Inicio mis
líneas recordando que la rutina en el mundo llevó a crear la costumbre y ésta,
llevó a dar origen a cada civilización. Cada país tiene sus leyes fundamentadas
en sus formas de vida, en sus costumbres; y cada país, con sus pueblos y sus
comunidades és, lo que su educación ha logrado imponer, por mas rígidos o no
que hayan sido sus políticos.
Si una
sociedad no está bien sostenida en valores, difícilmente podrá vencer a los
vicios, y por tanto a lo fácil.
En la ULA
una mayoría muy evidente se ha estado habituando en los últimos años a estar en
huelga casi que permanente, aun cuando se dice que las puertas están abiertas,
a no trabajar en pro de la calidad y excelencia institucional, a no dar clases,
a no asistir al salón a recibir enseñanzas del maestro, del guía; en la ULA una
mayoría muy evidente se está acostumbrando a resumir las clases de un semestre
a tareas por email, por WhatsApp, por mensajes de texto, donde el análisis, el
aprendizaje, la discusión académica y científica no están presentes, donde unos
resúmenes de programas desactualizados de una gran mayoría de pensum de
estudios son la justificación, donde la libertad de cátedra es el soporte de la
comodidad de una gran parte involucrada: maestro y alumno. Donde la política
politiquera se impuso sobre la academia sin tener que llegar al cuadrilátero y
esperar la primera campana, donde la motivación al estudiante a vencer los
obstáculos en pro del conocimiento no está presente desde hace
muchísimo rato atrás, donde ya no importa la excelencia como norma de vida,
sino el papel firmado que sirva para ejercer tal o cual profesión. El alumno
debe apoyar a su maestro en no ir a clases, cuando existen otras opciones de
apoyo de mayor peso donde la academia y por tanto la sabiduría logren su cometido.
Y ya nos
acostumbramos a los CU por WhatsApp, donde la majestad universitaria de ese
cuerpo se adecuó a la comodidad y no a la presencia de ley de sus miembros para
deliberar.
Tenemos
dentro de la ULA una deserción estudiantil elevada sin el menor síntoma
institucional por atacar la crisis política local, regional y nacional CON
ACADEMIA, con sabiduría, con vinculación con el entorno, con proyectos
viables, creíbles, realizables y vinculados con el entorno, el discurso
político politiquero llegó, se instaló y ya vive en nuestro día a día, creo que
ya no tenerlo es una crisis de vida para una conversación en pasillos.
La moral,
la ética, la probidad, la decencia, el respeto, las buenas costumbres, por muy
redundante que se lea, ya no son la prioridad en nuestra institución
bicentenaria, salvo que el discurso manipulado pro DDHH y el oportunismo
den oxígeno para lograr desviar miradas y engavetar estas crisis que ya no
tienen cabida en esa gaveta especial donde reposan. Es vergonzoso ya tener como
cotidiano entre compañeros el hablar de los actos de corrupción dentro de la
ULA, de los robos mil millonarios sin que aparezca lo hurtado (todo el sistema
de cámaras y de equipos especiales que usaba en toda la ULA – Mérida, lo de la
dirección de transporte, entre otros); de la no aprobación a la fecha de la
memoria y cuenta 2017 de la ULA y aún no aparece un culpable; de la quiebra de
empresas rentables sin ningún recato (Proula medicamentos y parque
tecnológico), de la auto-venta de un bien de la universidad (Urb. Santa María),
del fraccionamiento de contratos (CECAD), de la declaración de responsabilidad
administrativa de la hija de la mano derecha del máximo jerarca y nada pase,
salvo que reposen las denuncias ante los organismos respectivos, de tener que
oír un Consejo Universitario donde una profesora después de haberse dado
demostraciones (muy cotidianas) de poder entre grupos, logré su derecho de
palabra para denunciar ante el máximo órgano a otra profesora que ejerce el
cargo de decana encargada de una facultad cuya ingobernabilidad es
excesivamente evidente por hechos de corrupción, (donde la dirección de la
escuela de derecho era un compromiso político y no un compromiso de excelencia
académica).
Donde la ULA tuvo que suspender la repetición por la radio por las
agresiones verbales que podían ocasionarle sanciones a la ULA por sus
contenidos en el horario todo usuario en que se estaba dando el mismo, donde la
imagen que se trasmite al radioescucha no importa. Donde ese mismo Consejo como
no puede decretar la ingobernabilidad del Núcleo Trujillo y llevarlo al mismo
nivel de esta otra facultad, suspende sin procedimiento administrativo a su
decano ratificado por una Asamblea legalmente constituida y convocada, donde ya
lo norma no importa, donde el 138 de la constitución es mera letra, donde el
ser ejemplo de lo correcto desapareció sin ningún trauma.
Se habla
de internacionalización de la ULA, cuando nuestra desactualización curricular
habla por si sola.
Los
derechos laborales son mera plastilina y lo he sostenido: el Proceso de
Evaluación de Desempeño (por solo mencionar uno muy evidente) que ordena
nuestras convenciones colectivas internas a nuestra autoridad no se acata
porque las miradas cómplices van a otras prioridades que no son las del
colectivo, las de la motivación, las del reconocimiento por méritos propios.
Me
preocupó en demasía el saber que tenemos una universidad con una gran
estructura, con un buen recurso humano muy mal acostumbrado, pero carente de
alumnos, y por tanto con una perdida acelerada de justificación de vida, ya que
no tiene sentido pelear por salarios si nuestra razón de vida: LA EDUCACIÓN NO
SE DA A SALÓN LLENO. Me preocupó saber que la Misión Sucre creció a la
misma velocidad con la que la deserción ULA aumentó,… y entendí en aquella
conversación que vamos al punto donde tendremos todo, menos alumnos, y la
Misión Sucre tendrá los alumnos, pero no tendrá lo demás. Y me surgieron 2
preguntas: 1).- ¿Cuál es la prioridad de la ULA?,.. 2).- ¿Estamos llamando al
otro a que ocupe nuestros espacios por incapacidad propia de enfrentar y asumir
con discurso académico de superación de obstáculos, de excelencia y del
aprendizaje?
Escribí
estas líneas con la sensación que estamos muy mal, que vamos mal, que la
anarquía patronal está superando la anarquía social del entorno. Donde la
vergüenza por lo incorrecto no existe, donde el descalificativo por omitir las
normas es ya normal, donde las denuncias contra la ULA en tribunales de la
República, en el Ministerio Público, son diarias,… donde la reserva moral ya
prendió la luz roja y nadie reacciona y todo sigue lo que la costumbre impone:
No producir, no asumir y por tanto: justificar el fracaso.
Esp. Lic.
Egberto González.
Sec.
Organización SITRAULA.
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