lunes, 11 de abril de 2016

Sociólogo Alejandro Moreno: la causa que motiva la criminalidad, es la impunidad - Alexander González


Delincuencia: una bomba de tiempo

Un análisis sobre la situación de inseguridad que está padeciendo el país y por ende, afectando a todos los venezolanos, realiza desde Alta Política el psicólogo, filósofo y teólogo, director del Centro de Investigaciones Populares, Alejandro Moreno. El especialista advierte que se está formando un grupo humano que desarrolla sus propios valores y su propia manera de entender la realidad, “completamente fuera de lo aceptado en la convivencia social de la gente”. Para Moreno es preocupante que hayamos entrado en un peligroso espiral y hay una causa que motiva la criminalidad: la “impunidad que viene de la justicia”. Para desarticular esta subcultura, Moreno refiere que requiere tiempo, con la difusión y práctica de valores ejercido no solo por los ciudadanos comunes, sino por el Estado


El especialista advierte que se está formando un grupo humano que desarrolla sus propios valores, su propia manera de entender la realidad y de reaccionar ante ella, maneras que están “completamente fuera de lo aceptado en la convivencia social de la gente”

El debate sobre la violencia criminal en Venezuela encuentra a Alejandro Moreno con sus armas en las manos, que no son pistolas ni subametralladoras, sino libros, ideas, estudios y razonamientos. Este psicólogo, filósofo y teólogo, fundador y director del Centro de Investigaciones Populares, dispara argumentos que pueden ser tan duros como proyectiles y que tienen como blanco a la sociedad, el Gobierno y el Estado.

“Los malandros tienen las armas que quieren, no tienen consecuencias negativas porque hay completa impunidad, tienen cómo moverse de un lado para otro. Tienen todas las facilidades”, afirma el especialista. Moreno alerta que las bandas de muchachos de no más de 25 años de edad se han convertido en una subcultura de hombres dispuestos a matar porque “matar es poder y es un acto placentero para ellos”.

Peligroso espiral

Para Moreno es preocupante que hayamos entrado en una espiral al que llama “los crímenes sin suficiente motivación”. “Hay crímenes con motivación banal: le dieron un pisotón, sacó la pistola y disparó; es una motivación banal y perversa, porque por supuesto que ninguna motivación es justa en este caso, pero hay los que no tienen motivación, y lo que estamos descubriendo es que disparan y matan por matar”, sostiene.

El sociólogo advierte que se está formando un grupo humano que desarrolla sus propios valores, su propia manera de entender la realidad y de reaccionar ante ella, maneras que están “completamente fuera de lo aceptado en la convivencia social de la gente”.

Precisa que estos delincuentes violentos no son enfermos ni tienen daño cerebral o psicológico de por sí, pero sí están en una subcultura y tienen libertad de decisión. Va aún más allá: “esas personas saben lo que hacen, quieren lo que hacen y lo comparten todos (…) Todo empieza por las prácticas: atracas, en pequeños grupos o en conexión con otros compinches y no tiene consecuencias. Entonces te afirmas en lo que estás haciendo (...) empiezas a pensar que las cosas son así, que es natural, que es lícito, que es normal hacerlo; pero sabemos que no es así”.

Motivación

Los estudios de Moreno revelan que la gran motivación de estos delincuentes es imponer ser respetados. “Para ellos ser malandro es tener poder, y tener poder quiere decir tener todas las jevas que yo quiera, tener todo el dinero que yo quiera, tener el dominio de todos los que yo quiera”, describe.

Pero entonces es válido preguntarse ¿cómo ven la vida del otro, a quien se la quitan? Para esta incógnita, Moreno tiene la siguiente respuesta: “si tienes poder, la vida del otro está sometida a tu poder. Es sentir que tienes poder. Esa es su gran motivación”.

Para el investigador hay una causa que “motiva” la criminalidad, la “impunidad que viene de la justicia”. “Es tan descarada la impunidad que los malandros han aprendido a tener un fondo de dinero para cuando caigan presos”. A su juicio, en todos los gobiernos hubo blandura y no hubo compromiso, pero en el de turno “no ha habido ninguno”. “Estos años han sido desastrosos, por unas razones supuestamente teóricas: porque dicen que son víctimas de la sociedad, son pobrecitos, son del pueblo. Pero yo creo que hay que saber distinguir; no se puede analizar una realidad con esta ligereza y sin una profundidad de análisis”, critica.

Relación con la pobreza

El sacerdote enfatiza que sus investigaciones arrojan que no tiene nada que ver la pobreza de origen con la conducta criminal, lo cual no quiere decir que la pobreza no sea un ambiente en el cual se pueden fomentar la violencia. “No hay una relación directa, porque si no, todos los pobres serían malandros”.

Sobre la pregunta de ¿cómo desarticular la subcultura?, Moreno tiene la siguiente teoría: “eso requiere tiempo, y ahí es donde entra la difusión de valores, pero valores no solamente enseñados, sino practicados”. El problema, acota, es que “la otra sociedad” debe ser apetecible para ellos. “Debe ser apetecible para desarticular esa otra microsociedad, para que no tenga éxito y se muera por sí misma (…) es un trabajo completo y complejo, pero no ejercido sólo por los ciudadanos comunes y corrientes, sino por el Estado”.

Algo influye

Sobre la correlación entre delincuencia y medios de comunicación, Moreno subraya que “algo tiene que influir”, pero precisa que una película violenta es vista como una película por la población. “Cuando procesas la violencia, no en el marco de la verdad, sino en el marco de la fantasía, se queda como fantasía en la mayoría de la gente. Cuando algunos tienen tendencias, les influye indudablemente. Uno sabe del malandro que ha ido a ver tres o cuatro veces la misma película para ver cómo se dispara”. Como investigador, acota que se han hecho muchos estudios “y no se ha llegado a ninguna conclusión clara”, aún cuando “siempre hay una sospecha”.

No son muchos

A criterio del investigador, los malandros realmente activos en un barrio generalmente no pasan de 5 ó 6, 10 cuando mucho. “En un barrio de 8 mil habitantes 10 personas no es mucho. Hay gente que cree que en Venezuela tenemos infinidad de malandros. Eso no es verdad. Lo que pasa es que tienen una capacidad de muerte que es asombrosa. Tienen las armas que quieren, no tienen consecuencias negativas porque hay completa impunidad, tienen cómo moverse de un lado para otro. Tienen todas las facilidades”.

Contra la pena de muerte

Alejandro Moreno está en contra de la pena de muerte pero añade que “esos vientos soplan fuerte” en una parte de la sociedad venezolana. “Desgraciadamente cuando suceden hechos que impactan la opinión pública y preguntas si hay que poner la pena de muerte, más de 50% de los venezolanos te va a responder que sí (…) La pena de muerte es injusta, porque no hay derecho a matar a nadie, sobre todo cuando se lo puede controlar, además no resuelve nada; de hecho, en los países donde hay pena de muerte no ha disminuido la violencia, ni el eliminar la pena de muerte la ha aumentado, de manera que la pena de muerte no es eficiente”. Moreno enfatiza que, por el contrario, la pena de muerte “puede servir para algo muy malo”, que es “el descargar la venganza no solamente de aquellos que son víctimas sino de la sociedad misma”.

Alexander González/ECS.-
El especialista advierte que se está formando un grupo humano que desarrolla sus propios valores, su propia manera de entender la realidad y de reaccionar ante ella
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