Los ven con sus maletas bajo el sol
dando vueltas por el único bulevar de Aruba, un país de un poco más de 100.000
habitantes. Hacen cola en los cajeros y también venden cerveza en las playas.
Son los venezolanos que viajan a “raspar el cupo” autorizado por Cencoex. La
multiplicación de una práctica vieja, que no se ha frenado pese a los intentos
del gobierno por controlarla, comienza a generar problemas en la isla. El
Parlamento arubeño discute el tema, el primer ministro tomará medidas. La
fluida relación de vecinos, separados por una franja de mar de apenas 25
kilómetros, comienza a oler mal
Casi media hora duró el trámite.
“Buenos días, su pasaporte. ¿Puede mostrar todo el dinero que trae en efectivo
y la tarjeta de crédito?”, interroga una funcionaria a una mujer venezolana que
llega al aeropuerto de Aruba. Cuenta uno a uno los billetes. “¿Tiene una carta
de garantía? Permítame verla”. Verifica los datos, le pide a la venezolana que
se ubique a un lado a esperar. Se hicieron llamadas y se verificó que era real
la carta de respaldo, que ahora deben otorgar arubeños o residentes a
visitantes venezolanos sin reserva de hotel. No cualquiera puede dar una carta
de garantía. Debe demostrar que se tienen ingresos por cantidad sobre los 4.500
florines (2.500 dólares) al mes para respaldar la estancia del extranjero. A la
mujer le pidieron el documento original que estaba del otro lado de la taquilla
de Inmigración, en la mano de los familiares que la esperaban como tantas veces
que ha ido a un país que es su otra casa. Sellado el pasaporte, finalmente
ingresó a la isla, a 25 kilómetros de la costa venezolana, tan lejos como los
están Caracas y La Guaira.
En la escena del bulevar de Oranjestad
y a lo largo de la zona de las cadenas hoteleras, algunos con sus fachadas de
arquitectura antillana y colores llamativos, casinos y sillas tumbonas frente a
un mar turquesa, entraron nuevos personajes. Una reciente clase de turistas
venezolanos camina por las calles, muchas veces con sus maletas a rastras bajo
el sol. Es un turista que no saca cámaras ni despliega mapas ni compra
souvenirs.
El venezolano, con su gorra de beisbol
o la tricolor de la filiación política de preferencia, hace cola en los cajeros
automáticos de los bancos, arma barullo frente a la abundancia de los
supermercados —allí sí toma la foto para el recuerdo—, y merodea por las calles
en busca de un sitio donde sacar de una tajada los dólares de las tarjetas que
permite el gobierno usar a viajeros en el exterior.
Aunque no es nuevo, el fenómeno de los
“raspacupos” en Aruba ha ido en crecimiento. Quienes ingresan a la isla con
este propósito buscan sacar el máximo de los 700 dólares que pueden obtener por
7 días de estadía y traer a Venezuela la mayor cantidad de efectivo, que en
apenas 30 minutos de vuelo se multiplica por casi 800, según la tasa del
mercado negro de esta semana. Así, para muchos, el debilitado presupuesto
mensual se robustece para pagar los gastos corrientes.
“Fui con un amigo que ya había ido dos
veces en el año. Nos buscó al aeropuerto una pareja de colombianos que arregló
todo. Llegamos a una pequeña posada donde podíamos cocinar si queríamos, pero
nos llevamos galletas y algunos enlatados para comer allá. A las 8:00 am nos
llevaban al centro, en el bulevar, y nos iban a buscar al final de la tarde,
para que no gastáramos en electricidad y agua dentro de la posada. Así que
caminábamos por toda esa zona de comercios. Pagamos 10 dólares por el traslado
del aeropuerto a la casa y unos 25 dólares por cada noche de alojamiento. Eran
personas muy amables”, relata José, un joven que vio en ese viaje la
posibilidad de aumentar su sueldo mínimo mensual.
En su caso, logró retirar 160 dólares
de un cajero automático, compró algunos artículos en un supermercado y el
hombre que lo alojó le habló de ir a un casino donde le “rasparían” su tarjeta.
Así lo hizo: “A 354 le restaron 29 dólares en el casino de un hotel, y eso fue
lo que me entregaron”. Ahí recibió una factura de su transacción como si se
tratara de un jugador habitual, como otros venezolanos que desde hace muchos
años van a la isla a apostar.
“Pasaba el día caminando por el
bulevar, entrando a tiendas a mirar para distraerme, pero sin gastar mi dinero.
En la noche regresábamos a la casa a comer, bañarnos y dormir. Esa fue la
rutina”, relata así su viaje.
El negocio del alojamiento barato
también lo ofrecen personas de origen asiático que al cobrar la habitación de
la posada o pequeño hotel les recargan un extra por entregar al turista
“raspacupo” el resto de su dinero en efectivo. La factura refleja el
alojamiento, y también servicios como actividades recreativas que justifiquen
al final alrededor de 300 a 400 dólares. En avisos publicitarios se ofrece la
estadía por apenas 15 dólares la noche y la posibilidad de pagar en bolívares.
“Cuando llegué a Aruba nadie nos
esperaba, solamente teníamos la dirección donde íbamos a quedarnos. Caminamos
según las indicaciones que nos dieron hasta llegar a la zona central. Compramos
agua y helados porque hacía mucho calor. Un rato después, nos fueron a buscar
unos arubeños que eran amigos del chino donde nos alojamos”, contó un
estudiante universitario que pidió no mencionar su nombre y también hizo la
transacción para traerse los dólares de vuelta.
Por las calles de Aruba se ven grupos
caminando bajo el sol y recorriendo grandes distancias. Son como unos zombis
del desierto Incluso se les ve lejos de las zonas más turísticas de la isla,
donde las calles son de tierra roja, llenas de cardones y tunas como las de
Falcón, en la otra orilla.
Entre los insulares esa peregrinación
se ha convertido en un signo de turistas venezolanos en busca de dólares. La
escena es cada vez más frecuente y rechazada por quienes residen en Aruba.
Consideran que ese tipo de turistas podría alejar a otros, de lo que vive este
país de 103.441 habitantes.
Ronella Tjin Asjoe-Croes, jefe de la
Autoridad de Turismo de Aruba (ATA), explica que no hacen distinción entre el
tipo de turista venezolano que llega al país. “El mercado venezolano es muy
importante, representa el segundo de la isla, de hecho ATA ha estado presente
por 43 años promoviendo responsablemente el turismo de Venezuela hacia Aruba
con el apoyo de nuestros socios de turismo como las aerolíneas, operadores,
representantes de hoteles y agencias de viajes”.
En 2014, Aruba recibió 249.593 turistas
desde Venezuela que representó 32,75% de crecimiento en comparación con 2013.
Para 2015, hasta el mes de agosto, 191.798 venezolanos habían visitado la isla,
lo que representa un aumento de 49,88% en comparación con la misma temporada de
2014, según fuentes de la ATA.
A diario aterrizan siete u ocho vuelos
provenientes de Venezuela. Van de Caracas, Valencia, Maracaibo y Las Piedras.
“La Oficina de Turismo de Aruba sí ha visto un incremento de pasajeros desde el
último trimestre de 2014, pues las aerolíneas venezolanas han aumentado el
número de frecuencias de vuelos hacia la isla”, detalló la funcionaria arubeña.
El crecimiento ocurre pese a que el
gobierno venezolano ha arreciado las restricciones al uso de divisas limitando
su uso por días y destino y centralizando los trámites en la banca pública,
requisitos vigentes desde abril de este año cuando se hizo la última reforma. Los
“raspacupos” no desaparecen, pero la liquidación de divisas para viajes en el
extranjero se ha reducido 36% con respecto al año pasado, de acuerdo con datos
de la firma Ecoanalítica.
“No cash refund”.
Hace aproximadamente un mes se
encendieron las alarmas en Aruba. Para aquellos comerciantes que se prestaban a
raspar el cupo de divisas, ya no resulta tan sencillo el negocio con los
turistas venezolanos a través del cual se acuerda un porcentaje de comisión que
va entre 9% y 30%. El gobierno insular comenzó a sancionar negocios que se
dediquen a esas prácticas con multas por 10.000 florines (5.714 dólares,
aproximadamente). La penalidad incluye el bloqueo del punto de venta.
Por eso, en ciertos establecimientos
comerciales comenzaron a aparecer carteles que dicen: “No raspamos cupo. No
cash refund”. Y más recientemente: “No aceptamos tarjetas de crédito
venezolanas”. En la última semana también han aparecido carteles que dicen:
“Prohibido entrar en grupos de más de dos personas”, como una medida particular
de negocios que quieren disminuir los robos de sus mercancías. Aseguran que la
inseguridad ha aumentado.
Ante las restricciones se retomaron
modos ya conocidos por la generación de viajeros Cadivi en aprietos. Los
venezolanos se acercan a los arubeños y les ofrecen cancelar con su tarjeta de
crédito las compras a cambio del monto gastado en efectivo. Otros han comenzado
a comprar cervezas en cajas —con sus tarjetas venezolanas— que revenden en la
playa, en estacionamientos de particulares o en los negocios de chinos para
obtener el efectivo. En un supermercado de Schotlandstraat se pueden armar
filas de compradores venezolanos en busca de cerveza, que son despachados por
la puerta trasera del establecimiento como ocurre con los productos regulados
en automercados en Venezuela.
“La gente en sí no tiene problemas con
que vengan los venezolanos, pero que no se metan con los arubeños como algunos
lo están haciendo. Una persona va a un supermercado y se le acercan para
comprar la mercancía y conseguir dinero en efectivo. Otros piden ayuda en forma
incorrecta y hasta hacen trucos para robar a personas. La gente aquí en Aruba
se siente acosada. Ha ocurrido que han perseguido a personas hasta sus casas y
luego los asaltan. Por supuesto, este fenómeno no pasa con todos, pero es ahora
la percepción que hay en general sobre los venezolanos. En una isla pequeña
como Aruba, muy rápidamente esto se convierte en un problema”, señala el
periodista Tito Laclé, director del portal informativo NoticiaCla.com.
El 26 de octubre, la mezcla de malestar
y temor hacia los venezolanos, los convirtió en vecinos indeseables. Tres
venezolanos estuvieron involucrados en el robo en el Excelsior Casino, del
hotel Holiday Inn, y están detenidos junto con una mujer colombiana y un local
arubeño.
Ese día, muy temprano en la mañana, el
trío de venezolanos ingresó sin levantar sospecha al casino y una vez en el
interior del recinto, amarraron a los empleados que se encontraban, los
golpearon con las cachas de sus pistolas y sustrajeron una alta cantidad aún no
determinada de dinero en dólares y florines. Huyeron en un carro gris que luego
dejaron abandonado. Una semana después la Policía de Aruba atrapó a los tres
asaltantes, luego de un despliegue policial. Días después aprehendieron a una
colombiana y esta semana a un arubeño que también participaron en el robo.
Con el deterioro de la situación
política y económica de Venezuela, la fantasía de huir del país en botes desde
Falcón hasta la isla vecina, como lo han hecho por décadas cubanos hacia Florida,
se hace eco como un chiste en las redes sociales. Pero en Aruba empieza tomar
espesura de amenaza. Según cifras extraoficiales, este año al menos 2.000
venezolanos han decidido quedarse de forma ilegal en la isla. Unos buscan
trabajo en empleos como domésticas, obreros en construcciones o en el comercio
informal que prolifera en las calles y ha despertado preocupación en la Cámara
de Comercio de Aruba.
La queja también la comparten
venezolanos que viven en Aruba. “Está mal que hayan encontrado a venezolanos
durmiendo en sillas de los hoteles, en las playas, bañándose en fuentes de
sitios públicos y peor aún con actitudes delictivas como robos en supermercados
o tiendas, pero no pueden olvidar aquí que muchos venezolanos trajimos nuestro
dinero y empeño para trabajar en la isla, que somos gente decente y no
aprobamos lo que está sucediendo. Esto también es consecuencia del desastre
económico de nuestro país”, expresó una venezolana que está residenciada
legalmente desde hace cinco años en Aruba.
Los lazos estrechos entre venezolanos
de estados como Falcón, Zulia y Carabobo con Aruba existen desde hace muchos
años. Hay familias de la isla que se instalaron en Falcón para trabajar en el
negocio petrolero, hace más de 50 años, por eso parte de las familias están a
cada lado de la franja de mar que separa ambos países. Otros venezolanos hace
mucho emigraron a la isla, pero aún conservan parientes en tierras venezolanas.
La relación es la de una frontera
porosa. Desde Aruba viajan con frecuencia a Venezuela para realizarse chequeos
médicos, odontológicos y hasta intervenciones quirúrgicas. El cambio de la
moneda y la preparación de los médicos venezolanos hacen atractivo el viaje.
La tensión que han generado los
recientes incidentes, sin embargo, ha deteriorado el vínculo. “El sentimiento
de malestar hacia todo aquel que tenga acento venezolano es increíble. Ahora
creen que todos somos ladrones o tracaleros. Me da pena que otros venezolanos
hayan ingresado a la isla con conductas negativas, nos han rayado”, indicó otra
venezolana viviendo en Aruba.
Visa y refinería.
El gobierno de Aruba analiza el
fenómeno de los nuevos turistas venezolanos. Por esta razón el Consejo de
Ministros se reunió con un grupo de trabajo que incluyó a instituciones como
ATA, Departamento de Integración, Manejo y Admisión del Extranjero,
Departamento del Trabajo, Guardacostas, Policía e Inmigración.
Están trabajando en sugerencias para
llegar a la mejor solución posible, dijo el primer ministro Mike Eman al final
del encuentro celebrado esta semana, que reseñaron medios de la isla. El primer
ministro explicó que se debe poner un requisito antes de viajar al país. La
figura sería la de un registro previo de manera tal que se pueda controlar el
flujo de las personas que llegan a Aruba y asegurar el cumplimiento de la ley
de admisión y estadía.
“Este es un esfuerzo que haremos dentro
de un contexto nacional para ayudar a la gente a mantenerse en el camino más
correcto, eficiente y sin olvidar que siempre se han recibido inmigrantes que
siguen las reglas del país”, reseñó NoticiaCla.com sobre las declaraciones de
Eman.
El primer ministro aseguró que Aruba es
uno de los pocos países del Caribe que cuenta con el sistema denominado Radez.
Este procesa la información automáticamente, indica dónde se quedan los
visitantes que ingresan a la isla y verifica si el turista posee antecedentes
penales.
El turismo venezolano también ha sido
punto de agenda en los debates en el Parlamento de Aruba. Una iniciativa
ciudadana recoge firmas para que Holanda evalúe la posibilidad de pedir visas a
los venezolanos. Entre los connacionales viviendo en la isla la percepción es
que el gobierno está siendo muy cuidadoso con este asunto porque no quieren
dañar una relación de años. Si bien los estadounidenses son los que llenan los
hoteles, los turistas venezolanos son los que más gastan en las tiendas.
Adicionalmente, pudiese comenzar una relación entre Citgo-Pdvsa para reactivar
una refinería de Aruba ubicada en la zona de San Nicolás, cerrada en 2012.
La ola de resquemor que ha generado la
relación con los venezolanos salpicó esta semana el aeropuerto internacional
Arturo Michelena de Valencia, estado Carabobo. Por lo menos en dos ocasiones se
reportaron quejas de arubeños que llegaron a suelo venezolano y fueron maltratados
por funcionarios de inmigración. Aunque antes no ha sido requisito, les
solicitaron el boleto de regreso impreso y la reservación del hotel, aunque los
tenían en formato electrónico. Les dijeron que sin el papel no podían ingresar
al país. Luego de una media hora de espera la situación se solventó sin mayores
requisitos, más allá de una propuesta deslizada de dar una propina en dólares.
En los medios arubeños se reseñó este incidente como una represalia por lo que
sucede con venezolanos que al llegar al aeropuerto Reina Beatrix de Aruba deben
mostrar su dinero, tarjetas y cartas de respaldo.
15 DE NOVIEMBRE 2015 - 12:01 AM
Foto Pixabay
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