sábado, 10 de julio de 2021

La economía social solidaria. ¿Una alternativa económica? ¿Una opción para los trabajadores? - Juan Huaylupo Alcázar

 


Resumen:


Reflexionar sobre la economía social solidaria es importante para conocer el sustento de una propuesta que se impulsa políticamente en distintos países latinoamericanos y particularmente por algunos sectores del cooperativismo y gobierno costarricense, con la cual se identifican y consideran como pertinente y válida para las realidades populares y nacionales. Este análisis reviste particular atención en la actual coyuntura política por la oposición de sectores conservadores y liberales por la formación y su promoción organizativa, así como por el apoyo oficial a un proyecto de ley que institucionaliza la economía social solidaria. La propuesta que no es contradictoria con el devenir económico, organizativo o político capitalista, es adversada mediáticamente y también por los sectores políticos ideológicamente opuestos a los trabajadores y al gobierno, a pesar que existe una larga tradición y convivencia con las organizaciones cooperativas y asociativas en la historia nacional.

Introducción

Más allá de la crítica conservadora, es una necesidad esclarecer el sustento teórico, epistemológico, político o ideológico, en torno de la economía social solidaria, por la esperanza abrigada de bienestar y calidad de vida de los trabajadores y por la necesidad del desarrollo nacional. Asimismo, conocer y evaluar críticamente la evolución y la viabilidad de la economía social solidaria, es importante por ser una condición para la acción de la institucionalidad pública y de los sectores subalternos de la sociedad.
El análisis de la economía social solidaria está conformada por un conjunto heterogéneo de organizaciones económicas muy disimiles entre sí, con diferente formalización jurídica o normativa, con distintas formas de articulación mercantil, integración sectorial y con propósitos, condiciones y situaciones también desiguales, a lo cual se aúnan los precarios estudios e información disponible y asequible sobre esta temática, a la cual se le asigna vital importancia en la coyuntura contemporánea latinoamericana y particularmente costarricense.
La heterogeneidad y pluralidad orgánica y de funcionamiento de las organizaciones condicionan reflexiones que no necesariamente son atribuibles a toda la diversidad de casos concretos, en los cuales siempre se encontrarán casos y situaciones antípodas. Esta peculiaridad incide condiciona que las reflexiones no puedan ser definitivas ni necesariamente adecuadas para todas las organizaciones y situaciones concretas, por ello este trabajo es solo aproximativo, pero permite hacer consideraciones críticas respecto de los supuestos e implícitos sobre los aspectos que son sustantivos para las organizaciones económicas asociativas, así como, pone en evidencia las estimaciones ideológicas y políticas implícitas, cuando se sostiene su pertinencia, viabilidad y social, económica y política por sus promotores y el Estado o cuando se estima que son procesos que atentan contra las empresas privadas capitalistas como afirman sus detractores empresarios liberales, a pesar de su diversidad en su concepción y concreción orgánica y funcionamiento de las organizaciones sociales solidarias.

La economía social y solidaria

En relación con su denominación habrá que decir inicialmente que no existe economía que no sea social, todo proceso económico es una actividad que es efectuada por personas para personas, así como porque es inexistente una economía sin historia y cultura que condicionan de la organicidad del proceso económico (Huaylupo, 2007), así como incide en las formas como se materializan las actividades económicas. La economía ha sido definida por muchos como una relación social o el producto decisorio de interacciones y acciones de grupos o sociedades para atender necesidades colectivas en un medio determinado y en relación con otras sociedades y el medio ambiente.
La dimensión solidaria, colaborativa o cooperativa es el reconocimiento del carácter social de las actividades productivas, distributivas, intercambio y consumo, las cuales forman parte de la cotidianidad de personas y colectividades para la vida en sociedad. Las relaciones capitalistas predominantes, posibilitan la recuperación de las inversiones, así como la materialización, creación de valores y la apropiación de los excedentes, que garantizan la reproducción ampliada del capital. La interrelación social y económica ha creado un sistema interdependiente en el que están desigualmente integrados todos, en un gran ciclo de reproducción del capital en la sociedad global contemporánea. La economía conforma un sistema mundial, cuyas relaciones son posibles por la incidencia cultural, histórica, estructural e ideológica de su contexto.
La economía capitalista está fundada en la cooperación de las personas, creadoras de la fuerza y capacidad de las masas para el trabajo colectivo, en la producción y consumo masivo de mercancías en un proceso dinámico mundial.
La división social del trabajo y el ingenio colectivo para renovación productiva y tecnológica, así como, la interrelación complementaria productiva y mercantil, se sustentan en la cooperación para la captación, distribución y consumo de recursos de quienes intervienen directa o indirectamente en el proceso económico.
La sociedad capitalista conformó en la diversidad social, la unidad e interdependencia entre individuos, clases sociales y sociedades. Esto es, no todos producen, pero todos deberán consumir las mercancías para la reproducción del sistema, pero también necesarias para la vida individual y colectiva. Estas características del ciclo productivo y del sistema capitalista, no son privativas para algunas economías y empresas, la economía capitalista ha insertado desigualmente a las formas y organizaciones económicas en un sistema totalizante y mundial, incluso aquellas que en sentido estricto no son capitalistas como la producción campesina, que no desaparecen aun cuando interactúan en la circulación capitalista y transfieren valor a otros sectores productivos y urbanos.
A lo largo de la historia capitalista se han buscado o creado formas económicas que pretenden ser modos alternativos a un sistema inequitativo, desigual y contradictorio, sin embargo, todas han resultado ser variantes o formas que no redefinen la relación entre los actores en el proceso económico, capital y trabajo, ni en sus relaciones entre empresas y países. Las ideas para hacer equitativas las relaciones económicas capitalistas, han omitido las consideraciones sociales, políticas, históricas e ideológicas que crean inequidad y exclusión, o reproducen desigualdad en las relaciones económicas. Otro aspecto en la aparente autosuficiencia económica, es la posición que ignora el condicionamiento estatal nacional e internacional en la reproducción económica.
El economicismo y el individualismo son visiones predominantes en la aparente autopoiesis orgánica y funcional de las empresas, incluso de la economía social solidaria, que imaginan el voluntarismo simplificador que la sociedad cambiará según se toma conciencia y se cambian las prácticas económicas.
La economía social solidaria es una denominación que no tiene una conceptualización clara, no está referida a una forma organizativa particular ni es distintiva de las empresas capitalistas en la que se encuentra inserta y que pautan su desempeño económico. Asimismo, el proceso de valorización del capital, impronta de la división clasista y del poder, sustentado en la propiedad y apropiación de valores generados socialmente en la empresa capitalista, no es relativizado, cuestionado como tampoco constituye una alternativa económica ni sistémica.
Las organizaciones de la economía social solidaria son empresas capitalistas, el que sus propietarios son los propios trabajadores de las organizaciones, con excepción del solidarismo. Una distinción que no modifica su carácter capitalista, como tampoco es peculiar, porque la colectivización de la propiedad es una tendencia prevaleciente en el mundo financiero mundial y porque no modifican las relaciones sociales económicas capitalistas. Si bien, en la historicidad del proceso de reproducción ampliada del capital, esta forma organizativa ha sido acompañada de las formas de reproducción simple, como la economía campesina o el minifundio, que en sentido estricto no son procesos capitalistas (Chávez y Monzón, 2003), pero integrados mercantilmente al capital que condiciona su situación y actuación social y económica.

Entre las características distintivas en estas formas desiguales de reproducción, está el uso de los excedentes generados, unos lo usan para el consumo productivo, creación de mercancías o la inversión; los otros lo emplean para el consumo improductivo o gasto para atender las necesidades de consumo de sus trabajadores, lo cual es una formas transfigurada de salario[1]. Esta condición de la organización marca también el límite de su accionar económico, que está imposibilitada de aumentar su la escala de producción, así como tampoco pueden crecer ni renovar activos. Aspectos que no son los característicos de la economía social solidaria, o al menos no es la orientación de su práctica, razón que impide considerarla como una economía paralela o podría ser considera como una forma económica que oscila, por su heterogeneidad, entre la reproducción ampliada capitalista y la simple no capitalista, sin constituir una nueva y distinta forma organizativa ni de integración mercantil. La articulación desigual en el mercado del sistema no es una peculiaridad, por ser común a todas las organizaciones económicas del capitalismo.

La acumulación originaria del capitalismo requirió de la apropiación de la tierra para liberarla de sus propietarios –hacendados, gamonales, caciques o rentistas- y convertirla en un factor del capital para la producción de alimentos e insumos para los talleres y factorías instaladas en las ciudades, así como para despojar y desplazar a los campesinos de sus fuentes de vida para ser convertidos en proletarios en otros espacios de trabajo. La propiedad o la magnitud de las inversiones no constituyen separaciones entre las entidades capitalistas con aquellas de la economía social y solidaria, como tampoco lo es la cantidad o condición social de trabajadores. Destacar la propiedad principal o exclusivamente, sin considerar los fenómenos asociados a ella, es una visión parcializada, porque ignora las significaciones y contenidos que le otorga el contexto social y económico a las unidades económicas de propietarios. Diversificar la propiedad sin afectar las relaciones sociales, no altera la condición capitalista de las empresas.
Los atributos de las organizaciones privadas están dados por las relaciones sociales en la creación y distribución de los valores generados en los procesos producción, intercambio y la apropiación de valores, los cuales son compartidos con las empresas de la economía social y solidaria. Las relaciones capitalistas, que no son técnicas, automáticas ni autónomas, requieren de condiciones sociales, políticas, jurídicas e ideológicas para que los procesos económicos puedan darse y reproducirse.

Los procesos de iniquidad, excusión, explotación o pobreza son efectos agudos y dramáticos de la sociedad contemporánea, aspectos sociales que son analizados recurrentemente como manifestaciones económicas de la desigualdad en la opulencia capitalista, aunque es cierto sus determinaciones son políticas, históricas y estructurales.
10 de Julio del 2021 

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