Hace menos de 48 horas se documentó por redes sociales una situación de
falta de energía eléctrica en todo el centro hospitalario, con consecuencias
negativas para los pacientes. Las redes sociales hablan de varios fallecidos.
Los personeros relacionados con la falla eléctrica reportaron, como explicación
a los hechos, actos de sabotaje a instalaciones del servicio de energía.
¿Cuán frecuente sucede esto en el país?
Lamentablemente, este evento, que fue noticia durante el fin de semana
en el Hospital Universitario de Caracas, ha sido un fenómeno recurrente en los
hospitales venezolanos. No solo la falta frecuente de energía eléctrica, sino
también los eventos negativos asociados a esta situación.
Según la Encuesta Nacional de Hospitales, que tiene un monitoreo de la
situación en los 40 centros hospitalarios más importantes del país, se han
documentado, desde el 15 de noviembre del 2018 hasta el 15 de enero del 2019,
los siguientes indicadores:
·
158 reportes de fallas de energía eléctrica.
·
1.04 cortes de energía promedio en cada hospital por día.
·
2.92 horas de promedio de en cada corte de energía.
·
24 eventos de falla de energía coincidentes con 49 fallecidos durante la
falla.
·
49/158 (33%) de los eventos de fallas de energía reportaron fallecidos;
cada 3 fallas de energía falleció un paciente.
·
La fallas de energía con fallecidos se concentraron en 10 hospitales (de
los 40 monitoreados).
·
En los hospitales que han reportado fallecidos asociados a fallas de
energía, el fenómeno ha sido repetitivo en el tiempo.
·
El 18% de los hospitales indicaron desperfectos en los equipos críticos
posteriormente a los fallos de energía.
·
Solo el 55% de las plantas eléctricas funcionan en los hospitales
monitoreados.
Estos datos reflejan una situación estructural, crónica, cuya
explicación obedece más a razones de desinstitucionalización con afectación de
servicios básicos que a posibles “sabotajes” en la red de energía eléctrica.
¿Cómo afecta la falla de energía a la salud?
Hemos sido insistentes en el concepto de la relación temporal entre la
falla de energía eléctrica y un evento negativo (muerte, suspensión de
intervención quirúrgica, modificación de esquema de tratamiento, interrupción
de tratamiento, retraso de esquemas de tratamiento, fallas en servicios de
apoyo que requieren energía) como eventos “relacionados” y no necesariamente
causales en todos los casos.
La mayoría de los eventos más graves (muertes) se producen en el grupo
de pacientes más frágiles: aquellos que están en unidades críticas (terapia
intensiva de adultos, terapia intensiva neonatal, pabellones, unidades de
diálisis, etc.). Para mantener sus signos vitales, estos pacientes requieren de
sofisticados aparatos que funcionan parcial o totalmente con energía eléctrica:
soportes ventilatorios (llamados habitualmente “respiradores”), incubadoras,
bombas de infusión de medicamentos, y sistemas de monitoreo complejos. Al
momento del fallo sin aviso, la situación genera una crisis de magnitudes
difíciles de prever.
Imaginemos una terapia intensiva con 6 pacientes conectados a
ventilación mecánica en los cuales hay una falla eléctrica que afecta los
soportes avanzados de vida (respiradores, oxígeno, presión de aire e infusión
de medicamentos). El personal puede suplantar la falla de ventiladores de
manera manual (utilizando un aditamento llamado “ambú” –una especie de bolsa
colapsable que bajo actividad manual puede movilizar aire hacia los pulmones–)
y requeriría tener personal de salud dando ventilación “manual” durante todo el
tiempo que dure la falla.
Además de una persona por cada paciente en ventilación mecánica, los
sistemas de generación de oxígeno de alta concentración pueden ser suplantados
con bombonas (una para cada paciente), y los medicamentos de uso endovenoso
deben colocarse de forma manual a dosis que algunas veces deben ser
monitoreadas minuto a minuto por algún otro personal de salud experimentado. En
conclusión, cada paciente crítico requiere de al menos 4-6 personas para
suplantar los soportes avanzados de vida de forma rápida y eficiente.
Algunas condiciones, como las de incubadoras o ventiladores de neonatos,
son mucho más complejas de suplantar, así como algunos otros eventos, tales
como posibilidad de traslado de pacientes graves a unidades críticas en
ascensores, luz eléctrica al momento de una cirugía, y medidas de resucitación
en emergencia.
En promedio, del 10% al 20% de todos los pacientes hospitalizados en los
centros asistenciales cumplen con alguna de estas características de condición
critica. Por otra parte, los fallecidos no son las únicas consecuencias
negativas de las fallas de energía. Los equipos de diagnóstico (radiología,
laboratorios, etc.) pueden verse afectados por la irregularidad en el servicio
eléctrico. También equipos de radioterapia, tomógrafos y resonadores pueden ser
afectados por la falta de energía, lo cual sin duda modifica y retrasa la
capacidad real de estos servicios, con consecuencias negativas para los
pacientes.
Un elemento conexo en estas muertes, que ocurren en momentos de falla de
energía, es que no quedan registradas como tales. En los certificados de
defunción se expresa la condición médica basal del paciente, y no hay registro
de causa de muerte (al menos de forma explícita), de la falla energética como
precipitante de la causa.
Es particularmente notorio que los eventos donde coincide la falla de
energía y el fallecimiento durante la falla se han producido de forma
repetitiva en la mayoría de los hospitales. Esto implica no solo el hecho
formal del episodio, habla también de la poca capacidad para evitar estas
consecuencia en eventos a posteriori; es decir, pareciera haber muy
poca capacidad real desde las autoridades locales hospitalarias para evitar que
fallezcan pacientes en eventos consecutivos. Esto puede ser la expresión de la
alta frecuencia y larga duración de los eventos o incapacidad para relacionar
estos hechos con sus verdaderas causas.
¿Cómo funcionan los sistemas de energía hospitalarios?
Por normativa de construcción y seguridad, el sistema de energía
eléctrica de los hospitales, al menos en sus servicios críticos, está dotado de
varios sistemas de seguridad. El primero es una alimentación redundante, es
decir, estar conectados a circuitos duales o estaciones de transmisión
diferentes con sistemas que automáticamente detectan fallas en el sistema
primario y se sobrepone el sistema secundario cuando todo esto falla. Esto
implica un fallo masivo de energía en la ciudad, que es cuando la planta
eléctrica viene a suplantar la energía necesaria.
Es importante señalar que en Venezuela no se han construido hospitales
generales en los últimos 30 años (con alguna excepción muy puntual). Esto
implica que los sistemas de seguridad para garantizar la energía deben ser
mantenidos y actualizados, en particular cuando la falla de energía en la
población general tiene cada vez más interrupciones, lo cual se traslada
a interrupciones en los hospitales.
Lo claro es que, cuando no hay energía eléctrica en estas zonas críticas
hospitalarias, han fallado varios sistemas de protección de forma consecutiva o
simultánea. En el reporte sobre fallas de electricidad en hospitales del 15 de
noviembre del 2018 observamos que solo el 55% de las plantas eléctricas
funcionaban en los hospitales más importantes del país, lo cual da una idea de
la capacidad de mantenimiento del servicio con la última estrategia de
protección (el mismo Hospital Universitario de Caracas reportó una situación
similar con un fallecido la semana del 15 de diciembre del 2018).
Implicaciones de fallas simultáneas de servicios
Lamentablemente, la situación de los servicios básicos (agua, presión de
aire, gases medicinales, etc.) también presenta déficits severos. El mismo
Hospital Universitario presenta un grave déficit de suministro de agua que contabiliza
semanas a estas fechas. La combinación de fallas en servicios como estos puede
tener un efecto negativo más potente que cada uno de ellos por separado. Quizá
la falla de energía sea uno de los más críticos, ya que buena parte de los
otros servicios no pueden entregarse sin energía eléctrica.
Cada vez es más
frecuente en redes sociales el reporte de situaciones donde se termina una
operación con las luces de los celulares de los médicos. Mas allá de lo
estrictamente anecdótico, es muy preocupante que los sistemas de control de
amenazas para los hospitales presenten estos niveles de precariedad. Y es igual
de preocupante la incapacidad manifiesta para atender, corregir y evitar estos
eventos; sobre todo porque la tendencia observada indica que las interrupciones
en el servicio de energía eléctrica lejos de mejorar pueden empeorar.
Fotografía de Julio Castro
15/01/2019
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