viernes, 1 de noviembre de 2019

Miradas Múltiples y la crisis universitaria - documento






El Grupo Miradas Múltiples, al igual que la Universidad, es  pluralista, democrático y autonomista, lo cual lo convierte en un movimiento de opinión universitaria serio, creíble, ejemplar, responsable y comprometido no solo por la profundidad de sus opiniones y aportes al debate universitario, sino por la trayectoria académica y el valor de las acciones que definen a sus integrantes.


Antecedente

El 15 de diciembre de 1999, el pueblo venezolano en referendo  nacional aprobó la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela -CRBV  en cuyo artículo 109 consagró “la autonomía universitaria como principio y jerarquía que permite a profesores, profesoras,  estudiantes, egresados y egresadas de su comunidad dedicarse a la búsqueda del conocimiento a través de la investigación científica, humanística y tecnológica para beneficio espiritual y material de la Nación. Las universidades autónomas se darán  sus normas de gobierno…….

La modificación del texto de este artículo fue luego  sometida a referendo junto con otros  en la  reforma de la CRBV del 2007, siendo negada por el pueblo soberano.

No obstante, el 11 de agosto de 2009, la Asamblea Nacional aprobó la Ley Orgánica de Educación – LOE  sólo  con la  participación de los asambleístas  del PSUV y del restante Polo Patriótico por ausencia  de los partidos de oposición al  no concurrir a  las elecciones parlamentarias de 2007.

Esta Ley Orgánica de Educación en el numeral 3 del artículo 34 crea una diferencia en la composición de la comunidad universitaria al agregar el personal administrativo  y  personal obrero a la comunidad universitaria.

Esto indujo a la rectora de la UCV, y luego con la adherencia de los rectores de la ULA, LUZ, UC. USB, UCLA, UNET, UNEXPO y UCAB a solicitar ante el Tribunal Supremo de Justicia la nulidad de esta Ley. La Sala Constitucional  se declaró competente para este recurso de nulidad y le dio curso el 12 de enero de 2010. De otro lado, un grupo de abogados constitucionalistas en representación de la rectora de la UCV solicitó  levantar  la medida cautelar de suspender las elecciones universitarias hasta la resolución judicial de fondo  sobre  la LOE. De otro lado, la Sala Constitucional decidió la permanencia en sus cargos de estas autoridades universitarias hasta que se realizaran las elecciones que debieron haberse llevado a cabo  para  el período 2008- 2012.

La situación actual

El 27 de agosto de 2019, después de nueve años de la solicitud de nulidad de la LOE, la Sala Constitucional del Tribunal Supremo de Justicia, mediante sentencia No. 0324, fijó su posición, que no se le había solicitado,  en relación a las Elecciones Universitarias. De la lectura de tal sentencia resaltan los siguientes aspectos fundamentales: 

 La igualdad de condiciones para elegir las autoridades universitarias, consagrada en el artículo 34.3 de la Ley Orgánica de Educación, se entiende aplicada a la relación entre cada sector electoral constitutivo de la comunidad universitaria, a saber: a) profesores y profesoras; b) estudiantes; c) egresados y egresadas; d) personal administrativo y e) personal obrero.

  En tal virtud, el Registro Electoral Universitario de cada Universidad comprenderá cinco (5) registros.

 El acto eleccionario se hará en forma única para todos los cargos rectorales universitarios y en todos los sectores electorales; y los votos de los sectores se sumarán o contarán -de forma simultánea- por cada sector electoral, esto es: 1) votos de profesores y profesoras, 2) votos de estudiantes, 3) votos de egresados y egresadas, 4) votos de personal administrativo y 5) votos de personal obrero.

Se proclamará candidato electo únicamente a quien haya resultado ganador en al menos tres (3) de los cinco (5) sectores electorales y haya obtenido, a la vez, la mayoría absoluta de votos (mitad más uno), sumados los votos de todos los sectores electorales.


Esta decisión de la Sala Constitucional del TSJ ha generado en todos los sectores universitarios, una profusión de opiniones, declaraciones y escritos muy diversos, sintetizados de la siguiente manera:

*  Se argumenta que la sentencia del TSJ es ilegítima, ya que ese Tribunal no tendría competencia sobre un asunto que no es de su incumbencia, como son las elecciones universitarias, cuyas reglas y formas están establecidas en la Ley de Universidades y constituyen  parte de la autonomía universitaria, consagrada además, en la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela- CRBV.

*  De igual manera se argumenta que la forma de establecer los denominados Sectores Electorales constituye una violación reiterativa de la Ley de Universidades en cuanto a los electores, a saber: profesores, estudiantes y egresados. 

*  En sentido contrario, algunas opiniones consideran que los Rectores Autonomistas no quieren  elecciones universitarias ni autonomía, sino que en el fondo sólo persiguen proteger la permanencia en los cargos y los privilegios personales en sus respectivas Universidades, en las cuales actúan como los únicos voceros autorizados.

El país y la universidad 

El  país atraviesa un  caos que reina en todos los órdenes de la vida nacional, con una polarización radicalizada entre los factores del poder político que no favorece el dialogo sano y el acuerdo mínimo, ya que  privan los intereses  particulares por encima de los intereses colectivos de la gran mayoría de la nación, que hoy vive una situación calamitosa de minusvalía ciudadana, asfixia económica y sobrevivencia jamás vista en los anales de la república.

La confrontación política  a lo largo de los últimos 20 años ha desgastado al gobierno y     la  oposición por igual, y como consecuencia,   las instituciones y la dirigencia de  partidos políticos, iglesia, sindicatos, fuerzas armadas, universidades, empresarios y medios de comunicación  han perdido credibilidad en la sociedad, y el  país  siente que no  cuenta con interlocutores creíbles, lo que se ha agravado por la   magnitud de las descalificaciones,    que los excluye de un dialogo verosímil. La universidad autónoma venezolana no ha escapado  de la confrontación política partidista que carcome al país, comprometiendo la institucionalidad de  este ente de alto nivel de la vida académica y espiritual de la Nación,  e históricamente  integrante del Estado.

A la vez,  reconocemos que la universidad no es una entidad apolítica y ajena a los problemas y grandes temas del país. Al contrario, ella se debe a “…la tarea de buscar la verdad y afianzar los valores trascendentales del hombre”  y “mediante su contribución doctrinaria en el esclarecimiento de los problemas nacionales”, actividades que ha cumplido tradicionalmente según los artículos 1 y 2 de la Ley de Universidades.

Desapareció  la ponderación entre las  inclinaciones políticas partidistas de su dirigencia institucional y los intereses políticos de la universidad, e  hizo que se perdiera el equilibrio, la mesura y la tolerancia que deben tener los directivos de la academia y del gobierno universitario, conducta  similar que se aprecia en la  actuación gubernamental.  

De  otro lado,  la profundización progresiva de la crisis ha paralizado la vida de las instituciones públicas y privadas, la industria, el comercio, el transporte, los servicios públicos y otros, lo cual obliga a pensar y actuar diferente.  Implica asumir  un esfuerzo titánico para limar sus diferencias y colocar la superación de la crisis como el objetivo principal que inicie una nueva etapa de la vida nacional y abra nuevos horizontes en medio de las dificultades, y  la puesta en escena de programas que corrijan progresivamente las distorsiones que hoy impregnan una cotidianidad en la vida nacional marcada por la desilusión y el deterioro de las instituciones

Una negociación verdadera  entre la universidad y el gobierno debe avanzar en la medida en que las partes acepten perder y ganar,  sin  la imposición de una visión o  el desconocimiento de las corresponsabilidades porque  no  ayudarán a avanzar. La política es la guerra por otros medios, y será el mal menor frente a la confrontación bélica entre las partes.

Jugar a la política es hacerlo con un mínimo de credibilidad entre los dialogantes, con reglas acordadas para ser cumplidas y con árbitros idóneos y moralmente blindados para impedir el favorecimiento  injusto  hacia una de las partes, y para  tratar  de probar el espíritu democrático de los actores.

Hay una contradicción que dificulta el transitar de la ruta jurídica de la universidad.  La legalidad que hoy disfruta el gobierno institucional y sus instancias de cogobierno se las brindó el TSJ al prorrogar  su mandato hasta la realización de las elecciones, que ahora  han sido convocadas por la misma  Sala Constitucional de T.S.J el pasado 7 de agosto, para llevarse a cabo  en un lapso de seis meses sin prórroga,   y bajo la veeduría de una comisión electoral nacional nombrada para garantizar su cumplimiento, decisión que no es aceptada por el mismo gobierno institucional presidido por los mismos rectores, con argumentos suficientemente conocidos. No obstante esta decisión, las  elecciones deben  ser programadas y llevadas a cabo por la universidad con sus propios reglamentos, criterios e intereses, no únicamente orientadas por la sentencia de la Sala Constitucional,  lo que evitaría que la universidad entre en el caos y la crisis por neurosis del país con dos institucionalidades  públicas ejecutivas, parlamentarias, judiciales y fiscales que se acusan mutuamente de usurpación y desacato.

Es importante destacar el valor cualitativo que tiene la búsqueda de acuerdos políticos, cualquiera que sea su dimensión y magnitud. El hombre es un animal político -más allá que lo haya dicho Aristóteles, lo deje ver Hobbes o lo afirme Hegel- que ha evolucionado en el orden de una humanidad desarrollada históricamente en el marco de la cooperación y la solidaridad y, por tanto, capaz  de buscar soluciones y resolver problemas de cualquier índole, en especial los sociales para garantizar  la gobernabilidad y la convivencia que son razones vitales para la conservar y mantener viva la especie humana Sapiens,  que ha llegado a ese estado de desarrollo político porque el acuerdo está presente en la inteligencia Sapiens.

También se debe estimar  que en  Venezuela, el análisis de los temas universitarios, incluido el eleccionario, no puede ser abordado  con prescindencia de la crítica situación económica del país y  reconocimiento de la exagerada dependencia del presupuesto universitario de la asignación de los recursos nacionales provenientes del Estado, de manera que hay que considerar  la necesidad y la conveniencia de que  las Autoridades Universitarias adopten una actitud que  propicie  acercamientos con el Gobierno Nacional, pensando en el bien de la Institución Universitaria, en lugar de  mantener una  postura hostil  permanente,  actuando como líderes Institucionales reales, y no como opositores circunstanciales.  

  Las soluciones completas no siempre se dan porque  algo se quedará sin la anuencia de todos. Igual, existirán factores de la diatriba que quedarán fuera de la situación abordable, por vía de un acuerdo por mayoría, y no del consenso que se da entre pares iguales que no tienen disenso ni diferencias, y que no es el caso de la universidad, y que puede ser una artimaña  para no acordar lo fundamental.

La participación de entes públicos  externos en la solución de esta crisis debe ser sólo un complemento, ya que la responsabilidad primaria es de la universidad. Por ello, no debe encerrarse  entre no votar o acatar la decisión de la Sala Constitucional. Hay otras alternativas basadas  en la autonomía universitaria concatenada en los artículos 109 de la CBRV, 34 de la  LOE y 9 de la Ley de Universidades  que  amparan   una decisión soberana.

La confusión inicial provocada por la decisión 0324 de la Sala Constitucional del TSJ no debe  convertirse en una ganancia para  el gobierno ni en un impedimento para el cumplimiento de una competencia fundamental  de la universidad. Darse su gobierno  es responsabilidad  propia  e innata de la institución,  y  esto debe unir solidaria y prontamente  a la mayoría de   la comunidad universitaria con una  manifestación  autónoma  propia,   y  que no provenga de entes externos usurpadores, o  corporaciones  y grupos de opinión e interés particulares dentro de la institución.

Se debe reforzar la tesis electoral con elecciones libres y con órganos y normas soberanas,  para que la universidad salga de la  anomia en que se encuentra. Admitir y participar en un proceso de elecciones  bajo la  dirección y fines universitarios  para elegir nuevas autoridades   es consustancial con la doctrina universitaria, que además daría legalidad y legitimidad a la nueva dirigencia con la autoridad que requiere su vocería en nombre de la institucionalidad universitaria. Actualmente, las autoridades tienen vencido sobradamente su lapso de ejercicio,  una mayoría de decanos son encargados, representantes profesorales con períodos vencidos,  falta de la representación estudiantil y ausencia de otras representaciones. Además,  la universidad ofrecería una coherencia con  su solicitud de elecciones nacionales.

Proponemos la convocatoria por la Universidad de elecciones democráticas, dentro del marco constitucional y legal del país,  con árbitros confiables y autónomos en sus decisiones y tomando en cuenta la heterogeneidad cualitativa de la institución, ya que la universidad es por definición jurídica, académica  y política un organismo democrático, representativo y alternativo, donde cada miembro de la comunidad universitaria tiene  derecho a ejercer su voto de manera inalienable, exponer sus ideas y decidir en función de una conciencia libre, crítica, transformadora y creadora.


 G Miradas multiples


01 de Noviembre del 2019

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