El día lunes 06 de enero de 1975, a las 6 de la mañana sube al pabellón 13 (así se les llamaba a las celdas de la policía de Maturín), el señor Juan “Policía” así era conocido en el barrio “El Porvenir” de Las Cocuizas, era mi amigo, nunca supe su apellido, y me dice “Mario tu situación se complicó, acabo de escuchar a los jefes decir, que te van a pasar para la Cárcel de ‘La Pica’, están esperando que amanezca para llevarte a los tribunales, estás listo”. Sentí un corrientazo que me activó, le digo, vaya a mi casa o llame a la oficina 091 22054, tienen que decirle a mi Papá. Cerca de las 9 de la mañana me bajan a la dirección, allí estaba don Emiliano Valdez, con su recia personalidad que lo caracterizó, acompañado del Comandante de la Policía de Maturín, Teniente Domingo Lara.
De inmediato el viejo Valdez toma la delantera y me dice con esa firmeza y seguridad, como si la decisión fuera de él, “Mario tienes que irte de la ciudad, ya no puedes seguir aquí, te estás convirtiendo en un problema, tu eres bachiller, tienes que irte a la Universidad”. El comandante de la Policía me enumera las entradas policiales y me recuerda que dos meses atrás me habían detenido y me les había fugado en un descuido que tuvieron frente a mi casa. El uniformado me dice “Si es por mí y lo que tengo en la mano, debes seguir preso, pero tu Padre es un hombre honorable, y él merece que yo le dé una oportunidad. Yo soy de aquí de Maturín, me crié con tus hermanos mayores, con Ricardo ‘Mapanare’, cuando yo venía de vacaciones de la Academia Militar, tu Papá nos prestaba el carro y nos daba dinero para ir a las fiestas. Lo único que puedo hacer por don Emiliano y por “Mapanare”, es ponerte a firmar un acuerdo en el que te vas y no regresas a Maturín en los próximos 6 meses. Si violas ese compromiso, yo mismo te llevaré a la Cárcel de La Pica”. Tu Papá habló con Ricardo y te está esperando en Caracas, no desaproveches esta oportunidad lo hago por ellos.
Sin pensarlo dos veces firme el documento que él mismo
hizo a mano, era un acuerdo con el Comandante. Fue lo mejor que hice, yo era
enemigo de los policías, dos gobernadores me habían metido preso, había estado
tres días preso en la Disip. Traté de levantarme de la silla donde estaba
sentado y dije padre, vámonos, que mi madre está de cumpleaños y tengo tres
días con esta misma ropa, durmiendo en el suelo. El oficial me pone la mano en
el hombro y me dice “esto no ha terminado, usted no va solo a ninguna parte”.
El Teniente Domingo Lara dice, don Emiliano vamos directo
al aeropuerto que a las 11 am sale el vuelo de Avensa a Caracas, en ese avión
se va Mario y yo lo voy a llevar con Usted, “es la única manera de estar seguro
que se va”. Me sacan de la policía y cuando me voy a montar en el Caprice verde
de mi Papá, el comandante me dice “Usted se va en la patrulla, en la jaula, con
el viejo me voy yo”,
La policía de Maturín quedaba en la avenida Bolívar con
calle Cumaná, frente a la arepera “La Guireñita”, propiedad de Rufino Ramos,
donde hoy queda la Casa Parroquial al lado de la Catedral de Maturín. El
aeropuerto quedaba al final de la avenida Bolívar, donde hoy queda la
Inspectoría del Tránsito Terrestre, frente al Parque “La Guaricha”. El pasaje
de avión costaba dieciocho bolívares con un real (18, 50 Bs), Papá tenía 200
bolívares compró el pasaje y me entregó el resto, me dijo “defiéndete”.
Doña Rafaela “La madre eterna”
Ese día mi Madre doña Rafaela “La madre Eterna” como le
dicen mis amigos, estaba cumpliendo sus primero 46 años, porque hoy cumple 92
años de edad. Afortunadamente la casa materna queda muy cerca del aeropuerto,
mi compadre Domingo Torrealba fue a buscarla y le dijo llévale algo de ropa él
está muy sucio y va saliendo en ese avión. En el desespero agarró lo primero
que encontró, recuerdo como hoy cuando la vi llegar. Llorosa, con una bolsa
marrón de papel (Manpa) con asa, de las que se usaban para ir al mercado (esa
era la maleta), adentro un pantalón, dos camisas, dos interiores y un par de
medias, ese fue mi equipaje, con eso llegué a Caracas.
Soy un afortunado, la vida me ha sonreído, me gradué de
Abogado en la UCV, tengo una especialización en Derecho Penal, dos Maestrías y
un Doctorado, tengo a mi Madre y mis hermanos, mi esposa Alba Marina (La Nena),
mis hijos Mario Antonio, Mario Emilio Jr, Albita y mi nieta Nicole, el tesoro
más grande que nos ha traído el gran Arquitecto del Universo. Pedir más es un
abuso.
“Yo también tengo inmunidad parlamentaria”
Entre los años 1968 y 1974 que estudié la secundaria,
debo haber ido preso como 10 veces a la policía y una a la Disip por distintas
razones, por los hechos revoltosos en las manifestaciones estudiantiles, por
salir de una fiesta y faltarle el respeto a las autoridades, buscábamos
cualquier motivo para insultar a la policía. Debo haber sido uno de los que más
recibió planazos de peinilla de la policía y de la Guardia Nacional.
Estuve preso con Ramiro González, con Valmore Pierluissi,
con David de Lima. Hay un cuento interesante porque el doctor Manuel Vicente De
Lima, papá de David, era Diputado al Congreso Nacional, llega de Caracas y se
va directo del aeropuerto a la policía a buscar al Gordo David que se
encontraba preso conmigo. El Diputado le dice al oficial de guardia que
le trajera a su hijo David, el policía le responde que no puede sacarlo
mientras no llegue su jefe y lo ordene. El diputado De Lima le dice, lléveme al
pabellón 13 (donde estábamos nosotros) y sube la escalera, le ordena abra el
candado, el policía se niega, el diputado saca la pistola y le da un tiro al
candado y vuela la cerradura, agarra a su hijo por el brazo y lo sacó del
calabozo, yo viendo aquello me agarre del otro brazo de David, el policía me
agarraba para soltarme y no dejarme ir, yo caminando agarrado del Gordo De Lima
le decía yo también tengo inmunidad parlamentaria. El diputado le dice a los
policías de guardia “dígale al comandante de la Policía que me llevó los
muchachos y lo espero en el Club Campestre”. El comandante no fue. Esa la gane.
El comandante Domingo Lara, usó ese argumento, pero su molestia central era la
quema de una Ambulancia del Ministerio de Sanidad, siempre la negué, aunque la
Disip mostraba las fotos donde yo aparecía metiendo y sacando cauchos de la
maleta de un Oldsmobile 1959, que Papá me había regalado. Hoy sigo arrepentido
de haber quemado la ambulancia, y esa culpa la llevaré siempre
conmigo.
Domingo Lara y Hugo Albarran, “My Own Bussiness”
Este relato viene a la memoria, porque con el correr de
los años he seguido haciendo amistades y ayudando en todo lo que he estado a mi
alcance. Hace como siete años me encontraba en la barra del restaurant Amazonia
en Las Mercedes, Caracas, en compañía de Guillermito González, Toco Gómez, José
Eduardo Baralt, Naim Pachá, en eso llega el doctor Hugo Albarran (estamos
pidiendo a Dios que se recupere pronto, tiene una semana en terapia intensiva
por Covid 19) en compañía de otra persona y me saluda con el afecto de siempre.
Hugo dirigiéndose a su amigo le dice “Estoy aquí, y mucho se lo debo a este
hombre que me ayudó a inscribirme en la Universidad para continuar mis estudios
de Derecho”. El se me presenta y dice, mucho gusto Domingo Lara, le digo Mario
Valdez, el hombre se queda pensativo y me dice, tu eres de Maturín, hermano de
Ricardo “Mapanare”?, le digo si, hijo del viejo Emiliano, el hombre larga la
risa y me abrazó, diciéndome yo soy el General Domingo Lara, fui el Teniente
comandante de la Policía de Maturín, que firmaste un acuerdo conmigo que evitó
que te mandará a la Cárcel de “la Pica”, yo te llevé al aeropuerto con tu papá
y te saqué del pueblo. Siempre te hice un monitoreo, te tuve presente, después
te perdí la pista, te he escuchado, no sabía que eras el mismo de hoy. Acto
seguido, dijo “Hugo, mi socio, estás a la par, ya no le debes nada a Mario,
porque él está aquí también por mí”. Esa tarde relató esta historia con más
detalles de los que digo ahora. En ese momento Hugo y el General Domingo Lara
eran dueños del caballo “My On Bussines”, el triple coronado, uno de los
mejores caballos de la hípica venezolana y de la región, el gran campeón del
Caribe. Ayer hablé con el General y me informó de los altos y los bajos que
presenta Hugo. Estamos pidiendo un milagro de Dios.
Mario, “Quédate en Caracas….”
El año 1984, me gradué de Abogado en el Aula Magna de la
Ilustre Universidad Central de Venezuela (UCV), después de haber sido
Presidente del Centro de Estudiantes de Derecho, del comité ejecutivo de la
Federación de Centros Universitarios (FCU), representante estudiantil en el
Consejo Universitario de la UCV y representante estudiantil ante el Consejo
Nacional de Universidades (CNU). Me voy a mi Maturín con la firme
intención de ejercer mi profesión de Abogado asociado con Miguel Gómez Núñez,
que estaba fundando su segundo Bufete en la avenida Las palmeras, con los
doctores Reinaldo Gil, Juan Betancourt y Luis Ramírez, el otro socio sería yo.
Ese viernes en horas del medio día, Papá va manejando su vehículo y me pasa por
la esquina de los tribunales en la avenida juncal, “la esquina caliente”
estaban parados como 15 abogados amigos míos, que habían terminado sus labores
y estaban pendientes de un cliente o un amigo con quien conversar y tomar los
tragos. Papá ex profeso detiene el vehículo y los amigos se me acercan a
saludar, “Mario cuando llegaste”, “donde vas a estar Poeta”, “Nos vemos en el
restaurante Ritz”, “Te espero en El Cacique”, “Si vas para el campestre
avísame”, y así los amigos me saludaron y la pregunta obligada “donde
almorzamos y bebemos”.
Don Emiliano que era un viejo zorro, que nunca
quiso que yo viviera en mi pueblo. Recuerdo sus palabras, cuando me dijo,
“Mario esto que viste hoy, es igual todos los días, aquí no hay mucho por
hacer, hay dos o tres bufetes que tienen pocos clientes, la gobernación y la
alcaldía acaparados, eso es de ellos”. Te vienes para acá y en una semana estás
parado ahí, lo quieras o no, es la dinámica.
Ahora, yo te prefiero en Caracas, disfruto cada dos
meses cuando te visito y voy contigo a los restaurantes, siento el trato que te
dan los políticos, el rector y las autoridades universitarias, los diputados,
los otros abogados, en fin no hay comparación. Tú has salido más en la prensa
nacional y la televisión que Luis Alfaro Ucero, allá te respetan y te tienen
aprecio, no eres competencia de nadie, aquí eres competencia de todos. Mario,
“Quédate en Caracas, vienes para acá a compartir conmigo y a pedirle la
Bendición a tu Madre”.
Así lo hice.
“Mapanare” la conversación quedó inconclusa
Ricardo Valdez, fue mi hermano mayor, y es parte
importante de esta historia que tiene que ver con el giro que dio mi vida. Su
amistad con el ayer Teniente y hoy General Domingo Lara, me salvó de una cárcel
segura. El domingo 03 de enero pasado, lo llame para el saludo y recordarle que
nuestro ilustre señor padre don Emiliano Valdez, Grado 33 de la Gran Logia
Masónica, estuviera ese día cumpliendo 100 años de vida, que falleció el 03 de
enero de 2001, hace 20 años, seguí hablando solo y me di cuenta que se había
cortado la llamada; a los 15 minutos suena mi celular me llamaba Ricardo, me
alegré y reanude la conversación, de inmediato me dicen, “Tío es Beatriz, mi
Papá estaba regresando la llamada, y sufrió un infarto fulminante, me acaban de
decir los médicos que llegó sin signos vitales a la clínica”.
Ironías de la vida, Ricardo también falleció el 03 de
enero de 2021, a los 80 años de edad igual que Papá. La conversación quedó
inconclusa, ojalá pasen muchísimos años para continuarla, porque le prometí a
Nicole, mi nieta que nació el 27 de diciembre de 2020, que bailaría con ella el
Vals de sus 15 años el 2035. Reconozco que he cometido muchos errores y he
fallado otras tantas veces, pero a mi nieta Nicole, voy a cumplirle.
Adiós Ricardo “Mapanare”, así le decían sus amigos porque
fue el mejor pitcher en el béisbol que tuvo el estado Monagas. Representó a
Monagas en juegos nacionales y representó a Venezuela en juegos internacionales
Lanzaba puras curvas para la goma.
Continuará.
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