Es evidente que, algunos “próceres” de
moda, aprendieron política en una escuela rural y muy mala. Las destrezas y los
talentos tienden a confundirse. El país ávido –con toda razón- de
liderazgos, trata con frecuencia de encontrarlos donde no existen, es
comprensible, pero es muy peligroso, porque esos endiosamientos irreflexivos
crean nuevas amenazas, no nuevos líderes.
Si ocurre con personajes muy jóvenes,
lo que es mucho más grave por el tiempo de “rodaje” que suponemos les queda,
pueden creerse “hechos” cuando apenas están pintones, se achantan, no se
preparan para esta carrera sin fin que es la política y juran que se las saben
todas. Se pasman, se malogran. Se engolosinan con los halagos o con cargos o
posiciones para los cuales aún no tienen la madurez y la experiencia
necesarios, se pierden para el país y para sí mismos.
Don Antonio Machado, el gran poeta y
filósofo sevillano, dice en un libro profundamente filosófico, pero disfrazado
de ligero, “Juan de Mairena”, que aquellas personas que están siempre de
regreso de todo es porque no han ido nunca a ninguna parte “…
porque ya es mucho ir y volver, nadie ha vuelto”, son los mismos
que, venezolanamente, antes de que se les pueda literalmente hablar, responden
con vacua suficiencia: “…no chico, de esa cabuya yo tengo un rollo”. Y allí se
quedan, rodeados de enanos mentales, que le alimentan su pigmea megalomanía. Nadie
que tenga el atrevimiento de pensar, les resulta cómodo.
Pero no crecen, creen que lo hacen, por
que los corifeos que los rodean se hacen cada día más chicos… Si el recién
ungido héroe es viejo, también es muy grave, porque así lleven lustros de
fracasos continuados y agravados, así el repentino e inmerecido triunfo no se
deba precisamente a ellos sino a los desafueros o torpezas del contrario y casi
se haya alcanzado a pesar de ellos, se sienten como si hubiesen recibido una
absolución plenaria, resplandecientes de pureza y gloria, casi levitan en lugar
de caminar. Y pueden hacer y hacerse mucho daño.
La hora que está viviendo Venezuela da
muy poco margen de maniobra, la situación es lábil, fragilísima, un error por
acción u omisión puede sellar la suerte de la República y desde luego entre las
acciones y las más peligrosas están las palabras. Así, leo esta mañana una
andanada, supurada de indignación, del presidente del Parlamento en contra de
aquellos jerarcas del régimen que a cambio de protección han abandonado el país
y emulando al gran napolitano Enrico Caruso se han dedicado con afán al bel
canto en las plateas imperiales. ¿Es una denuncia? Contra quienes ¿
contra aquellos que dan armas a aliados de circunstancias en este drama nuestro
de hoy?
La delación es una actividad que
personalmente me repugna y entiendo perfectamente que les produzca similar
reacción a otros, pero en esta circunstancia todo lo que debilite al régimen es
bueno, que se entre-devoren me parece muy bien, cómplices
son quienes teniendo una holgada mayoría parlamentaria no la utilizan haciendo
cálculos (?) muy aventurados para un futuro que su inconsistencia pone en
peligro.
Desde luego, uno es libre de juzgar -en su fuero interno- la "condición humana" y no me gustan los que lo hacen, pero menos aún me gustan los que nos gobiernan, Existe el refrán de que la lucha hace extraños compañeros de cama, veces hay que el pañuelo en la nariz romuliano es indispensable.
Es, en cierta forma, lo que me ocurre
con el artículo 233 constitucional, profesionalmente me parece una ligereza
-por no decir un disparate- que una mayoría simple permita declarar la ausencia
absoluta del presidente y abrir ex-lege su sustitución, sin la participación de
ningún otro poder del Estado, ni siquiera una mayoría calificada, me
imagino que en el delirio triunfalista de 1999 se les pasó por alto. Lo que
fuere es irrelevante, lo cierto es que existe, tiene plena vigencia, está ahí.
Frente a un régimen de forajidos como
el actual, no utilizarlo es un crimen. Que reventará la pústula, no me cabe
duda y eso es indispensable, sin ruptura no hay salida, provocarla cuando el
respaldo popular al gobierno es bajísimo y la opinión pública internacional nos
favorece es el mejor de los escenarios posibles "para hacer la tortilla,
hay que romper los huevos" (claro, también hay que tenerlos, no están
fáciles de conseguir).
Toda salida consensuada con unos
delincuentes es mala, como todo "diálogo" con tahúres y
mitómanos es jugar con baraja marcada, es inútil y es regalarles un tiempo que
nos puede ser fatal, yo entiendo que la Iglesia, por ejemplo, no puede evitar
invitar a hacerlo, sus principios esenciales la obligan, pero ¿creerá en su
posibilidad real una jerarquía de hombres muy inteligentes, como los que la
integran? Y nosotros no somos -al menos yo- carmelitas descalzas sino políticos
obligados a rescatar un país que ha costado mucha sangre y merece un destino
mejor
La imagen de la oposición en el
exterior no es brillante, y cada día que pasa -sin que nada importante ocurra-
tiende a debilitars, Yo recibo constantes comentarios al respecto, desde
distintas latitudes. Lo que ocurre es que la del gobierno es infinitamente
peor ¿Cuánto puede durar esta situación? sin que Venezuela sea
considerada un bodrio, un caso perdido y se desentiendan de ella? No lo sé
y me preocupa enormemente...
Alfredo Coronil Hartmann
@alfredo43
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