La mayor muralla contra el despotismo
son prácticas libertarias.
La conciencia que se es libre, aún en
un estado de opresión, es la piedra fundante para enfrentar a un régimen
despótico. Es una conciencia que debe irradiar al colectivo… para
producir prácticas de protesta, de desobediencia civil, asumiendo las acciones
de resistencia y las distintas formas de lucha. Esas prácticas son las
experiencias que amalgaman un frente amplio de lucha; donde la exigencia
fundamental para el liderazgo sea el testimonio.
Esa conciencia, esa fuerza, está en
potencia en el pueblo venezolano. Es necesario encenderla. La llama de la
organización popular es el saberse libre. Es un acto de la razón y de la
pasión. Es un horizonte, pero a su vez, es una práctica consuetudinaria.
¿Es posible sentarse a negociar una
salida con el déspota? En política nada se decreta; pero se deben asumir
criterios para discernir qué hacer en cada momento. El déspota negociará su
salida, si y solo si, está absolutamente acorralado. Para acorralar a un
régimen como el venezolano es necesario una movilización de toda las fuerzas
sociales y políticas existente en el país. Eso se sentirá por el clima de
ingobernabilidad que se logre.
La ingobernabilidad, en el caso
específico venezolano, es una expresión del espíritu libertario del
pueblo. En cualquier otro clima, sería muy difícil que el régimen
despótico venezolano negocie. Y cualquier llamado al diálogo, por parte del
déspota, siempre será una herramienta más de su dominio.
Lograr el estado de ingobernabilidad
es uno de los retos más importantes de un frente amplio; porque la
gobernabilidad, en el caso venezolano, se traduce como normalización de la
dominación y el despotismo. Dos ejemplos gráficos, nuestro país tiene una de
las plantas hidroeléctricas más grandes de América Latina y en tiempos pasado
era pionera en tecnología. En los actuales momentos, más del 60% del país vive
sin luz más de ocho horas al día y lo asume pasivamente porque no tiene otra
opción (aunque se sientan algunos estallidos, protestas, como desahogo social;
porque no están orientados en una ruta para desplazar al déspota). Siendo un
país con una de las reservas gasíferas más grandes de América Latina con una
industria que siempre fue pública, actualmente, se cocina con leña en gran
parte de los pueblos del interior del país. Esas son tecnologías de
dominación. Al régimen no le interesa el progreso sino la esclavitud de nuestro
pueblo, para su exclusivo beneficio.
¿Se debe ir a las elecciones? La
decisión de participar o no participar en unas elecciones dependerá del clima
social que se logre articular y de la forma cómo se desarrollen los acontecimientos
sociopolíticos.
En un clima de mansedumbre, donde el déspota utiliza todas sus
tecnologías para oprimir sin reacción articulada del pueblo o con protestas
desarticuladas; con acuerdos de cogollos entre los líderes de la oposición y el
régimen despótico, etc… participar en las elecciones es darle más tiempo al
régimen para acrecentar la lógica despótica.
En un clima de ingobernabilidad con
un espíritu insurreccional, con una organización amplia y engranada, unas
elecciones pueden ser la válvula que destranque el conflicto social y termine
desplazando al déspota… es un asunto de pulso y olfato político. En
esto ya hemos tenido suficiente experiencia como para replicar errores.
Los venezolanos tenemos historia de
rebeldía, hemos sido un pueblo que marcó rumbos y horizontes políticos en
América Latina; es la hora de retomar esas banderas y liderar nuestra propia
liberación.
No hay comentarios:
Publicar un comentario