viernes, 20 de septiembre de 2019

El socialismo en Venezuela ¿Autoritarismo o Totalitarismo?. Por Leonardo Osorio Bohorquez




Imagen: MARCO BELLO/GETTY

El chavismo sin duda ha generado una gran polémica y muchos debates en el contexto de las ciencias sociales. Predominan las discrepancias sobre el problema político.  Muchos varían en calificar al gobierno bolivariano como democracia radical, autoritarismo, populismo, militarismo, dictadura, tiranía.


Muy pocos se atreven a denominar al gobierno actual como totalitario. Consideramos  que esto va más allá de un asunto meramente teórico y académico, ha sido la constante subestimación del chavismo, y no haberlo sabido catalogar apropiadamente lo que ha dificultado el proceso de resistencia y estrategia política.

Los totalitarismos, sobre todo los de carácter comunista como los casos conocidos de la Unión Soviética, Corea del Norte o Cuba, son sumamente difíciles de superar y logran mantenerse largo tiempo en el poder. Son gobiernos resilentes a las crisis económicas y al aislamiento. Se apoyan en un sistema de control, sometimiento y vigilancia sumamente eficiente para mantener el orden interno.

El poder siempre intenta ser invisible a los demás, que el gobierno no sea entendido como un régimen totalitario es una victoria para ellos, porque las armas para enfrentar a un gobierno autoritario no son las mismas para confrontar a un régimen de naturaleza totalitaria.  Para ello es necesario discutir ciertos aspectos teóricos de manera sucinta para marcar diferencias fundamentales.

Son muy conocidos los estudios de Carl Friedrich y Zbigniew Brzezinski quienes establecieron seis  condiciones básicas comunes a todo régimen totalitario, las cuales son:

a) una elaborada ideología, enfocada al logro de un estado de perfección final de la humanidad y basada en un rechazo categórico la sociedad actual; b) un partido único de masas típicamente dirigido  por un solo hombre, que agrupa alrededor de un 10% de la población;  c) el uso sistemático del terror, físico o psicológico, mediante el control  ejercido por una policía secreta, dirigido no sólo contra los “enemigos”  manifiestos del régimen sino también contra grupos de la población  más o menos arbitrariamente seleccionados; d) un cuasimonopolio de  los medios efectivos de comunicación de masas; e) el monopolio del  uso efectivo de las armas de combate, y f) un control centralizado de  la totalidad de la economía a través de la fiscalización burocrática de entidades corporativas formalmente independientes y otros grupos alternos[1] (Friedrich, y Brzezinski, 1968: 21-22).

Tal vez esta sea una de las descripciones más completas de los elementos que definen un régimen totalitario. La revolución bolivariana  posee la mayoría de los rasgos esenciales de un proyecto totalitario: mantuvo constantemente movilizada a la población, hay un fuerte culto a la personalidad mesiánica de Chávez, existe un partido oficial de gobierno como el PSUV, con una policía secreta como el SEBIN y el FAES destinada a reprimir a la población con mayor poder de fuego que las mismas fuerzas armadas, con una hegemonía comunicacional  ante la censura progresiva de los medios de comunicación, y el control de la economía por parte del Estado para someter a la población sobre la base del chantaje de sus necesidades.

Todos esos rasgos se consolidarían con el pasar de los años, no eran claramente visibles desde sus inicios pero si hubo varias señales al respecto. Después de todo, el modelo aplicado a Venezuela fue el estalinista-castrista pero adaptado a un tiempo histórico diferente. Al igual que los otros totalitarismos conocidos,  la importancia dada a la elaboración ideológica es fundamental. El autoritarismo si bien es intolerante a las críticas, permite ideas que no vayan directamente en contra del gobierno, no presta mayor importancia al tema ideológico.

En cambio, el socialismo en el caso del chavismo, busca ser una ideología omnicomprensiva que busca cambiar tanto la realidad material como simbólica de los pobladores. No da espacio a otras visiones, por eso busca la construcción de un hombre nuevo. Todo el que no quiera formar parte del sistema es excluido de los beneficios otorgados por el Estado.

Muchos piensan que el socialismo es solo un slogan por parte del chavismo, pero eso solo implica desconocimiento de sus idearios, pretender acabar con la propiedad privada y el control absoluto de la sociedad es su objetivo fundamental. Para ello el control de la economía es sumamente relevante como hemos señalado en otros trabajos. En los regímenes autoritarios puede haber medianas libertades económicas, como el caso de Pinochet en Chile o Juan Vicente Gómez en Venezuela, en cambio, en los gobiernos totalitarios, la economía está completamente centralizada y planificada por el gobierno.

Esto con el fin de controlar a las masas a partir de su empobrecimiento y la concesión de dádivas a cambio de lealtad política.  Esto ha sido llevado a cabo fielmente por el chavismo, aunque de forma mucho más progresiva debido a un contexto histórico diferente.

Es el llegar al poder por medio de procesos electorales y a jugar medianamente bajo reglas democráticas lo que lleva a algunos autores como John Magdaleno a calificar al chavismo como un autoritarismo “competitivo”. El término pueda resultar contradictorio, es usado en la ciencia política para explicar cómo pese al control institucional, existen posibilidades reales de los grupos adversos al gobierno de ocupar puestos representativos a través de procesos electorales.

El gobierno jugó con esta figura hasta el 2015, última elección supuestamente competitiva que termina con la mayor parte de la Asamblea Nacional en manos de la oposición. Luego de eso en los últimos procesos electorales se ha hecho con poca o nula participación de los partidos opositores ante la falta de condiciones: políticos presos o  inhabilitados, un Consejo Nacional Electoral parcializado y recurrente abuso y chantaje político a través de los recursos del Estado.

Ante esas situaciones se habla ahora simplemente de autoritarismo. Pero se dejan de lado muchos otros factores para el análisis. La movilización de las masas por parte del chavismo como instrumentos de choque fue una característica desde sus inicios. Ya Juan José Linz[2]marcaba diferencias entre el autoritarismo y el totalitarismo porque este último se basaba en una alta movilización de las masas.

Hannah Arendt[3] explicaba como los movimientos totalitarios son organizaciones masivas de individuos atomizados y aislados, la devoción al líder son formas de intentar huir de ese sentimiento de soledad. El culto a la personalidad de Chávez y su endiosamiento posterior como comandante supremo, eterno y líder máximo de la revolución,  es la muestra del intento de construir una devoción que trascienda lo racional para constituir una nueva relación mítica con quien es considerado de acuerdo a la propaganda oficial como el segundo libertador de Venezuela.

El chavismo a pesar de la actual situación económica, todavía cuenta con adeptos, individuos aislados y fanatizados debido a una ideología y propaganda oficial como fue común en el comunismo. Tal nivel de alienación no ocurre bajo gobiernos de corte autoritario. Su proyecto siempre ha sido edificar un totalitarismo, entenderlo de esa manera y explicar sus mecanismos de funcionamiento hará más fácil encontrar una estrategia adecuada para lograr la libertad  los venezolanos.

Referencias

[1] Friedrich, Carl, Brzezinski, Z. bigniew. (1968). Totalitarian Dictatorship & Autocracy. Frederick  Praeger Publishers. USA.  pp. 21-22.

[2] Linz, José. 2000). institucionalidad  Totalitarian  and  Authoritarian  Regimen.   Lynne    Rienner Publishers, Boulder. Colorado.

[3] Arendt, Hannah. (2004). Los orígenes del totalitarismo. Taurus. México.


Ideas en Libertad

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20 de Septiembre del 2019

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