El 14 de marzo de
2018, en el Palacio de las Academias, la correspondiente a las Ciencias
Físicas, Matemáticas y Naturales presentó el libro Retos
y oportunidades de la seguridad alimentaria y nutricional en las Américas El
punto de vista de las Academias de Ciencias. IANAS Reporte Regional. Noviembre
2017 (incluido como archivo anexo), el cual contempla un
capítulo relacionado con nuestro país (: 595 – 636) elaborado colectivamente
por un grupo de profesionales e investigadores venezolanos y que lleva por
título el mismo que usamos para identificar esta reseña.
En el mismo se señala
que resolver las ingentes fallas en seguridad alimentaria y nutricional en
Venezuela es un compromiso inaplazable. La producción sostenible de alimentos y
una menor dependencia de importaciones solo podrá garantizarse a través del
conocimiento e inversión. Las oportunidades son para los productores, la
comunidad científica, las Academias y para un Estado que garantice libertades
políticas y económicas en beneficio del pueblo Venezolano.
De inmediato transcribimos
el resumen del caso Venezuela, invitando a los interesados a su lectura,
destacando que el libro contiene información sobre el país y el continente de
difícil ubicación rápida.
Venezuela es un
petroestado con políticas de controles de precios, de cambio, alta inflación,
contracción de la producción y transformación por expropiaciones,
confiscaciones, invasiones; con control gubernamental, militar y político de la
producción, importación, distribución y comercialización de alimentos.
El Estado, único
proveedor de ciertos alimentos básicos, nacionalizó la distribución de insumos
y semillas. La caída de la renta petrolera y la dependencia de importaciones
debilitó la producción agropecuaria que, no compensada con importaciones, ha
producido desabastecimiento y escasez a niveles críticos (>50%) de ciertos
rubros y de alimentos regulados, principales aportadores de energía y
nutrientes.
La inflación
alimentaria fue de 315% en 2015; será, al menos, del doble en 2017.
Ausencia de inversión
en infraestructura, restricciones de acceso a divisas para insumos, semillas,
maquinarias, equipos y repuestos; fijación de precios por debajo de costos de
producción, inseguridad jurídica sobre la propiedad e inseguridad personal, han
afectado la producción, la agroindustria, la investigación agrícola y formación
de talentos.
Los programas de
alimentos son un subsidio universal no dirigido a la población más vulnerable.
El Estado ha
implementado operativos de distribución racionada de alimentos regulados que
generan largas filasen expendios; creó los Comités Locales de Abastecimiento y
Producción (CLAP) para distribuir alimentos selectivamente.
El consumo promedio de
energía está por debajo de los requerimientos (adecuación de 94.1%).
Informes oficiales
reportan disminución de la desnutrición infantil de 1999 a 2013, pero a 2016,
organizaciones oficiales y no oficiales revelan empeoramiento de la
desnutrición, con dimensiones humanitarias en las parroquias pobres estudiadas.
La dieta es monótona, no saludable, insuficiente, con problemas de
disponibilidad/acceso.
Según ENCOVI 2016,
81.8 % de los hogares son pobres, 51.5 % en pobreza extrema mucho ingieren dos
o menos comidas al día; 74.3% reporta pérdida de peso no controlada (8.7-9 kg
en 2016). El sector agrícola/ pecuario venezolano posee ventajas comparativas
para muchos rubros.
Cambios en políticas
macroeconómicas y microeconómicas podrán potenciarlas, crear competitividad,
fortalecer las cadenas de valor, sustituir importaciones/incrementar
exportaciones cambiar el saldo negativo de la balanza comercial agroalimentaria
para garantizar la comprometida seguridad alimentaria y nutricional actual de
la población venezolana.
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