1. ¿Cómo
se mantiene todavía en el poder alguien tan incompetente como Maduro,
deslegitimado por quebrar las normas éticas, legales y morales que debía
respetar, con un entorno internacional cada vez más adverso y repudiado por la
inmensa mayoría de los venezolanos?
Por complicidad del alto mando militar y gracias a la
seguridad de estado instrumentada desde Cuba.
Chávez desmanteló el Estado de Derecho para
reemplazarlo con un Estado
Patrimonial, que confunde el patrimonio público con el de la jerarquía militar
y civil en el poder. Afianzó un régimen de
expoliación, es decir, un
arreglo orquestado con base en relaciones de fuerza derivadas de la estructura
de poder para depredar la riqueza social, en desapego a criterios de
racionalidad económica. Por ende, no está sujeto a normas sino a
transacciones de naturaleza política que truecan obsecuencia y lealtad por el
derecho a participar en tal depredación. Favorece la formación de mafias que
rivalizan entre sí en el despojo de lo que consideran “cotos de caza”. Condena
al país a la mayor miseria y al hambre.
Su apoyo
fundamental proviene de elementos hegemónicos de la Fuerza Armada, deliberadamente
corrompidos para hacer de ellos cómplices: Vladimir Padrino López, Antonio
Benavides Torres, Néstor Luis Reverol, Fabio Zavarce, Gustavo González López y
otros, manchados con la sangre de los jóvenes asesinados por la represión
desmedida que ordenaron y de las numerosas muertes por hambre o por no
conseguir medicamentos, a consecuencia de la desidia del régimen del que se
benefician. Junto a altos
funcionarios, exmilitares y amigotes, constituyen una nueva oligarquía que
controla nodos decisorios sobre buena parte de la economía venezolana, en
particular, sobre las oportunidades de extraer rentas. Cuentan con el monopolio
de los medios de violencia del Estado que complementan armando a bandas
paramilitares delincuentes. En complicidad de un poder judicial viciado,
ejercen un terrorismo de Estadoen contra de quienes protestan o
realizan actividades que amenacen su control sobre la población.
Esta oligarquía se
ampara en simbolismos maniqueos de la mitología revolucionaria para erigir una falsa realidad que culpa a otros de
sus desmanes y legitima su depredación, en nombre de un “socialismo del siglo
XXI”. Su régimen es populista, pero teniendo en cuenta su militarización y
afición por la violencia, un término más preciso es neofascista.
Un locus de decisión
muy importante reside en quienes están al mando del Estado cubano, con gran
experiencia en materia represiva, quienes controlan a Maduro. La aquiescencia
de la oligarquía con éstos, como con acreedores chinos y rusos, es traición a
la patria, pues es a expensas del saqueo de recursos del subsuelo y de
renunciar a reclamos territoriales.
2. ¿Cómo un
país, otrora entre los más prósperos de la región y ejemplo de democracia en
América Latina, pudo llegar a esto?
Chávez capitalizó
la naturaleza populista, clientelar, de la democracia venezolana para arribar
al poder.
El ingreso
petrolero y el sesgo ideológico-político de quienes forjaron el régimen
democrático devino en una economía y una sociedad tutelada por el Estado. El
manejo de la renta petrolera enraizó un contrato social mediante el cual las
mayorías apoyaban al gobierno a cambio de que mejorara en forma palpable sus
condiciones de vida. Un modelo proteccionista orientado al mercado interno, con
una moneda fuerte para importar insumos y equipos, rentabilizó la inversión
privada, generando crecimiento y empleo, sujeto a que la renta siguiese
aumentando. Cuando la crisis de este modelo impidió al gobierno cumplir con su
parte del contrato, los que tenían poder de negociación con el Estado pudieron
defenderse, pero muchos quedaron excluidos. En un país imbuido en el culto al
héroe –Bolívar-- fueron presa fácil de alardes mesiánicas prometiendo cumplir.
La renta fomentaba la ilusión de que, con voluntad, ello era posible, pero la
partidocracia y la corrupción se interponían al disfrute de un mayor bienestar
que, por derecho, le correspondía a cada uno. Tal demagogia encontró caldo de
cultivo en la carencia de cultura ciudadana, en la cual los derechos no
dependen del cumplimiento de los deberes, la tradición clientelar y porque
primaba una cultura política de izquierda, estatista, donde nadie reivindicaba
ser de derecha.
Los intentos de
cambiar el modelo con CAP fueron incomprendidos. Sus costos iniciales, el
malestar por el despelote del liderazgo político tradicional y la crisis
financiera fueron capitalizados por Hugo Chávez, quien procedió a barrer con la
institucionalidad democrática para acaparar de forma excluyente el poder.
3. ¿Cómo
puede Venezuela superar la presente tragedia?
Cambiando de gobierno, y de modelo político y
económico.
Esta verdad de Perogrullo tiene dos vertientes. El cambio de gobierno
requiere de una correlación de fuerzas capaz de provocar la salida de la
oligarquía depredadora. Ello implica resquebrajar sus bases de poder y
fortalecer una opción democrática unida, plasmada de un proyecto alternativo
libertario y de justicia capaz de entusiasmar a la población, bajo un liderazgo
tenaz y consecuente. El Plan País, en sus dos versiones –La
Venezuela que Viene y el Día Después—constituyen un buen
comienzo. A través de su discusión entre amplios sectores de la sociedad, debe
traducirse en lineamientos concretos que hagan suyos. Es necesario seguir
fortaleciendo los nexos con la comunidad democrática internacional, entre ella
el Grupo de Lima, para achicar las posibilidades de despojo de las mafias e
impedir su disfrute. Pero sin esa gran fuerza democrática interna capaz de
articularlo con otras acciones, no es suficiente.
A los militares
hay que confrontarlos con la terrible tragedia de la cual son responsables por
ser el sostén principal de Maduro. Los que no sean cómplices del infame crimen
que se ha instalado deben pronunciarse contundentemente contra la farsa de su
supuesta reelección para que las mafias entiendan que con ellos no cuentan.
¿Qué tienen que sobreponerse a la contrainteligencia cubana, poniendo en
peligro su carrera, su libertad y hasta su vida?, ¡Sí! Pero ellos decidieron la
carrera de las armas para defender la patria, no a la escoria que la traiciona.
Que no mancillen el legado del Ejército Libertador pues, si no, ¿Qué los
distingue de los asesinos fascistas que su anuencia perpetúa en el poder?
Una vez
desalojados los criminales, debe instrumentarse un programa, con apoyo
mayoritario, que eche las bases de una economía competitiva capaz de sostener
el crecimiento con equidad. Es imprescindible un programa de estabilización con
financiamiento internacional que derrote la hiperinflación y sustente un
mercado cambiario único de libre concurrencia, con garantías a la propiedad y
procesales para la iniciativa privada. Es menester forjar consciencia de que la
defensa de conquistas laborales, de consumidores, ecológicas y de grupos
vulnerables, pasa por cumplir deberes ciudadanos en resguardo de la
institucionalidad democrática. La economía social de mercado debe reemplazar al
PetroEstado. La renta petrolera no será manejada por los gobiernos, si no por
fondos blindados en sus reglas de asignación y gasto, que la invertirán en
función de objetivos consensuados: infraestructura, servicios,
educación y salud, la consolidación de un sistema de seguridad social moderno y
sostenible, y en otras externalidades que faciliten la transición hacia una
economía competitiva con equidad.
Humberto García Larralde, economista, profesor de la UCV, humgarl@gmail.com
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