Días atrás supimos de una carta privada que el papa Francisco le envió a
Nicolás Maduro. Siendo privada no se sabe su contenido. Pero, conociendo de
sobra las preocupaciones del papa por la tragedia que atraviesa Venezuela, no
hay que ser demasiado suspicaz para sospechar que la carta ha de contener
recomendaciones y observaciones muy puntuales, seguramente de gravedad. Tanto
que el papa prefiere no hacerlas públicas. Nicolás Maduro no ha hecho ningún
comentario al respecto, ni siquiera ha acusado recibo de la carta.
Pero la situación es tan grave que, dado el silencio del presidente, el
nuevo paso del papa es enviar a su canciller. Informa El Nacional: “Canciller del Vaticano vendrá a Venezuela para enterarse de la crisis
que vive el país. Monseñor Paul Richard Gallagher, secretario del Vaticano para
las Relaciones con los Estados, tiene previsto viajar a Caracas. El secretario
seneral de la Santa Sede, Pietro Parolin –que, recordemos, conoce muy bien
nuestra situación porque fue nuncio apostólico en Caracas durante largos años
de chavismo– informó que vendrá en los próximos días. “Será una ocasión para
cualquier coloquio”. Fíjense que no hay una agenda prevista. “La Nunciatura
Apostólica de Venezuela y monseñor Diego Padrón, presidente de la Conferencia
Episcopal, confirmaron la visita aunque no determinaron la fecha”. Y, por si
fuera poco, el actual nuncio apostólico, Aldo Giordano, considera que “es necesario
que los factores políticos le den prioridad al bien común”.
Resumamos. El papa está preocupado. El papa ve de mucha gravedad lo que
está ocurriendo en Venezuela. El papa incluye a Venezuela en sus
oraciones Urbi et Orbi, el Domingo de Resurrección. El papa envía
una carta privada a Nicolás Maduro. Este ni se da por enterado de la carta.
Dado que no hay reacción alguna por parte del gobierno, el papa decide mandar a
su canciller. Veremos qué ocurre.
Y, hablando de cancilleres, la señora Delcy Rodríguez hizo el papelón de
la década en la reunión extraordinaria en la sede de la OEA. Ya Jesús Chúo
Torrealba calificó como ridícula la actuación que tuvo, donde ella pregonó que
en Venezuela todo es un paraíso, que claro que hay comida, y, para remate, asumiendo
que todos los venezolanos somos imbéciles, proclamó que hay pruebas
fotográficas. (¿Qué es una prueba fotográfica en tiempos del photoshop, Delcy
Rodríguez, frente a interminables colas diarias en todo el territorio
nacional?) Y, como era de esperarse, cayeron muy mal sus palabras. Ya Ramón
Piñango, en el programa de radio, había dicho que ese tipo de declaraciones
–que tenemos comida como para alimentar a tres países–, solo causan mayor ira
en los venezolanos. Lo hemos comentado en otras oportunidades: el gobierno no
solo tiene una camisa de fuerza absurda por su ceguera ideológica, sino que
también sus altos funcionarios son extraordinariamente incompetentes para las
labores que están ejerciendo. Es el caso de Delcy Rodríguez, es el caso del
general Luis Motta Domínguez, que ya no sabe si bucear o volar para entender
cómo está el nivel del Guri. Y, en este rosario de incompetentes, hay que
incluir, por supuesto, a Tibisay Lucena.
Hoy, lunes 9
de mayo, es un día crucial. Hoy la señora Lucena tiene que dar un dictamen
sobre el tema de las firmas. Dice la señora Lucena que ya han verificado
–estudiado, analizado– 1.567.310 firmas. ¿Señora Lucena, a usted se le olvidó
que lo único que usted tiene que revisar es el 1%, es decir, 196.000 firmas?
Otra que cree que somos imbéciles.
CÉSAR MIGUEL RONDÓN10 DE MAYO 2016 - 12:01 AM EL NACIONAL
No hay comentarios:
Publicar un comentario