miércoles, 24 de octubre de 2018

Alberto Lovera: “Lo que la Mar se lleva, la Mar regresa” - Mario Valdez



Un día como hoy 18 de octubre, se cumplen 53 años del asesinato del dirigente político Alberto Lovera, en su memoria comienzo la entrega de la serie: Crímenes Políticos.


 Alberto Lovera fue secuestrado por la DIGEPOL  (policía política) de la época, lo torturaron hasta la saciedad y como no pudieron sacarle la confesión, la información que querían, buscando desaparecerlo se lo llevan de Caracas al campo antiguerrillero de “Cachipo” en el estado Monagas. Los militares encargados de “Cachipo”, al ver el cuerpo y el rostro del detenido “tan maltratado y altamente deteriorado”, no quisieron recibirlo. “Llévenselo, no hemos visto nada”. En el camino Lovera se les murió a los chacales, lo amarraron con cadenas, le enterraron un pico en el pecho, le destrozaron la cara y las manos para que no fuera identificado, y lo lanzaron a la Mar en Lechería, Barcelona. Sufrió 9 días interminables de tormento y suplicio. Conozca su historia. Siempre los asesinos terminan enjuiciados. Las olas marinas  trajeron a la costa de playa el cuerpo de Alberto Lovera para que su crimen no quedara sin castigo. Lo que la  Mar se lleva, la Mar lo regresa.

La Digepol secuestra a Alberto Lovera 

El 18 de octubre de 1965, a las seis de la tarde Alberto Lovera sale de una reunión del PCV en el edificio “San José” en Las Acacias, Caracas, monta en su Mercedes Benz rumbo hacia la universidad, al llegar frente a la redoma de la plaza “Las Tres Gracias” en la entrada a la UCV, es interceptado por un vehículo del cual bajan varios funcionarios de la Digepol lo capturan, lo secuestran y se lo llevan en su propio auto (testimonio de los testigos que estaban en la plaza y presenciaron los hechos) hasta la sede de ese órgano policial en el edificio “Las Brisas” en Los Chaguaramos, donde comenzó su vía crucis y el tormento. La comisión policial estaba encabezada por el capitán y Jefe de Capturas Carlos Vegas Delgado y el director de Digepol J. J. González Patiño; como esa operación fue producto de una delación, fue planificada y tanto, el Ministro de Relaciones Interiores doctor Gonzalo Barrios y el presidente de la República Raúl Leoni, estaban informados de lo que estaba sucediendo. Algunos presos dijeron haberlo visto en “Las Brisas”, vecinos manifestaron que el Mercedes Benz, azul, estuvo varios días parado en el estacionamiento de la Digepol.

Comienzan un macabro ruleteo y el vía crucis de la muerte

Toda la prensa tiene en primera página la desaparición del dirigente comunista Alberto Lovera, su esposa María del Mar y el diputado José Vicente Rangel responsabilizan al presidente Raúl Leoni, al ministro de relaciones interiores y al director de la Digepol por lo que pueda sucederle al dirigente político.

Ante esta presión pública la noche del 23 de octubre el Director de la Digepol J. J. Patiño González, ordena que Lovera sea trasladado desde “Las Brisas” al Retén “Planchart”, en Puente Mohedano (donde hoy queda Parque Central), varios presos manifestaron haber visto cuando se lo llevaban. En el Retén continúan las torturas y el ensañamiento para que delate a sus camaradas, el hombre se mantiene imperturbable, retador, no habla y eso enfurece a sus verdugos que le dan con todo, hasta masacrarlo y convertirlo en un guiñapo humano por la crueldad con que fue tratado.

Los esbirros sacan a Lovera del Retén “Planchart” y comienzan un macabro ruleteo cargado de sadismo y torturas, no encuentran cómo hacer para que el hombre cante como un canario y les diga todos los secretos que sabe como jefe político y jefe militar del partido comunista ante las Fuerzas Armadas de Liberación Nacional (FALN). Deciden llevárselo al campo antiguerrillero de “Cachipo” en el Estado Monagas. Al llegar los policías a “Cachipo” con Alberto Lovera, los militares y los encargados de la recepción de ese campo de exterminio, al ver el estado de deterioro y la gravedad en que se encontraba el hombre que ocupaba las primeras páginas de las noticias en Venezuela, decidieron no recibir al detenido Alberto Lovera en esas condiciones, ya que ellos iban a responder por algo que no habían hecho. “Llévense a ese hombre de aquí fue la respuesta, ni los hemos visto”. Esa fue la respuesta que le dieron los militares, me comentó el doctor Agustín Calzadilla, quien fue amigo y abogado de Alberto Lovera, estuvo en todo el caso pidiendo justicia y sanciones para los culpables. Cuando me gradué de abogado fui su socio en el Bufete, es para mí un gran maestro.

En la atarraya no había peces, era un cuerpo humano

A las cuatro de la madrugada del miércoles 27 de octubre de 1965, en la playa de Lechería despuntaba un amanecer hermoso, la Mar estaba tranquila parecía una tasita, se veía bueno para faenar. Como todos los días el pescador José Salazar, sale con su bote y su atarraya (red) a pescar, es su trabajo rutinario, antes de zarpar reza un Padre Nuestro y se encomienda a La Virgen del Valle. En todas nuestras costas los pescadores artesanales saben que las horas más productivas son entre las 4:00 y las 8:00 de la mañana, el agua está más fresca, los peces tienen hambre y pican la carnada.

Cuando comienzan a salir los primeros rayos del sol, el pescador José Salazar sintió un gran peso envuelto en su atarraya, contento pensando que tenía una buena cosecha de peces, cual no es su sorpresa, se lleva el susto de su vida, al ver el cadáver de un hombre muerto enredado en su red de pesca. Relata que “la apariencia de aquel cuerpo humano muerto y desnudo, sin pelos, la cara, los pies y las manos destrozadas, mostraba huellas evidente de tortura, tanto, que su cara seria irreconocible hasta para algún familiar suyo. El rostro estaba desfigurado, el cuerpo todo amoratado, estaba amarrado por debajo de los hombros con una cadena de hierro de tres metros de largo que le daba varias vueltas a su cuerpo y sus extremos asegurado con un candado, el cuello estaba atado con un grueso alambre que sostenía un pico que tenía clavado en el pecho. Los peces ya se lo estaban comiendo”. Seguramente quienes asesinaron al profesor Lovera pensaron que el pico serviría como ancla y no dejaría flotar el cuerpo, para que permaneciera por siempre en el fondo de la  Mar  

Juana “La Mocha”, “En la playa apareció un muerto”

Antes de las 7:00 de la mañana, Juana, “La Mocha”, una vendedora de pescado a quien le faltaba el antebrazo derecho, sale a buscar a un conocido reportero gráfico de la zona de nombre José Ramón Bello del diario “El Tiempo”. Juana llega tumbando la puerta de la casa donde vivían el periodista y su madre Herminia Bello,  en el sector Sierra Maestra,  Puerto La Cruz. Es tal el estrépito y la insistencia de Juana, que despierta alarmada a la familia. Al ver que el reportero viene a abrirle la puerta, aun antes de que lo hiciera, le dice: "Mire Don José Ramón, apareció un muerto allá en la playa, en la pata del cerro El Morro cerca del Fortín Magdalena en Lechería".

Al lugar de los hechos llegó el fotógrafo José Ramón Bello y el periodista Argenis Marcano del diario “El Tiempo”, ayudaron a los pescadores José Salazar y Carlazán Narváez a sacar el cuerpo hasta la orilla. Hicieron la toma fotográfica y se trasladaron a la sede de la Policía Técnica Judicial (PTJ), los detectives realizaron la inspección y el levantamiento del cadáver.

Los delatores

En el secuestro de Alberto Lovera participaron tres tránsfugas delatores que orientaron a la Digepol para su captura, Helímenes Chirinos, es quien lo delata con el Jefe de Capturas Carlos Vegas, diciéndole que Lovera como responsable militar y de finanzas tenía en su poder 500 mil bolívares; Aníbal González, lo traicionó y delató la “concha” de Lovera, a quien le pagaron una suma de dinero y compró una casa en Propatria; y el desertor de la guerrilla Raúl Peña Palencia, quien convertido en esbirro y participó en las torturas. Estos tres sujetos fueron denunciados por el Partido Comunista de Venezuela.


Mario Valdez

Alberto Lovera: “Lo que la Mar se lleva, la Mar regresa”
Serie Crímenes Políticos (parte I)


@marioevaldez

No hay comentarios:

Publicar un comentario