martes, 8 de marzo de 2016

Día Internacional de la Mujer: 8 de marzo - tres reportajes de El Pais


La efeméride, que reivindica la igualdad de derechos, se conmemora en muchos países y ha variado su momento en el calendario

La tradición de conmemorar un día para reivindicar la igualdad de derechos de la mujer es centenaria. Hoy, 8 de marzo, se celebra el Día Internacional de la Mujer en la mayoría de los países. Sin embargo, hasta llegar a esta fecha se ha transitado mucho. Por el camino, la efeméride ha evolucionado, ha cambiado de fecha y ha perdido la palabra ‘trabajadora’ de su cabecera, que surgió con su espíritu y concepción sindicalista. El 8 de marzo -declarado oficialmente por la ONU en 1975- se reivindica a todas las mujeres y la igualdad completa de derechos. Y este 2016 todavía hay poco que celebrar, pero mucho que reclamar: el fin de la discriminacion, que se erradiquen las violencias machistas, que se alcance la igualdad salarial, la universalización de los cuidados, la libre elección...

La idea de un día internacional de la mujer surgió a finales del siglo XIX, pero fueron distintos sucesos en el siglo XX los que han derivado en la conmemoración que conocemos hoy. Uno de ellos, quizá el más simbólico pero no el único, se produjo el 25 de marzo de 1911, cuando unas 149 personas, la mayoría mujeres murieron en el incendio de la fábrica Triangle Shirtwaist de Nueva York. El suceso reveló las penosas condiciones en las que trabajaban las mujeres, muchas de ellas inmigrantes y muy pobres. El suceso no fue único –hubo otro incendio en circunstancias similares tres años antes—pero suscitó grandes movilizaciones y marcó en el calendario un día que ya se había empezado a conmemorar dos años antes también en la ciudad de Nueva York, donde las Mujeres Socialistas –tras una declaración del partido en Estados Unidos-- conmemoraron por primera vez el Día Nacional de la Mujer. Era el 28 de febrero de 1909 y más de 15.000 mujeres salieron a la calle para reivindicar mejores salarios, reducción de la jornada laboral y el derecho al voto.

En 1910, la Internacional Socialista proclamó el Día Internacional de la Mujerpara reivindicar el sufragio femenino, la no discriminación laboral, el acceso a la educación, y otros derechos fundamentales. La conferencia no decidió un día concreto pero fue decisiva: el día empezó a conmemorarse al año siguiente. Alemania, Austria, Dinamarca y Suiza lo celebraron el 19 de marzo con mítines a los que asistieron más de un millón de personas, la inmensa mayoría, mujeres.
De Estados Unidos y Centroeuropa, la conmemoración reivindicativa empezó a extenderse a otras zonas. El último febrero de 1913, las mujeres rusas celebraron el Día Internacional de la Mujer que en otros países comenzaba a señalarse el 8 de marzo. Cuatro años después, en 1917, como reacción a la muerte de más de dos millones de soldados en la guerra, las rusas convocaron una huelga para ese último domingo de febrero. Las protestas y manifestaciones que iniciaron ese 23 de febrero –8 de marzo en el calendario gregoriano usado en otros países-- condujeron a una movilización general que provocó la abdicación del Zar y condujeron a un Gobierno provisional que les concedió el derecho al voto.

Con el paso de los años, se fueron incorporando otros países -China, en 1922, por ejemplo- y mujeres de todo tipo de realidades hasta que el 8 de marzo se ha convertido en un momento de confluencia para reivindicar la igualdad de derechos para todas y recordar que aún no se han alcanzado

Madrid 8 MAR 2016 - 12:30 CET EL PAIS
Doodle dedicado al Día Internacional de la Mujer. Google
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Día de la Mujer en Colombia, ¿hay algo que celebrar?
La brecha salarial, la violencia de género o un imaginario colectivo aún muy machista son algunos de los osbtáculos hacia la igualdad

Bogotá 8 MAR 2016 - 08:31 CET EL PAIS

Mujeres de la etnia embera. F. Cabarcas (UNFPA)
El 8 de marzo se celebra el Día de la Mujer para reclamar que la igualdad sea una realidad laboral, económica, cultural y social. El camino para alcanzar la equidad de género en países como Colombia es largo y pedregoso. Sobre todo si se tiene en cuenta que está a la cabeza en el número de víctimas por violencia de género en América Latina. Aunque la situación de las mujeres está lejos de la igualdad, el país consiguió escalar 11 puestos (del 53 al 42) en el Índice de Brecha Global de Género de 2015, publicado por el Foro Económico Mundial y que mide la disparidad que se da entre mujeres y hombres en 145 países en materia de salud, educación, economía y política.
Estos son algunos de los obstáculos que cada día tienen que sortear las mujeres colombianas para intentar equipararse a sus pares masculinos.
Violencia contra las mujeres

Cada día cuatro mujeres son asesinadas en Colombia (en zonas urbanas y rurales), según un informe del Instituto Nacional de Medicina Legal y Ciencias Forenses que comprende el período de 2009 a 2014. La mayoría tenía entre 20 y 24 años. El 44,48% eran solteras y el mayor número de asesinatos se produjeron los fines de semana. Otro estudio de la Dirección de Investigación Criminal concluyó que 2015 fue el año en el que más situaciones de violencia intrafamiliar se presentaron en la última década, con un aumento del 36% respecto al período anterior. La Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL) situó a Colombia a la cabeza de estos asesinatos en su último informe de 2014.
Los datos reflejan categorías diferentes, no hay un estudio único que dé cuenta la violencia de género en el país. La ley 1257 de 2008 se divide en tipologías según el daño causado a la víctima: violencias físicas, psicológicas, sexuales y patrimoniales. Por eso, cuando se contabilizan los crímenes intrafamiliares hay que distinguir entre distintos miembros. Las mujeres son las más golpeadas según esta medición. La guerra que el Estado y las FARC mantienen desde hace 50 años es otro de los condicionantes para que Colombia sea uno de los países de la región con mayor número de víctimas femeninas.
El feminicidio como excepción

Colombia es uno de los tres Estados de América Latina que ha construido una agravante legal para el homicidio con Argentina y Venezuela, según la CEPAL. Laley Rosa Elvira de 2015, promovida tras la violación, tortura y asesinato en mayo de 2012 de una joven en un parque de Bogotá, tipificó por primera vez el feminicidio como un delito autónomo. Se estableció entonces que quien mate a una mujer por su género pagará penas de hasta 50 años de cárcel. Una normativa que fortaleció la ley de 2008, hasta el momento la única que defendía la vida de las mujeres. El pasado septiembre, un hombre de 28 años fue el primer condenado a 20 años de prisión según esta ley.

La brecha salarial
Por cada ocho mujeres con estudios superiores en Colombia hay siete hombres que han alcanzado el mismo nivel educativo. Sin embargo, “sorprende que un país en el que las mujeres son más educadas, estas estén subrepresentadas en el sector laboral”, explicó Fabrizio Hochschild, coordinador en Colombia del programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) cuando presentó elinforme sobre Desarrollo Humano 2015. El análisis advierte que la tasa de desempleo entre las mujeres es del 11,6%, casi el doble que entre los hombres (6,6%). Además, reseña que la participación femenina en el mercado laboral es del 55,8%, mientras que los hombres representan el 79,7%.

Como ejemplo de esta brecha, solo el 20,9% de los escaños parlamentarios están ocupados por mujeres. La diferencia salarial no impide que el 53,1% de los cargos directivos estén ocupados por personal femenino. El país ocupa el segundo lugar a nivel mundial tras Jamaica según el estudio Women in Business and Management: Gaining Momentum, de la Organización Mundial del Trabajo.

La pobreza, el origen rural, la raza y la etnia
Las mujeres desempleadas que viven en zonas rurales y forman parte de comunidades indígenas o afrodescendientes representan la población más vulnerable en el que está considerado uno de los países más desiguales del mundo según indicadores internacionales como el índice Gini del Banco Mundial.

Los últimos datos del Censo Nacional Agropecuario arrojan que en cerca del 60% del área rural, los hombres toman las decisiones de producción sobre la tierra. Las mujeres campesinas tienen menor acceso a la maquinaria, el crédito y la asistencia técnica. Aquellas responsables de su unidad productiva declararon que la tierra era propia en el 73,7% de los casos, frente al 75,1% de los hombres. El estudio confirma que el tamaño de la tierra de ellas es menor.

Persiste el imaginario machista
A mayor edad y menor estrato económico, las ideas estereotipadas y machistas sobre las mujeres están más arraigadas en Colombia, según el Observatorio de Asuntos de Género elaborado el año pasado por el Gobierno. El informe concluye que, aunque ha habido una importante disminución en imaginarios que justifican la violencia, preocupa que en el caso de las agresiones sexuales el 37% de la población encuestada piense que hay que vestirse de una forma en particular para no “motivar” una violación. Otro de los hallazgos más graves de la encuesta es que en Colombia persiste la idea de que las mujeres que siguen con sus parejas después de ser golpeadas lo hacen porque les gusta.

En cuanto a los crímenes en el ámbito familiar, casi el 80% considera que con independencia de la gravedad de los hechos es “indebido recurrir a instituciones competentes para denunciar la agresión y pedir apoyo del Estado”. Un 9% menos de mujeres buscaron ayudas en instituciones competentes. “Es preocupante el retroceso en la calidad de atención e información a las víctimas sobre sus derechos y brindarles servicios integrales”, se afirma.

La sombra del feminicidio se posa sobre Puebla
Al menos 50 mujeres han sido asesinadas por hombres en los últimos 14 meses en esta ciudad del centro de México

Puebla (México) 8 MAR 2016 - 10:25 CET EL PAIS

La protesta contra los feminicidios en Puebla, del pasado 25 de febrero. Hugo Ortuño

Norma Salgado ya no llora, pero tiene la mirada extraviada mientras habla. Hace tres semanas perdió a su hija Samaí Márquez Salgado, de 25 años. Primero vivió durante horas la angustia de su desaparición y después el intolerable dolor de saber que había muerto a manos de su novio. Samaí llevaba dos meses embarazada y su pareja Rafael Portillo decidió que ni el niño ni ella debían vivir. La llevó a un descampado en la periferia de la ciudad de Puebla y allí, con unos cuantos tiros, puso fin a la historia. Ahora, la madre de Samaí reza por ella en una capilla del centro de una de las ciudades más conservadoras de México, pero no llora.
“Lo único que pido es Justicia, no quiero venganza, ni dinero, solo eso: Justicia”, menciona Salgado al salir de misa. El caso de Samaí es el número 50 de losfeminicidios documentados por la Fiscalía de Puebla en los últimos 14 meses y el quinto en el que la víctima estaba embarazada. Mientras algunas organizaciones civiles denuncian que los feminicidios han comenzado a abundar en esta región de México, las autoridades aseguran que no existe evidencia suficiente que sugiera que Puebla es una zona roja de los asesinatos contra mujeres.

Lo cierto es que las familias de las víctimas han insistido ante las autoridades sobre la urgencia de atender estos homicidios y castigar a los responsables. “En estos casos es tan doloroso que nadie se preocupa por pedirnos indemnización o reparación del daño, sino sobre todo Justicia y no impunidad”, explica Enrique José Flota Ocampo, fiscal de Derechos Humanos de Puebla. El 25 de febrero, cientos de personas protestaron en el Zócalo de la ciudad para denunciar la abundancia de los casos y exigir medidas para frenar estos crímenes.
En 2015, la Fiscalía registró 37 feminicidios y en los primeros dos meses de 2016 ha contado 13 casos más

Flota Ocampo reconoce que es un tema que ocupa a la Fiscalía, pero que su incidencia todavía no es alta. De los 50 feminicidios, señala, el 10% tienen como víctima a una mujer embarazada. Este tipo de crimen ha involucrado a parejas que debaten sobre su futura paternidad y que tras episodios de violencia terminan en homicidios de características violentas. Sin embargo, el fiscal apunta, las autoridades no tienen información concluyente de que la tendencia de feminicidios sea al alza. “No es posible determinar hasta ahora una constante o un patrón. El tiempo que lleva existiendo este delito todavía no permite definir pautas claras. Los casos todavía no son una constante ni por edad, ni por región, ni por el vínculo de las dos partes. No se puede afirmar que estemos ante una crisis incontrolable de feminicidios”, expone.
Las voces civiles no están de acuerdo. En 2015, la Fiscalía registró 37 feminicidios y solo en los primeros dos meses de 2016 ha contado 13 casos más. “Las instituciones por omisión y guardar silencio son cómplices de estos feminicidios. Dan el mensaje de que esos hombres tienen la libertad de matar mujeres, la sociedad ya está cansada e indignada de esto”, comenta Gabriela Cortés, coordinadora de El Taller, una organización civil que ha revisado algunos de los casos de feminicidio en la región.
En el Congreso local, algunos legisladores han sugerido que el Gobierno de México ponga en marcha la alerta de género en Puebla, una medida para prevenir la violencia machista y desenlaces en feminicidios. Sin embargo, la Comisión de Derechos Humanos señala que no hay datos suficientes para considerar a Puebla en las alertas de este tipo. La Fiscalía apunta a que no está en sus manos decidirlo y que de existir tampoco tendría impacto en la investigación de los casos. “La alerta de género no sirve para que los casos se investiguen más rápido y mejor. Se ha asociado la idea de que como no hay alerta de género, hay feminicidios y casos que no se han resuelto. La realidad no tiene que ver con eso. La Fiscalía con o sin alerta va a seguir haciendo exactamente lo mismo”, apunta Flota Ocampo.
El código penal de Puebla exige penas de entre 40 y 60 años para los responsables de feminicidio. La Fiscalía pide a los jueces hasta 70 años de prisión si la víctima se encontraba embarazada al momento del asesinato. Las características de los feminicidios en Puebla se han dibujado poco a poco, entre los rasgos más comunes están la saña, la extrema violencia y la exhibición pública. “El fenómeno apunta a la descomposición social, no a la simple prevención del delito”, dice el fiscal. Sin embargo, también se han observado casos en los que el responsable conoce bien la víctima y es el resultado de la violencia machista llevada al extremo. “El amor romántico está matando a las mujeres. Ni los celos, ni el control de la pareja son algo normal”, argumenta Cortés, la activista.


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