el anti-dogma y la libertad en una década de asaltos a la razón y batacazos al sentido de lo común, es una historia de guirnaldas que se desteje en avanzada boreal por los caminos de la creatividad y el humanismo visionario. A sus 47 años, el MAS es una organización en movimiento que ha hecho de la política el arte de la pluralidad crítica, de la disidencia con libros del fundamento y con el ojo puesto en aquello que desde hace mucho tiempo se elucubró en volandas pero que, como experiencia de política partidista, con el MAS hubo de hacerse valor supremo: la “libertad de conciencia”.


Son 47 años de tanteos y diferencias, y el horizonte pinta de naranja las  esperanzas. En medio de esta tibia resolana, que para muchos ya es la tarde pesada y umbrosa,  este movimiento de renovación constante en la política venezolana, tiene ante sí un horizonte prometedor. En las últimas elecciones municipales el MAS de Mérida irrumpe al escenario con un alto apoyo popular. No hay estampida, no hay la desbancada. Los nuevos retos no son de libreto sino de creación, y en esto el MAS tiene una estela de consagrada primavera.  La renovación de sus autoridades regionales y locales o de su nuevo liderazgo nacional, hacen ver que este movimiento no cree en los sueños de laureles. El movimiento ahora es hacia la democracia en su más amplio sentido,  libre de adjetivos feudalescos y castradores, y abierta a la pluralidad de  esta  nueva ciudadanía que crece con el ímpetu de otras voluntades, otros pareceres y razones. En buena hora.

La nueva Junta  Directiva, electa por consenso para dirigir los destinos del MAS en el Edo. Mérida, encabezada por Esteban Torrealba como secretario general y vicepresidente nacional; Homero Lobo, presidente regional; José Rojas López, primer vicepresidente regional; Pedro Velásquez, segundo vicepresidente; Edgardo Briñez, secretario general adjunto; Frank Tovar, subsecretario regional y miembro principal de la dirección nacional, debe trazar desde ya los nuevos retos. Cuentan para ello con las necesarias alianzas  de análisis, cooperación y concertación que han de ser pilares en la honrosa tarea de rescatar el fuero y la ética ligada al rigor institucional. Ahí está la Universidad de Los Andes (ULA)  con sus tantas almas frescas que estudian para quedarse. Pero también tiene como aliada política la gestión social que debe adelantarse desde la Gobernación del Estado y la Alcaldía del Municipio Libertador. Son tres anclas que unidas a la experiencia y al halo creativo de esa genética naranja, pueden saltar al escenario nacional como un impulso de ejemplo y motivación.

elsilabeante@gmail.com

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