jueves, 14 de marzo de 2019

Sobre elecciones libres: una precisión necesaria - Fernando Mires



Hace unos días escribí un artículo titulado EL CESE DE LA USURPACIÓN. En ese artículo me referí a la llamada tríada-Guaidó en la cual se establece una ruta que pasa por tres fases: Cese de la usurpación, transición, elecciones libres. A mi juicio, la realización del punto 1, que es un fin, pasa necesariamente por el punto 3, que es un medio.

Lamentablemente, un grupo de lectores -y no lectores- se apresuró a señalar que en mi texto el tema de las elecciones libres aparecía como contrapuesto al tema del cese de la dictadura. Nada más falso. En el articulo mencionado los puntos 1 y 3 no solo no aparecen contrapuestos sino como una sola e inseparable unidad. Para decirlo en breve: no puede haber elecciones libres sin el comienzo del cese de la dictadura, pero a la vez, la dictadura no puede comenzar a cesar sin una lucha por elecciones libres. Luego, cese de dictadura y elecciones libres no son términos antagónicos, son complementarios.

Esa fue la razón por la cual no escribí elecciones a secas sino lucha por elecciones libres. De este modo las elecciones libres no deben ser consideradas como “un fin en sí” sino como un medio orientado a cumplir el objetivo central situado en un primer lugar por Guaidó. Para que se entienda mejor: hay que diferenciar entre el objetivo central y la fase primera de la lucha. Para quien escribe estas líneas el objetivo central es y sigue siendo el cese de la usurpación. Pero entre lo central y lo primero hay una diferencia obvia. Justamente porque el cese de la usurpación es el objetivo central (el más importante) no puede ser situado en primer lugar. Ni geométrica, ni políticamente, lo central puede ser lo primero.

Más claro aún: cese de la usurpación significa fin de la dictadura. Ahora, para que esa dictadura llegue a su fin hay que establecer medios (un “cómo”) para lograrlo, algo que no aparece en el plan-Guaidó  En mi artículo mencione como medios probables, un golpe de estado al interior del régimen, una sublevación popular y una intervención foránea. Habida cuenta de que, como ha sido demostrado por sucesivos acontecimientos y declaraciones públicas de eventuales sujetos encargados de poner en práctica estos medios (violentos) de lucha, la probabilidad de que ellos tengan lugar ha sido reducida al máximo. 

En el momento son solo simples hipótesis. Mas todavía si se considera que la inmensa mayoría de las naciones democráticas en América Latina, en Europa, Australia y Canadá, y finalmente los EE UU, han sido formuladas declaraciones oficiales que de modo preciso se pronuncian en contra del uso de la violencia interna y externa. Pero a la vez todas estas naciones están de acuerdo en ejercer presión en contra de la dictadura. Ahora bien: el principal medio de presión es, y no puede ser otro, que la exigencia por elecciones libres. Una exigencia que sería apoyada por todo el orbe democrático. Una exigencia que puede llevar a Venezuela a convertirse en un país símbolo en la lucha por la defensa de la democracia occidental en los momentos que esta es cuestionada por potencias como Rusia, China y Turquía.

Escribí en el mencionado artículo, elecciones libres, no elecciones.  Elecciones libres (sea en la forma de referendo o elecciones presidenciales) quiere decir, elecciones que pasen por una reestructuración del CNE (después del “smarticazo” del 30-J sus principales miembros deben ser sustituidos) y bajo observación de entidades internacionales. ¿Y usted cree que Maduro accederá a esas exigencias? me han preguntado algunos lectores. NO, he respondido. NO. Pero justamente por eso exigir elecciones libres es la alternativa de lucha más radical posible en contra de la dictadura. A una dictadura se le exige no lo que quiere o puede hacer, sino lo que no quiere ni puede hacer.

Elecciones libres significa, en otras palabras, poner fin a la dictadura. Es por eso que la lucha por elecciones libres y la lucha por el cese de la usurpación son en buenas cuentas lo mismo (hecho que ha advertido el régimen mucho mejor que la oposición) La única diferencia es que plantear el cese de la usurpación sin señalar los medios que pueden llevar a ese cese es caer en una consigna vacía destinada solo a satisfacer los narcisistas egos de los supremacistas (pseudo-) morales del extremismo opositor. Ligar el objetivo central con el medio principal en cambio, es el desafío del momento. Ligazón que no puede ser el resultado de una lógica formal y abstracta sino de una que se se deduce de la correlación nacional e internacional de las fuerzas reales y existentes. Como debe ser en política.

¿Está más claro?

Fernando Mires




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