martes, 30 de octubre de 2018

Frente Amplio y despotismo III - Jonatan Alzuru Aponte



La mayor muralla contra el despotismo son prácticas libertarias.
La conciencia que se es libre, aún en un estado de opresión, es la piedra fundante para enfrentar a un régimen despótico. Es una conciencia que debe irradiar al colectivo…  para producir prácticas de protesta, de desobediencia civil, asumiendo las acciones de resistencia y las distintas formas de lucha. Esas prácticas son las experiencias que amalgaman un frente amplio de lucha; donde la exigencia fundamental para el liderazgo sea el testimonio.


Esa conciencia, esa fuerza, está en potencia en el pueblo venezolano.  Es necesario encenderla. La llama de la organización popular es el saberse libre.  Es un acto de la razón y de la pasión. Es un horizonte, pero a su vez, es una práctica consuetudinaria.

¿Es posible sentarse a negociar una salida con el déspota? En política nada se decreta; pero se deben asumir criterios para discernir qué hacer en cada momento. El déspota negociará su salida, si y solo si, está absolutamente acorralado. Para acorralar a un régimen como el venezolano es necesario una movilización de toda las fuerzas sociales y políticas existente en el país. Eso se sentirá por el clima de ingobernabilidad que se logre.

La ingobernabilidad, en el caso específico venezolano, es una expresión del espíritu libertario del pueblo.  En cualquier otro clima, sería muy difícil que el régimen despótico venezolano negocie. Y cualquier llamado al diálogo, por parte del déspota, siempre será una herramienta más de su dominio.

Lograr el estado de ingobernabilidad es uno de los retos más importantes de un frente amplio; porque la gobernabilidad, en el caso venezolano, se traduce como normalización de la dominación y el despotismo. Dos ejemplos gráficos, nuestro país tiene una de las plantas hidroeléctricas más grandes de América Latina y en tiempos pasado era pionera en tecnología. En los actuales momentos, más del 60% del país vive sin luz más de ocho horas al día y lo asume pasivamente porque no tiene otra opción (aunque se sientan algunos estallidos, protestas, como desahogo social; porque no están orientados en una ruta para desplazar al déspota). Siendo un país con una de las reservas gasíferas más grandes de América Latina con una industria que siempre fue pública, actualmente, se cocina con leña en gran parte de los pueblos del interior del país.  Esas son tecnologías de dominación. Al régimen no le interesa el progreso sino la esclavitud de nuestro pueblo, para su exclusivo beneficio.
¿Se debe ir a las elecciones? La decisión de participar o no participar en unas elecciones dependerá del clima social que se logre articular y de la forma cómo se desarrollen los acontecimientos sociopolíticos. 

En un clima de mansedumbre, donde el déspota utiliza todas sus tecnologías para oprimir sin reacción articulada del pueblo o con protestas desarticuladas; con acuerdos de cogollos entre los líderes de la oposición y el régimen despótico, etc… participar en las elecciones es darle más tiempo al régimen para acrecentar la lógica despótica.

En un clima de ingobernabilidad con un espíritu insurreccional, con una organización amplia y engranada, unas elecciones pueden ser la válvula que destranque el conflicto social y termine desplazando al déspota…  es un asunto de pulso y olfato político.  En esto ya hemos tenido suficiente experiencia como para replicar errores.
Los venezolanos tenemos historia de rebeldía, hemos sido un pueblo que marcó rumbos y horizontes políticos en América Latina; es la hora de retomar esas banderas y liderar nuestra propia liberación.

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