Hace unos días escribí un artículo titulado EL CESE DE LA USURPACIÓN. En ese
artículo me referí a la llamada tríada-Guaidó en la cual se establece una ruta
que pasa por tres fases: Cese de la usurpación, transición, elecciones libres.
A mi juicio, la realización del punto 1, que es un fin, pasa necesariamente por
el punto 3, que es un medio.
Lamentablemente, un grupo de lectores -y no lectores- se
apresuró a señalar que en mi texto el tema de las elecciones libres aparecía
como contrapuesto al tema del cese de la dictadura. Nada más falso. En el
articulo mencionado los puntos 1 y 3 no solo no aparecen contrapuestos sino
como una sola e inseparable unidad. Para decirlo en breve: no puede
haber elecciones libres sin el comienzo del cese de la dictadura, pero a la
vez, la dictadura no puede comenzar a cesar sin una lucha por elecciones
libres. Luego, cese de dictadura y elecciones libres no son términos
antagónicos, son complementarios.
Esa fue la razón por la cual no escribí elecciones a
secas sino lucha por elecciones libres. De este modo las elecciones
libres no deben ser consideradas como “un fin en sí” sino como un medio
orientado a cumplir el objetivo central situado en un primer lugar por Guaidó.
Para que se entienda mejor: hay que diferenciar entre el objetivo
central y la fase primera de la lucha. Para quien escribe estas
líneas el objetivo central es y sigue siendo el cese de la usurpación.
Pero entre lo central y lo primero hay una diferencia obvia. Justamente porque
el cese de la usurpación es el objetivo central (el más importante) no puede
ser situado en primer lugar. Ni geométrica, ni políticamente, lo
central puede ser lo primero.
Más claro aún: cese de la usurpación significa
fin de la dictadura. Ahora, para que esa dictadura llegue a su fin hay que
establecer medios (un “cómo”) para lograrlo, algo que no aparece en el
plan-Guaidó En mi artículo mencione como medios probables, un golpe de
estado al interior del régimen, una sublevación popular y una intervención
foránea. Habida cuenta de que, como ha sido demostrado por sucesivos
acontecimientos y declaraciones públicas de eventuales sujetos encargados de
poner en práctica estos medios (violentos) de lucha, la probabilidad de que
ellos tengan lugar ha sido reducida al máximo.
En el momento son solo simples
hipótesis. Mas todavía si se considera que la inmensa mayoría de las naciones
democráticas en América Latina, en Europa, Australia y Canadá, y finalmente los
EE UU, han sido formuladas declaraciones oficiales que de modo preciso se
pronuncian en contra del uso de la violencia interna y externa. Pero a la vez
todas estas naciones están de acuerdo en ejercer presión en contra de la
dictadura. Ahora bien: el principal medio de presión es, y no puede ser otro,
que la exigencia por elecciones libres. Una exigencia que sería apoyada por
todo el orbe democrático. Una exigencia que puede llevar a Venezuela a
convertirse en un país símbolo en la lucha por la defensa de la democracia
occidental en los momentos que esta es cuestionada por potencias como Rusia,
China y Turquía.
Escribí en el mencionado artículo, elecciones libres, no
elecciones. Elecciones libres (sea en la forma de referendo o elecciones
presidenciales) quiere decir, elecciones que pasen por una reestructuración del
CNE (después del “smarticazo” del 30-J sus principales miembros deben ser
sustituidos) y bajo observación de entidades internacionales. ¿Y usted cree que
Maduro accederá a esas exigencias? me han preguntado algunos lectores. NO, he
respondido. NO. Pero justamente por eso exigir elecciones libres es la
alternativa de lucha más radical posible en contra de la dictadura. A una
dictadura se le exige no lo que quiere o puede hacer, sino lo que no quiere ni
puede hacer.
Elecciones libres significa, en otras palabras, poner fin
a la dictadura. Es por eso que la lucha por elecciones libres y la lucha por el
cese de la usurpación son en buenas cuentas lo mismo (hecho que ha advertido el
régimen mucho mejor que la oposición) La única diferencia es que plantear
el cese de la usurpación sin señalar los medios que pueden llevar a ese cese es
caer en una consigna vacía destinada solo a satisfacer los narcisistas
egos de los supremacistas (pseudo-) morales del extremismo opositor. Ligar el
objetivo central con el medio principal en cambio, es el desafío del momento.
Ligazón que no puede ser el resultado de una lógica formal y abstracta sino de
una que se se deduce de la correlación nacional e internacional de las fuerzas
reales y existentes. Como debe ser en política.
¿Está más claro?
Fernando Mires
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