Cuenta una fábula popular que en una fiesta en el
llano se le aproxima a un convidado un personaje sombrío que lo conmina a que
se vaya con él. Aterrorizado, reconoce que está en presencia de la muerte y
sale huyendo a todo galope en su caballo por la noche oscura, tan sólo para
estrellar su cabeza contra una rama y caer mortalmente herido. En su último
aliento divisa a su tenebroso interlocutor de hace poco quien le increpa: “¿por
qué te fuiste tan lejos si sabías que te tocaba?”
Viene al caso este cuento por el empeño criminal
del Madurismo de aferrarse al poder cuando ya está cantado que su gobierno no
tiene vida, que todo se acabó para ese experimento funesto que llamaron
“socialismo del siglo XXI”.Su manejo de lo económico ha fracasado
estrepitosamente. No solo son –somos- los economistas venezolanos y los
analistas internacionales los que le han señalado la necesidad de rectificar
sus políticas, así como las medidas para aliviar los graves padecimientos de la
población, sino hasta Unasur se lo ha sugerido. Pero el gobierno impertérrito.
No sólo se niega a cambiar las políticas que metieron al país en el agujero
negro en que se encuentra, sino que saca al ministro Pérez Abad, quien había
iniciado un proceso muy tímido de sinceración de precios y de ajuste en el tipo
de cambio, para atrincherarse aun más en su afán de controlar todo y doblegar
al quehacer económico. Las colas cada vez mayores, las protestas cada vez más
extendidas, los testimonios cada vez más numerosos de fatalidades por
desabastecimiento de medicamentos y por malnutrición, le tienen sin
cuidado. Aunque no hay forma de revertir esta tragedia sin rectificar el
rumbo perverso a que nos han condenado, Maduro sigue en sus trece.
Frente a esta negligencia criminal, a las fuerzas
democráticas no les quedó más remedio que apelar al procedimiento
constitucional del referendo revocatorio para relevar al actual gobierno.
Ello ha encontrado amplio respaldo en un pueblo desesperado por la situación a
que se ha visto sometido, como lo atestiguan todas las encuestas. Ya sólo el
puñado de fanáticos y enchufados defienden a este desgobierno. El Madurismo
tiene los días contados. Todo se derrumbó.
Pero nada, insisten en poner todo los obstáculos
imaginables a la expresión de la voluntad popular, tratando de sabotear la
realización del referendo revocatorio este año, a pesar de que ello
irremediablemente acentúa el repudio popular al régimen. La afirmación hoy de
Tibisay Lucena de que la recolección de firmas “podría” realizarse en octubre y
el referendo en 2017 es un nuevo ultraje a la democracia y al sentir de la
gente. ¿Por qué ese empeño en enterrar de una vez por todas su legitimidad, en
achicar aun más su ya disminuida base de apoyo? ¿Creen que los venezolanos nos
vamos a quedar con los brazos cruzados? Pero aun suponiendo que saboteen el
referendo este año, ¿qué les espera? ¿Que, por arte de magia, se revierta el
rechazo en su contra y vuelvan a ganarse el favor de los venezolanos? ¿Por qué
seguir cavando la tumba del chavismo, cuyo futuro político está ya tan
comprometido?
Fiel a su naturaleza fascista, la política no la
conciben en términos de un juego democrático para disputarse la confianza de la
gente. La política para ellos es la extensión de la guerra por otros medios
–revirtiendo a Clausewitz- y el ejército está bajo su control. ¿Cuánta
represión, cuántos muertos costará este empeño, destinado irreversiblemente al
fracaso, de permanecer en el poder? ¿Hasta cuándo van a aguantar los militares
ser los malos de la película sosteniendo a un gobierno que no tiene sustento alguno
y que la gente aborrece cada vez más? ¿Creen realmente Maduro y los suyos que
su verborrea comunistoide los absolverá, que podrán pasar como
“revolucionarios” campeones del pueblo? ¿Por qué esa negativa a negociar una
salida mínimamente honrosa que le ahorre a los venezolanos mayores penurias?
Pero no, ofrecen sólo sangre y miseria.
Como han insistido tantos analistas, el costo de
salida para la oligarquía militar civil que controla el poder es excesivamente
alto. No es solo desprenderse de las oportunidades de lucrarse sin miramientos
con los sistemas de controles, la extorsión a empresas y comerciantes, con el
usufructo discrecional de un dólar subsidiado, de los contratos, compras y
demás negocios hechos a la sombra, sin transparencia ni rendición de cuentas.
No. Es que muchos saben que serán imputados por los numerosos delitos
cometidos. ¿A dónde podrán ir para disfrutar de sus fortunas mal habidas? ¿Se
conciben llevando una vida de simples ciudadanos sin las deliciosas prebendas
del poder que los ha convertido en una oligarquía tan despreciable? Sabiendo
que tienen todo que perder, prefieren quemar sus naves antes de tender puentes
a ese pueblo que dejó de creer en ellos. La conflagración final antes de
reconocerse perdidos.
Pero no tienen escapatoria. ¿Por qué someter
cruelmente al país a tanto sufrimiento, si saben que de todas formas se les
acabó el festín? Lamentablemente, el fascismo es así. La dirigencia
democrática no puede dejar que atropellen de esta manera al pueblo. Se acerca
su hora estelar.
Sin escapatoria
Humberto García Larralde, economista, profesor de la UCV, humgarl@gmail.com
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