El tira-y-encoje entre ciencia y religión, a lo largo de su historia, ha
contado con una variedad de episodios, escenarios y épocas que han quedado
registrados y archivados para la posteridad en diversos documentos escritos y
libros. Algunos relacionados con los inicios de la ciencia occidental, a
principios del Renacimiento, fueron sometidos a posteriori al
ojo inquisidor del Santo Oficio cuyo índice de libros prohibidos (creado en
1571) fue in crescendo. En materia de filosofía natural (ciencia
antigua y medieval), la producción bibliográfica generada por Giordano Bruno
(1548?-1600) [junto con la de Copérnico (1473-1543), Kepler (1571-1630) y
Galileo (1564-1642)], constituye una de la más emblemática de dicho conflicto,
debido a su presunto contenido altamente herético de aquellos tiempos, y que le
costó la vida en 1600.
En la segunda mitad del siglo 16, el ambiente intelectual en los estados
pontificios y en sus estados vecinos (Venecia, Toscana, etc), ya conocían a un
personaje que estaba introduciendo ideas heterodoxas no sólo en Italia sino en
Europa. Inspirado, tal vez por el libro -posteriormente censurado y
cuestionado- Sobre las Revoluciones de las Orbes Celestes de
Copérnico, Bruno se atrevió a afirmar que vivimos en un universo infinito
repleto de mundos donde seres semejantes a nosotros podrían rendir culto a su
propio Dios. Bruno tenía también una concepción materialista de la realidad,
según la cual todos los objetos se componen de átomos que se mueven por
impulsos
Sus revolucionarias ideas sobre el universo y la religión le valieron la
implacable persecución de los inquisidores de Roma, que lo procesaron y lo
condenaron a morir en la hoguera
Giordano Bruno pasó siete años en la cárcel de la Inquisición en Roma,
junto al palacio del Vaticano. Sus mazmorras eran famosas y temidas. Se
encerraba a los prisioneros en celdas oscuras y húmedas, desde las cuales se
podían oír los gritos de los torturados y donde el olor a cloaca era
insoportable. Cuando compareció ante el tribunal, en enero de 1599, era un
hombre delgado y demacrado, pero que no había perdido un ápice de su
determinación: se negó a retractarse y los inquisidores le ofrecieron cuarenta
días para reflexionar. Éstos se convirtieron en nueve meses más de
encarcelamiento.
La escenificación va en aumento a medida que Bruno se encamina a una
muerte segura. White, uno de sus biógrafos, lo imagina en la soledad de su
diminuto cuarto de reclusión, día a día, noche a noche, infierno tras infierno:
“allí estaba, sumido en la oscuridad mientras empezaba a dudar de sí mismo. Se
acurrucó en un rincón de su celda, intentando no percibir el hedor a cloacas y
humedad, negándose a escuchar el gotear del agua y los gritos de otros
prisioneros agonizantes en celdas cercanas (...) por un instante se precipitó
en una incontrolable espiral y notó cómo la frente se le perlaba. Un sudor
helado cubrió todo su cuerpo. Podía ver ante él el ávido rostro del inquisidor
y las llamas, siempre las llamas.”
El 21 de diciembre de 1599 fue llamado otra vez ante la Inquisición,
pero él se mantuvo firme en su negativa a retractarse. El 4 de febrero de 1600
se leyó la sentencia (exactamente 392 años antes del ominoso golpe de Chávez).
Giordano Bruno fue declarado hereje y se ordenó que sus libros, incluidos en el
Índice de Libros Prohibidos, fueran quemados en la plaza de San Pedro. Al mismo
tiempo, la Inquisición transfirió al reo al tribunal secular de Roma para que
castigara su delito de herejía «sin derramamiento de sangre». Esto significaba
que debía ser quemado vivo. Tras oír la sentencia de ese tribunal, Bruno
dijo: Maiori forsan cum timore sententiam in me fertis quam ego
accipiam ("Tembláis más vosotros al anunciar esta sentencia que
yo al recibirla")
El 19 de febrero de 1600, a las cinco y media de la mañana, Bruno fue
llevado al lugar de la ejecución, el Campo di Fiori en Roma. Los prisioneros
eran conducidos en mula, pues muchos no podían mantenerse en pie a causa de las
torturas; algunos eran previamente ejecutados para evitarles el sufrimiento de
las llamas, pero Bruno no gozó de este privilegio. Para que no hablara a los
espectadores [a Bruno] le paralizaron la lengua con una brida de cuero, o quizá
con un clavo. Cuando ya estaba atado al poste, un monje se inclinó y le mostró
un crucifijo, pero Bruno volvió la cabeza. Las llamas consumieron su cuerpo y
sus cenizas fueron arrojadas al Tíber. El anterior relato resume el caso más
emblemático y triste en la historia de la inquisición religiosa.
Cuando Leopoldo López fue detenido el 18 de febrero de 2014 (por un día,
exactamente 414 años después de la muerte de Bruno), comenzó a correr el
capítulo más oscuro de la inquisición "bolivariana", o mejor dicho,
de la inquisición chavista, que me recuerda el caso de Bruno por algunas
curiosas semejanzas.
La violación de los derechos humanos de López ha sido una constante
queja por parte de su familia, sus defensores y de él mismo. Estas van desde el
enviciado juicio al cual ha sido sometido hasta vejaciones del tipo a las que
sufrió Bruno; por ejemplo, López una vez dijo: “pasé un año completo solo en un
edificio. Yo era el único que estaba ahí”. En otra oportunidad denunció que le
habían estado lanzando excrementos humanos a su celda; sus palabras textuales
son elocuentes... “Los agentes de seguridad lanzan excrementos a mi celda”.
En El Universal digital (13 de febrero 2015) se puede
leer que "Con sopletes (equipos de oxicorte) y esmeriles un comando
militar derritió los barrotes de las celdas de Leopoldo López y Daniel Ceballos
en Ramo Verde; tras irrumpir violentamente destrozaron el interior de las
mismas. Así lo denunció a través de su cuenta en twitter Lilian Tintori, esposa
del líder opositor venezolano y coordinador nacional del partido Voluntad
Popular quien desconoce el estado de su marido y de el ex alcalde de San
Cristóbal. La violenta operación comando se produce luego que el jueves más de
36 hombres encapuchados y vestidos de negro, portando armas cortas y largas,
intentaran en 2 oportunidades arremeter de la misma manera contra los
dirigentes de Voluntad Popular y amenazaran a López diciendo “preparándose,
volveremos con todo”.
El fiscal del caso, abogado Franklin Nieves, confesó públicamente en
entrevista a CNN en español que... "El cien por ciento de las pruebas
contra Leopoldo López se inventaron". En el caso de Bruno, las acusaciones
en su contra partieron de un más dudoso comportamiento de su alumno Mocenigo y
de los compañeros de cárcel, que al final confesaron que lo habían hecho porque
temían ser perjudicados. Al final, Mocenigo fue acusado de herejía al
descubrirse que intentaba dominar las mentes ajenas, cosa que Bruno siempre se
negó a enseñarle, pero nunca fue apresado ni existió proceso en su contra. El
papa Clemente VIII dudó de la sentencia impuesta a Bruno antes de dictarla porque no
deseaba convertir a Bruno en un mártir. El cardenal Roberto Belarmino (llamado "el martillo de los herejes"), canonizado
en 1930 por la Iglesia Católica, fue el
encargado de llevar el proceso de acusación de herejía contra Bruno.
El jueves 10 de septiembre de 2015, la juez Susana Barreiro sentenció a
Leopoldo López a 13 años, 9 meses, 7 días y 12 horas, por delitos que no
cometió, por delitos inventados, según el testimonio público del fiscal de la
causa, Franklin Nieves. Curiosamente, según otro testimonio, via twitter, de
David Smolanski, alcalde de la localidad capitalina de El Hatillo, quien estuvo
presente en el tribunal, López se dirigió a la juez, antes de escuchar su
sentencia condenatoria, y le dijo: "Si la sentencia es condenatoria usted
tendrá más miedo de leerla que yo de escucharla porque usted sabe que soy
inocente".
¿Es acaso una coincidencia histórica que la misma declaración, usada por
Bruno al escuchar su sentencia en 1600, fuera la misma que usara López al
escuchar la suya en 2015? ¿Sabía López de esta declaración de Bruno por lo que
la consiguió muy apropiada para decírsela a la juez? Y si es así, ¿López ha
leído las actas procesales del juicio de Bruno o alguna de sus biografías? ¿Es
admirador López de Bruno? ¿Le da Bruno a López la firmeza, el ejemplo, la
entereza, para soporta la inquisición chavista, y sus humillaciones y
vejámenes? Y si López no sabía nada de esto, ¿no es acaso una coincidencia
asombrosa que López haya usado la misma declaración de Bruno? Habría que
preguntarle a López. Entonces, dime Leopoldo, si llegas a leer esto (o te lo
hacen llegar), ¿tomaste esta declaración de Bruno o fue algo tuyo propio,
inspirado por las circunstancias?
Si pudiera, ¿sería capaz la inquisición chavista de quemar vivo a López,
o fusilarlo, sólo por ser su uno de sus principales adversarios políticos? Si
López llegara al poder algún día, ¿perdonará al ex-fiscal Nieves (y a la juez
Barreiro, y a Maduro también), como lo ha declarado públicamente su esposa,
Lilian Tintori, por CNN en español, sin dejar de hacer justicia? En esto, ¿será
Nelson Mandela el personaje de referencia? El tiempo lo dirá. Si preguntara cuál
es la diferencia entre aquella inquisición romana y la actual inquisición
chavista desbocada, ¿cuál sería la respuesta? No hay duda que en esta materia
Venezuela está todavía en la Edad Media; y una pregunta final: ¿cuál creen
ustedes que sea el actual "martillo de los herejes" chavista"?
Les paso la palabra. Quedo, entonces, a la espera de su "grata y atenta
respuesta". Nota: Las actas del proceso de Giordano Bruno están publicadas
en Actas del Proceso de Giordano Bruno(Introducción y notas por
Júlia Benavent), 2004, Els Debat de Debat, Institució Alfons el Magnànim,
Diputación de Valencia (España); 102 pp.
MARCOS A. PEÑALOZA-MURILLO21 DE AGOSTO 2016 - 12:01 AM
mpenaloza@ula.ve
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