jueves, 4 de marzo de 2021

La ausencia de Estado-Por Germán Rodríguez Bustamante…

 


El Estado es el conjunto de poderes y órganos de un País Soberano. De igual manera, es la forma de organización política dotado de poder soberano e independiente, que integra la población de un territorio. Jefferson lo definió como: órgano, técnicamente condicionado, para realizar la voluntad popular, en verdad un mero instrumento de la voluntad de las gentes, sin poder propio, y casi podría decirse sin entendimiento propio; porque la voluntad, el poder y la inteligencia pertenecen a los individuos, al pueblo soberano, no a la maquinaria, construida para regular sus circunstancias. En definitiva, se parte de la existencia de un territorio en el cual coexisten un conjunto de instituciones y normas que, en un régimen democrático, consagra en su Constitución la garantía de la libertad, los derechos fundamentales, la separación de poderes, el principio de legalidad y la protección judicial frente al uso arbitrario del poder.

En la Venezuela presente observamos con profundo desasosiego la inexistencia de la noción de Estado. Las instituciones no resguardan los derechos fundamentales de los ciudadanos, en consecuencia, el abuso de poder es práctica común de la Tiranía que detenta el poder, encabezada por Maduro. Produciéndose un entorno de anarquía total, en el cual el régimen permite y consiente algunos desordenes y caos en las diferentes esferas, tanto político, económico y social. Dosificando el monopolio en el uso de la fuerza, para preservar el poder en este caos permanente en que vivimos los venezolanos. La autoridad es aplicada de forma selectiva, para algunos individuos es abusiva y para otros es inexistente.

Lo que ocurre en las poblaciones venezolanas que hacen frontera con Colombia y Brasil, es el mejor ejemplo del caos, confusión y barullo que se consiente. La autoridad representada por la Guardia Nacional Bolivariana, es declinada, para que un conjunto de delincuentes actúe de forma impune sometiendo a los ciudadanos a todo tipo de abusos y tropelías. No hay gobierno ni orden. Civiles realizan las competencias asignadas al componente militar, el desorden propicia la consumación de delitos, a la vista de los uniformados. El ejercicio de la Libertad de circulación por el territorio es conculcado por estos cuerpos militares paralelos, llegando al extremo de realizar requisas y confiscaciones de propiedades privadas. Pareciera utópico, pero en esas poblaciones de frontera y territorios con explotación minera, se organiza el desorden para que los delincuentes administren la economía local, sin supervisión del Estado. La entrega de un territorio como botín de corsario para garantizar el apoyo de un conjunto de delincuentes, representados por: integrantes de la antigua FARC, miembros del ELN, Hezbolláh, Paracos, Boliches y cualquier grupo afín, que participa en la repartición del territorio nacional.

En contraposición en las ciudades los reclamos sociales por las fallas generalizadas de los servicios, son reprimidas con el uso abusivo de la fuerza, ejerciendo una autoridad sobredimensionada. La protesta consagrada en nuestra Constitución es pisoteada, quedando los ciudadanos sin protección del Estado. El desorden por la aplicación de medidas económicas y sanitarias, derivan en un pronóstico negativo, ya que la crisis sanitaria, social y de combustible (con su impacto en el transporte y en la cotidianidad) será aún más aguda, que la experimentada durante el pasado año. La precarización de los servicios públicos (agua, energía eléctrica, telefonía, acceso a internet y saneamiento) en todo el territorio nacional, se agudizará como consecuencia de daños estructurales. El panorama apunta a una conflictividad mayor, a pesar del confinamiento forzado por el virus, que con toda seguridad producirá mayores violaciones de derechos humanos por parte del régimen. La economía seguirá cayendo en los próximos meses. Aunque puede ser a una tasa menor a la experimentada en el último semestre porque después de la contracción gigantesca de los últimos dos años es complejo que la caída continúe a un ritmo similar.

La Tiranía consiente la existencia de dos realidades, una en la cual los ciudadanos ganan en divisas y que no tienen restricciones para las adquisiciones de todo tipo de alimentos, medicamentos y servicios, incluyendo el lujo para algunas exquisiteces; y los otros que son la mayoría que ganan en bolívares, condenados a una vida miserable, solitaria, pobre, desagradable, brutal y corta. No existe Estado que le responda a los ciudadanos, las instituciones se encuentran subordinadas, la carta magna es violada, manoseada y manchada todos los días. Se realizan acciones de Estado sin legalidad y los derechos fundamentales mancillados con el uso abusivo del poder. Las políticas estatales como las instituciones son endebles, incapaces de proveer servicios a los ciudadanos y controlar la corrupción.

Se presenta un fenómeno inquietante en este momento el Estado venezolano es parcialmente incapaz de mantenerse como miembro de la comunidad internacional. Convirtiéndolo en un Estado Fallido, que pone en peligro a sus propios ciudadanos y amenaza a sus Estados vecinos a causa del flujo de refugiados, inestabilidad política y crisis humanitaria. La falla del Estado venezolano se expresa en una situación económica deplorable que condena a los ciudadanos a la pobreza extrema, obligándolos a abandonar su territorio en el contexto de una pandemia mundial. Prefieren someterse a condiciones sanitarias, climatológicas y sociales adversas, que permanecer en un territorio que no le ofrece ambientes modestos para vivir. En conclusión, los ciudadanos de la Nación desprotegidos por la inexistencia de un Estado formal.  


gguillermorb@yahoo.com

@germanrodri

@germanoveja 

   Comunicacion continua 

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04 de Marzo del 2021 

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