El secretario general de la OEA Luis Almagro ha puesto a circular un documento que ha titulado “El infierno del sendero que jamás se bifurca”. Es un texto contundente visto desde la perspectiva de un funcionario abierto desde su llegada al cargo continental para facilitar otro sendero distinto al infierno que han sido los 24 años de la revolución bolivariana, de los cuales 9 han sido de Nicolas Maduro en el palacio de Miraflores. Ojalá la lectura le abra los ojos al liderazgo de la oposición venezolana. Y esto lo decimos con la reserva de la duda.
No han sido estos años rojos rojitos de una política
de ojos abiertos para detectar la zancadilla del adversario revolucionario y
menos de oídos ganados para atender las demandas del venezolano de a pie en
cada elección y cada negociación que al pasar del tiempo atornilla más y más al
régimen. Y menos a la atención de otras voces distintas a las de los grupos que
se descuartizan internamente en el liderazgo para llegar al poder en una suerte
de quítate tú para ponerme yo.
Es sobremanera concluyente el desarrollo de Almagro donde
expresa “Definitivamente, Maduro fue subestimado en muchos casos respecto a sus
capacidades de supervivencia, de manejo político y de habilidades diplomáticas,
y fue consolidando su fuerza aun desde un origen con muy poca legitimidad, la
que se terminó de perder en los años siguientes. El objetivo de la salida de
Maduro transformó a cada negociación en un juego de suma cero que terminaba
siendo imposible: ni la salida de Maduro en una negociación ni una elección que
pudiera significar su salida.” Y es acá donde el escribidor no se cohíbe de
ratificar de manera antipática… te lo dije. El mas grande problema opositor ha
sido la subestimación que ha se ha filtrado desde el liderazgo hasta el
venezolano común. Todos siguen pensando que Nicolás Maduro sigue comandando el
régimen que dirige desde Caracas con las mismas realidades de cuando manejaba
el Metrobús hasta la plaza Venezuela. Y no es así. Y la mejor realidad de eso
son los 9 años frente a los destinos de Venezuela haciéndolo mejor y de manera
más refinada y pulida que los otros 15 de Hugo Chávez. Claro, no se trata de
generar riqueza y bienestar para los venezolanos, que es el fin de todos los
gobiernos democráticos; el objetivo del socialismo del siglo XXI y de la
revolución bolivariana es el poder y sostenerse ad eternum en él. Y lo ha
logrado a la fecha. Se ha hecho imposible la salida del régimen usurpador por
una negociación y lo peor, una elección no significa su salida.
El sendero – una ruta sin ninguna bifurcación - que han
venido transitando los venezolanos en la revolución va directo a la destrucción
de la nación y sobre ese itinerario va cabalgando solo, el régimen instalado en
Miraflores, sin ningún contrapeso. Ha sido un verdadero infierno de un país
arruinado, inoperante, con graves violaciones a los derechos humanos, con una
histórica crisis migratoria en revolución, empatucada la nomenclatura en
corrupción y una gran crisis humanitaria, con crímenes de lesa humanidad, con
la delincuencia común empoderada, con vinculaciones con el terrorismo
internacional, con sindicaciones con el narcotráfico y con un liderazgo
opositor que no ha estado a la altura de la coyuntura. Y a esos ingredientes de
la receta de la destrucción le incorporamos una institución armada que ha
pasado de ser sostén del régimen a cogobernar y con posibilidades remotas pero
ciertas, de convertirse en poder, ante la circunstancia de una provisionalidad
empujada por los escenarios probables. No es alentador el panorama político
para los venezolanos.
Para incorporar mas a ese proceso histórico de desprecio al
adversario y a quien lo encabeza, las lecturas de este lado de la acera no han
pasado la mirada por el empoderamiento que ha tomado el régimen en estos
últimos tiempos. La muerte de Fidel Castro en 2016, el acentuamiento de la
nulidad y la mengua de su hermano Raúl por la edad, su alejamiento del poder y
el gris relevo político de Miguel Diaz-Canel ha desplazado el poder del eje
desde La Habana hacia Caracas en la conducción y el seguimiento de los
lineamientos del socialismo del siglo XXI y sus planes de poder. Antes, en
Venezuela se ponían los reales del petróleo y se seguía la línea política desde
Cuba. Estos últimos tiempos de Nicolas Maduro haciendo giras internacionales, a
pesar de la espada de Damocles de la recompensa de los 15 millones de dólares
por su captura; coordinando juegos de guerra con participación de China, Rusia
e Irán; con la nueva realidad política en Colombia y Gustavo Petro en el
palacio de Nariño a partir del 7 de agosto de 2022 y abriendo la posibilidad de
un nuevo nivel de relaciones con los Estados Unidos, deja lugar para concluir
que ahora Caracas sigue poniendo los pocos dineros de la renta petrolera y es
desde donde ahora se establece la nueva línea política revolucionaria para la
región con Nicolas Maduro al frente. ¿Van a seguir subestimándolo?
Y sobre la cohabitación, bueno, eso es un tema no ajeno a la
realidad política de estos últimos 24 años. Sin ningún tipo de necesidad de esa
línea del secretario general de la OEA ese amancebamiento entre algunos
factores opositores y el régimen ha sido un secreto a voces. En algunas
ocasiones alentado desde Miraflores sujetas a un plan pulido y aceitado; y en
otras por la vocación de entendimiento que ha existido desde siempre entre
algunos lideres sin tomar en cuenta la vocación dictatorial y autoritaria que
ha caracterizado al alto gobierno como su línea para mantenerse en el poder a
costa del infierno revolucionario que sufren la mayoría de los venezolanos.
Todo eso sin ningún tipo de bifurcación o atajo.
Este artículo del secretario Almagro es un buen campanazo
que hace para alertar al mundo, al hemisferio, al continente, a la subregión, a
los Estados Unidos y a la administración Biden; y a la dirigencia opositora
venezolana sobre la naturaleza y las caracterizaciones del régimen que usurpa
el poder desde el palacio de Miraflores. Y fundamentalmente sobre como se ha
venido arrastrando una ristra de errores que en el tiempo han contribuido a consolidar
el poder de la revolución y al desbarrancamiento de la esperanza y la fe por un
cambio político en Venezuela.
El infierno venezolano se seguirá ampliando y manteniendo en
la medida que el poder del régimen instalado siga construyendo los destinos de
los venezolanos en esa ruta de traspiés y de pifias del liderazgo opositor que
han asfaltado ese sendero hacia el averno, que jamás se bifurca.
No hay nada nuevo es eso de decir que un cambio, en la ruta,
en la dirección, en el plan y en los conceptos es donde los senderos siempre se
bifurcan.
Ámsterdam, 1 de agosto de 2022
No hay comentarios:
Publicar un comentario