La historia que se
atrinchera en el anti-dogma y la libertad en una década de asaltos a la razón y
batacazos al sentido de lo común, es una historia de guirnaldas que se desteje
en avanzada boreal por los caminos de la creatividad y el humanismo visionario.
A sus 47 años, el MAS es una organización en movimiento que ha hecho de la
política el arte de la pluralidad crítica, de la disidencia con libros del fundamento
y con el ojo puesto en aquello que desde hace mucho tiempo se elucubró en
volandas pero que, como experiencia de política partidista, con el MAS hubo de
hacerse valor supremo: la “libertad de conciencia”.
Son 47 años de tanteos y
diferencias, y el horizonte pinta de naranja las esperanzas. En medio de esta tibia resolana,
que para muchos ya es la tarde pesada y umbrosa, este movimiento de renovación constante en la
política venezolana, tiene ante sí un horizonte prometedor. En las últimas
elecciones municipales el MAS de Mérida irrumpe al escenario con un alto apoyo
popular. No hay estampida, no hay la desbancada. Los nuevos retos no son de
libreto sino de creación, y en esto el MAS tiene una estela de consagrada
primavera. La renovación de sus autoridades
regionales y locales o de su nuevo liderazgo nacional, hacen ver que este
movimiento no cree en los sueños de laureles. El movimiento ahora es hacia la
democracia en su más amplio sentido,
libre de adjetivos feudalescos y castradores, y abierta a la pluralidad
de esta
nueva ciudadanía que crece con el ímpetu de otras voluntades, otros pareceres
y razones. En buena hora.
La nueva Junta Directiva, electa por consenso para dirigir
los destinos del MAS en el Edo. Mérida, encabezada por Esteban Torrealba como
secretario general y vicepresidente nacional; Homero Lobo, presidente regional;
José Rojas López, primer vicepresidente regional; Pedro Velásquez, segundo
vicepresidente; Edgardo Briñez, secretario general adjunto; Frank Tovar,
subsecretario regional y miembro principal de la dirección nacional, debe
trazar desde ya los nuevos retos. Cuentan para ello con las necesarias
alianzas de análisis, cooperación y
concertación que han de ser pilares en la honrosa tarea de rescatar el fuero y
la ética ligada al rigor institucional. Ahí está la Universidad de Los Andes
(ULA) con sus tantas almas frescas que
estudian para quedarse. Pero también tiene como aliada política la gestión social
que debe adelantarse desde la Gobernación del Estado y la Alcaldía del Municipio
Libertador. Son tres anclas que unidas a la experiencia y al halo creativo de
esa genética naranja, pueden saltar al escenario nacional como un impulso de
ejemplo y motivación.
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