En las próximas líneas haré referencia a la realidad que agobia al país desde que se instaló el modelo populista. La inversión de los valores y la distorsión de los conceptos le hicieron gran daño al ensayo. El deterioro se acentuó a comienzos de la presente década, alcanzando el clímax en los dos últimos años.
Más valor tuvo el carnet del partido que la credencial de preparación para el desempeño eficiente del cargo. Un viceministro de salud historiador. Un ministro de salud que no atendía a los directores de hospitales, sólo a los gobernadores. Promesas incumplidas y sueños no realizados caracterizaron a un modelo que frustró las esperanzas de un pueblo ávido de transformaciones y de cambios.
Se votó por el candidato más agradable y más simpático. Por aquel que su procedencia era de los sectores más vulnerables, como la mayoría, que como había sentido hambre y necesidades, estaría en mejores condiciones para hacerle frente a la solución de los problemas apremiantes. El carisma sustituyó a la formación y a la preparación, pero hoy padecemos las consecuencias. Se conquistó el poder, se buscó el beneficio personal y se olvidó de aquel pueblo que depositó en él sus anhelos de cambio y transformación. Un liderazgo que encantó con promesas incumplidas y que él era ese cambio. Que haría el país más fuerte social y económicamente.
Pero la realidad de los tiempos presentes es que estamos más pobres, con una hiperinflación asfixiante, con más violencia y más desabastecimiento, incontenible flujo migratorio de cientos de miles de jóvenes en la búsqueda de un futuro y sumergidos en una sociedad que ha retrocedido decenas de años, y probablemente, nosotros como padres no podremos a nuestros hijos dejarles un país mejor como nuestros padres nos dejaron.
¿Cuál fue la causa de ese fracaso que no permitió el desarrollo de un país moderno que resolviera los inmensos problemas de la población venezolana?. No se construyó verdaderas políticas que impulsaran el desarrollo y bienestar colectivo. Se gobernó con decretos y retórica. Se gobernó con lo que aquellas masas querían escuchar y no con lo que debían escuchar.
Creció una generación con más incertidumbres que esperanzas. La generación con calificaciones académicas y profesionales que nos siguió, migró a otras latitudes. Ahora queda la brecha generacional. No se inculcó valores ni principios. Se sustituyó lo fundamental por lo banal. Se reemplazó la grandeza por la pequeñez. Se olvidó que la patria grande se construye con el esfuerzo de todos y cada uno de nosotros. Ahora estamos al borde del abismo. Pero los tiempos cambiaran como cambia la dirección del velero cuando el viento favorece.
CARLOS G. CÁRDENAS. Prensa regional. (Foto archivo)
10 de junio de 2019.
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