Para cumplir con el estándar oficial sería necesario multiplicar por
seis el número de agentes disponibles en cada turno. Sucre y Baruta padecen la
mayor falta de uniformados
El oficial J. A. L. decidió pedir la
baja en la policía del municipio Sucre para incorporarse a una empresa privada.
A sus 26 años de edad, el hombre quería mejorar sus ingresos personales y
disminuir el riesgo que implica el patrullaje motorizado por uno de los
sectores más peligrosos del segundo país más violento del mundo.
Cuando apenas tenía tres años de servicio
solicitó su desincorporación de la policía. Ahora, dice, gana el triple como
escolta motorizado. Pero reconoce que su trabajo no está exento de peligros. De
hecho, fue en esta nueva fase de su carrera cuando le dispararon para robarle
la moto y el arma.
Así como ocurrió con este funcionario,
solamente en ese cuerpo de policía municipal han solicitado la baja 480 agentes
durante los últimos 3 años, de acuerdo con cifras suministradas por el ex
director de seguridad de esa alcaldía Ángel Alvarado.
Algo similar sucede en Baruta, donde el
pie de fuerza policial ha disminuido en 8% durante los últimos 2 años, según el
director de seguridad de ese municipio Manuel Tangir.
Para este funcionario, se trata de una
situación “crítica”, que puede traer consecuencias indeseadas en el futuro
cercano.
Baruta y Sucre son los municipios
caraqueños donde el déficit de agentes se percibe con mayor claridad. La
carencia de funcionarios es tal que para llegar al mínimo exigido por el
Ministerio de Relaciones Interiores (3 agentes por cada 1.000 habitantes) sería
necesario quintuplicar el contingente actual del primer municipio, y
multiplicar por 6,3 el del segundo. En El Hatillo la situación no es menos
grave.
“Lo que ocurre actualmente no lo
habíamos visto nunca. En este momento hay un éxodo masivo de agentes a la
empresa privada. Es como la suma de todos los males. Los funcionarios no
tenemos ni para comer”, expresó el director de una policía del Distrito
Capital.
Demanda de servicios.
El director de la fundación Aulas Abiertas, Roberto Rodríguez,
indicó que si los funcionarios de todas las policías salieran a patrullar al
mismo tiempo aún faltarían por lo menos 10.000 agentes por turno para llegar al
estándar mínimo correspondiente a una ciudad con la población de Caracas.
La organización de Rodríguez imparte
charlas sobre seguridad a comunidades y condominios con el respaldo de las
alcaldías de Baruta y El Hatillo. Explicó que más de 10% de los uniformados en
nómina realmente no están en las calles, pues se encuentran de vacaciones, en
reposo médico o suspendidos por medidas disciplinarias o procesos penales.
“Pero estos funcionarios continúan
cobrando y deben ser contados como parte del pie de fuerza hasta que los
desincorporen definitivamente”, explicó.
Otra parte de las organizaciones
policiales se dedica a trabajos administrativos y a la investigación de
desviaciones internas, lo que antes se conocía como Inspectoría. Este personal
forma parte de las estadísticas, pero no hace trabajo de calle.
Rodríguez afirmó que el gobierno
central ordenó que la mayoría de los agentes de la Policía Nacional Bolivariana
y de la Guardia Nacional Bolivariana actúen en Libertador. El primer cuerpo
solo envía algunos uniformados a las vías expresas de Sucre y Baruta. Por otra
parte, los militares solo se ven de manera esporádica en El Hatillo.
Esa apreciación la confirma un reporte
sobre “capacidad operativa” de la PNB emitido en agosto. El documento revela
que todos los recursos de ese cuerpo para la región capital fueron concentrados
en Libertador. Eso equivale a poco más de 8.180 uniformados. Los centros de
coordinación policial de Petare y Ciudad Belén fueron dejados con personal
mínimo.
La consecuencia es un desbalance en
cuanto a la presencia policial en los distintos municipios capitalinos. En
Libertador, además, operan contingentes de la Policía de Caracas y de la
Guardia del Pueblo. Aun así, el déficit de uniformados es de por lo menos 93%
en ese municipio, debido a la necesidad de prestar servicio a una población de
más de 2 millones de habitantes.
Rodríguez indicó que el creciente
déficit de policías hace prácticamente imposible la realización del esquema de
“patrullaje inteligente”, que implica la presencia permanente de uniformados en
pequeños circuitos trazados en toda la ciudad.
“No hay capacidad operativa para
sustentar ese sistema. Toda la segmentación que se diseñó no implica que al
final se supla la demanda de seguridad”, dijo.
El déficit de servicio policial se
agudiza en las noches debido a que los funcionarios tienen prohibido utilizar
sus motos para labores de patrullaje. Los recorridos deben hacerse solo con
automóviles o camionetas. Para todo el casco central, por ejemplo, la Policía
Nacional Bolivariana disponía en agosto de solo tres unidades.
Organización vecinal
Desde finales de 2014 los residentes de
Santa Fe adelantan una iniciativa que pretende elevar la efectividad de la
acción policial mediante la transmisión oportuna de datos sobre actividad
criminal.
La Mesa de Seguridad de Santa Fe
comenzó como una reacción de los vecinos ante el homicidio de Antonio José
Portales, de 42 años de edad, cuando salía de comprar en un automercado de la
urbanización, el 3 de noviembre. A raíz de ese suceso, en el sector hicieron
una tormenta de ideas junto a la policía municipal. Según Magaldy Cepeda, se
logró el compromiso de algunos residentes para instalar tecnologías y
desarrollar aplicaciones que facilitaran la transmisión de información al
cuerpo de seguridad.
“Éramos conscientes de los escasos
recursos de la policía. Si no colaborábamos esto no tendría remedio”, señaló.
Desde entonces, los representantes de
la Mesa de Seguridad se reúnen semanalmente para cruzar sus propios datos con
los que se manejan en el sector 6 del cuerpo policial. Según Cepeda, eso
permite un uso más eficaz de los agentes.
Se determinó, por ejemplo, que los días
de mayor incidencia delictiva en la urbanización son los domingos, los
miércoles y los lunes, en ese orden. En eso influyen factores tales como la
celebración de misas, la ausencia de control en torno a las colas de
compradores y los mercados a cielo abierto.
Igualmente, han logrado nutrir a la policía con datos sobre delitos
generalmente no denunciados, tales como el robo de bolsas de comida a quienes
salen de los automercados.
JAVIER IGNACIO MAYORCA
JMAYORCA@EL-NACIONAL.COM27 DE SEPTIEMBRE 2015 - 12:01 AM
JAVIER IGNACIO MAYORCA
JMAYORCA@EL-NACIONAL.COM27 DE SEPTIEMBRE 2015 - 12:01 AM
Foto:El déficit de servicio policial se agudiza en las noches | Foto Archivo El Nacional
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