El país se desangra
ante una oposición abstencionista extraviada que sigue entrampada en el “todo o
nada” a pesar de los fracasos de las estrategias insurreccionales del pasado
(“salidas” 2014 y 2017) y más recientemente del pasado 30 de abril. Es una
oposición que se aferra en seguir cubanizando la crisis venezolana al
transferir a manos de Mr. Trump y su triada guerrerista, Mike Pompeo, Elliot
Abrams y John Bolton la solución de nuestra crisis socioeconómica y
política.
La política del
movimiento opositor se caracteriza por su negativa al retorno a la ruta
electoral, mientras Maduro siga en el poder, así como en el rechazo para
construir un basto movimiento político-electoral para enfrentar al régimen
facho-bolivariano. Para ellos es más importante que el anémico intelectual
de Miraflores siga allí ilegítimamente que ir a votar para separarlo del poder. Ello
a pesar de que una inmensa mayoría de los venezolanos reprueban la gestión del
iletrado de Miraflores.
La dirección opositora pretende que el país asuma la
política suicida de dejar en manos de Mr. Trump y su triada la solución de la
crisis que nos afecta. Su estrategia se resume en un inmediatismo desenfrenado,
una cadena de promesas inviables y un aventurerismo guerrerista que puede
terminar en una tragedia de grandes dimensiones. Es una oposición “alérgica” a
cualquier negociación y cuando acude lo hace en forma clandestina y con la
premisa de una rendición incondicional de la contraparte. Incurre en el error
de negarse a negociar una salida electoral con un contrincante y no un enemigo
al cual hay que doblegar y exterminar. Asistir a la mesa de negociación de
Barbados con la concepción schmittiana (Carl Schmitt) de amigo-enemigo presagia
un gran fracaso.
El camino para retornar a la ruta electoral no es
fácil, en particular pues ha sido la misma oposición la que se ha encargado de
desnaturalizar el valor del voto popular como instrumento de lucha. Bajo la
falsa premisa de que dictadura no sale con votos (ignorando
las experiencias de Chile, Polonia, Hungría, Checoeslovaquia, Republica
Democrática de Alemania, entre otras) han abrazado el sendero fantasioso del
golpe militar y/o de la invasión multinacional, ambas opciones aderezadas con
la violencia. Otros, además reclaman mayores sanciones económicas al régimen
por parte de la comunidad internacional (Grupo der Lima, Comunidad Europea,
OEA), las cuales solo han servido para profundizar la vieja crisis humanitaria
y fortalecer al régimen. No hay que olvidar que la América Latina y la
comunidad europea han expresado en forma reiterativa que se opondrán a
cualquier intervención militar extranjera o golpe militar.
La negativa a participar en cualquier proceso
eleccionario, aludiendo la falta de condiciones electorales equilibradas tales
como: CNE parcializado, migración de votantes, chantaje a los electores, Plan
República, intimidación de los colectivos, entre otras- equivale a ignorar el
carácter autoritario-militarista del proyecto facho-bolivariano. La realidad es
que desde la llegada al poder del proyecto chavista (1998) todas las elecciones
celebradas en el país han sido sin condiciones ideales. Miraflores siempre ha
ejercido un control férreo sobre el poder electoral. Sin embargo, a pesar de
ello hemos ganado gobernaciones, alcaldías, consejos legislativos y la asamblea
nacional. Además, quienes aseveran que con el voto se legitima el régimen
de Maduro navegan en las profundidades del mar del absurdo. Estos mendigos de
la inteligencia se olvidan de que los regímenes autoritarios no necesitan
legitimarse mediante el voto, se mantienen en el poder con la fuerza de las
bayonetas. Los abstencionistas se han transformado en el mejor aliado del
Maduro al destruir la confianza y el valor del voto ciudadano.
Han transcurrido 6
meses desde la proclamación simbólica de Guaidó y a pesar de todo su esfuerzo y
abnegación, Maduro sigue aposentado en Miraflores, sin dar evidencias de su
salida. La operación libertad no ha pasado mas allá de una consigna
movilizadora, pero sin frutos tangibles. Es hora de rectificar y no insistir en
recorrer atajos que ya han demostrado su inefectividad en lograr los cambios
que reclama la mayoría de los venezolanos. Hay que despojarse de todo prurito e
ir a un proceso de negociación transparente que permita la celebración de
elecciones generales con observación internacional. La salida de Maduro no debe
ser un prerrequisito para lograr dicho acuerdo. Por la parte opositora se
requiere una rectificación estratégica, una verdadera unidad de acción, pero
sobre todo voluntad y coraje político.
Hay que decirle basta
a los vendedores de promesas vacías, a los voluntaristas, a los promotores de
fantasiosas aventuras militaristas (invasiones, golpes, TIAR). Ya estamos
cansados de escuchar a los guerreristas decir “de que todas las opciones
están sobre la mesa (Trump)”, “a Maduro le queda corto plazo (Claver-Carone)”
“con Maduro en el poder son imposibles unas elecciones (Abrams)”.
Entendamos que para lograr el cese de la usurpación es imprescindible retomar
la vía electoral.
José R. López
Padrino M.D. Ph.D.
Mount Sinai Medical Center
4300 Alton Road
Harry Pearlman
Biomedical Research Institute
Miami Beach, FL 33140
Harry Pearlman
Biomedical Research Institute
Miami Beach, FL 33140
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