Todos
los indicadores económicos, sociales, institucionales y políticos nos muestran
un país sumergido en la peor crisis de su historia republicana. Pero por encima
de la inflación, la escasez o la falta de un empleo estable y bien remunerado
que permita cubrir las necesidades básicas de subsistencia y bienestar, la
inseguridad es, sin dudas, el mayor problema que han venido enfrentando los
venezolanos en los últimos años.
Las
cifras son aterradoras, desde enero del 2010 hasta diciembre 2014, habían
perdido la vida en forma violenta más de 90 mil personas, esto es algo así como
375 muertes cada semana, o en otras palabras, tres homicidios cada hora. En el
2013 hubo casi 26 mil homicidios, en el 2014: 24.980, en el 2015: 27.875 venezolanos
fueron asesinados por el hampa; y en los 17 años que van de “revolución
bolivariana”, se pueden contabilizar 250 mil ciudadanos que han perdido la vida
en manos de la delincuencia en nuestro país. Las estadísticas son
catastróficas, lo que los criminólogos
llaman “tasa de homicidios”, que es la cantidad de homicidios por cada
100 mil habitantes, en Venezuela está por el orden de 90 homicidios por cada
cien mil habitantes, que pone a nuestro país como el más violento del mundo,
solo por debajo de Honduras. Si revisamos esta tasa de homicidios en nuestro
continente, nos encontraremos que en Colombia es de 34, en Brasil es de 30, la
de México es de 22, con todos los escándalos producto de las operaciones de los
carteles del narcotráfico en ese país.
Hablamos
que Venezuela tiene cuatro veces más homicidios que México y casi el triple de
homicidios que Colombia. Y para colmo de males, funcionarios policiales,
activos o en situación de retiro, en un gran porcentaje están vinculados a
delitos de extorción, abuso de autoridad, cobro de vacunas y corrupción
policial, bandas desmanteladas e integradas por funcionarios de los distintos
cuerpos policiales (Cicpc, policías estadales, municipales, guardias nacionales
o funcionarios del Sebin). Esto fue reconocido, hace algunos años, por el
entonces Ministro de Interior y Justicia, Tareck El Aissami, cuando señaló
oficialmente que en más de un 20 % de los delitos que ocurrían en el país,
estaban metidas las manos de funcionarios policiales. La cantidad de planes de
seguridad, puestos en práctica por la “revolución” en estos 17 años, supera las
dos decenas y sus resultados han sido un rotundo fracaso. En Venezuela el hampa
sigue mandando.
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