Un día como hoy 18 de octubre, se cumplen 53 años del
asesinato del dirigente político Alberto Lovera, en su memoria comienzo la
entrega de la serie: Crímenes Políticos.
Alberto Lovera
fue secuestrado por la DIGEPOL (policía
política) de la época, lo torturaron hasta la saciedad y como no pudieron
sacarle la confesión, la información que querían, buscando desaparecerlo se lo
llevan de Caracas al campo antiguerrillero de “Cachipo” en el estado Monagas.
Los militares encargados de “Cachipo”, al ver el cuerpo y el rostro del
detenido “tan maltratado y altamente deteriorado”, no quisieron recibirlo.
“Llévenselo, no hemos visto nada”. En el camino Lovera se les murió a los
chacales, lo amarraron con cadenas, le enterraron un pico en el pecho, le
destrozaron la cara y las manos para que no fuera identificado, y lo lanzaron a
la Mar en Lechería, Barcelona. Sufrió 9 días interminables de tormento y
suplicio. Conozca su historia. Siempre los asesinos terminan enjuiciados. Las
olas marinas trajeron a la costa de playa
el cuerpo de Alberto Lovera para que su crimen no quedara sin castigo. Lo que
la Mar se lleva, la Mar lo regresa.
La
Digepol secuestra a Alberto Lovera
El 18 de octubre de 1965, a las seis de la tarde
Alberto Lovera sale de una reunión del PCV en el edificio “San José” en Las
Acacias, Caracas, monta en su Mercedes Benz rumbo hacia la universidad, al
llegar frente a la redoma de la plaza “Las Tres Gracias” en la entrada a la
UCV, es interceptado por un vehículo del cual bajan varios funcionarios de la Digepol
lo capturan, lo secuestran y se lo llevan en su propio auto (testimonio de los
testigos que estaban en la plaza y presenciaron los hechos) hasta la sede de
ese órgano policial en el edificio “Las Brisas” en Los Chaguaramos, donde
comenzó su vía crucis y el tormento. La comisión policial estaba encabezada por
el capitán y Jefe de Capturas Carlos Vegas Delgado y el director de Digepol J.
J. González Patiño; como esa operación fue producto de una delación, fue
planificada y tanto, el Ministro de Relaciones Interiores doctor Gonzalo
Barrios y el presidente de la República Raúl Leoni, estaban informados de lo
que estaba sucediendo. Algunos presos dijeron haberlo visto en “Las Brisas”,
vecinos manifestaron que el Mercedes Benz, azul, estuvo varios días parado en
el estacionamiento de la Digepol.
Comienzan
un macabro ruleteo y el vía crucis de la muerte
Toda la prensa tiene en primera página la desaparición
del dirigente comunista Alberto Lovera, su esposa María del Mar y el diputado
José Vicente Rangel responsabilizan al presidente Raúl Leoni, al ministro de
relaciones interiores y al director de la Digepol por lo que pueda sucederle al
dirigente político.
Ante esta presión pública la noche del 23 de octubre el
Director de la Digepol J. J. Patiño González, ordena que Lovera sea trasladado
desde “Las Brisas” al Retén “Planchart”, en Puente Mohedano (donde hoy queda
Parque Central), varios presos manifestaron haber visto cuando se lo llevaban.
En el Retén continúan las torturas y el ensañamiento para que delate a sus
camaradas, el hombre se mantiene imperturbable, retador, no habla y eso
enfurece a sus verdugos que le dan con todo, hasta masacrarlo y convertirlo en
un guiñapo humano por la crueldad con que fue tratado.
Los esbirros sacan a Lovera del Retén “Planchart” y
comienzan un macabro ruleteo cargado de sadismo y torturas, no encuentran cómo
hacer para que el hombre cante como un canario y les diga todos los secretos
que sabe como jefe político y jefe militar del partido comunista ante las
Fuerzas Armadas de Liberación Nacional (FALN). Deciden llevárselo al campo
antiguerrillero de “Cachipo” en el Estado Monagas. Al llegar los policías a
“Cachipo” con Alberto Lovera, los militares y los encargados de la recepción de
ese campo de exterminio, al ver el estado de deterioro y la gravedad en que se
encontraba el hombre que ocupaba las primeras páginas de las noticias en
Venezuela, decidieron no recibir al detenido Alberto Lovera en esas
condiciones, ya que ellos iban a responder por algo que no habían hecho. “Llévense
a ese hombre de aquí fue la respuesta, ni los hemos visto”. Esa fue la
respuesta que le dieron los militares, me comentó el doctor Agustín Calzadilla,
quien fue amigo y abogado de Alberto Lovera, estuvo en todo el caso pidiendo
justicia y sanciones para los culpables. Cuando me gradué de abogado fui su
socio en el Bufete, es para mí un gran maestro.
En
la atarraya no había peces, era un cuerpo humano
A las cuatro de la madrugada del miércoles 27 de
octubre de 1965, en la playa de Lechería despuntaba un amanecer hermoso, la Mar
estaba tranquila parecía una tasita, se veía bueno para faenar. Como todos los
días el pescador José Salazar, sale con su bote y su atarraya (red) a pescar,
es su trabajo rutinario, antes de zarpar reza un Padre Nuestro y se encomienda
a La Virgen del Valle. En todas nuestras costas los pescadores artesanales
saben que las horas más productivas son entre las 4:00 y las 8:00 de la mañana,
el agua está más fresca, los peces tienen hambre y pican la carnada.
Cuando comienzan a salir los primeros rayos del sol, el
pescador José Salazar sintió un gran peso envuelto en su atarraya, contento
pensando que tenía una buena cosecha de peces, cual no es su sorpresa, se lleva
el susto de su vida, al ver el cadáver de un hombre muerto enredado en su red
de pesca. Relata que “la apariencia de aquel cuerpo humano muerto y desnudo,
sin pelos, la cara, los pies y las manos destrozadas, mostraba huellas evidente
de tortura, tanto, que su cara seria irreconocible hasta para algún familiar
suyo. El rostro estaba desfigurado, el cuerpo todo amoratado, estaba amarrado
por debajo de los hombros con una cadena de hierro de tres metros de largo que
le daba varias vueltas a su cuerpo y sus extremos asegurado con un candado, el
cuello estaba atado con un grueso alambre que sostenía un pico que tenía
clavado en el pecho. Los peces ya se lo estaban comiendo”. Seguramente quienes
asesinaron al profesor Lovera pensaron que el pico serviría como ancla y no
dejaría flotar el cuerpo, para que permaneciera por siempre en el fondo de
la Mar
Juana
“La Mocha”, “En la playa apareció un muerto”
Antes de las 7:00 de la mañana, Juana, “La Mocha”, una
vendedora de pescado a quien le faltaba el antebrazo derecho, sale a buscar a
un conocido reportero gráfico de la zona de nombre José Ramón Bello del diario
“El Tiempo”. Juana llega tumbando la puerta de la casa donde vivían el
periodista y su madre Herminia Bello, en
el sector Sierra Maestra, Puerto La
Cruz. Es tal el estrépito y la insistencia de Juana, que despierta alarmada a
la familia. Al ver que el reportero viene a abrirle la puerta, aun antes de que
lo hiciera, le dice: "Mire Don José Ramón, apareció un muerto allá en la
playa, en la pata del cerro El Morro cerca del Fortín Magdalena en Lechería".
Al lugar de los hechos llegó el fotógrafo José Ramón
Bello y el periodista Argenis Marcano del diario “El Tiempo”, ayudaron a los
pescadores José Salazar y Carlazán Narváez a sacar el cuerpo hasta la orilla.
Hicieron la toma fotográfica y se trasladaron a la sede de la Policía Técnica
Judicial (PTJ), los detectives realizaron la inspección y el levantamiento del
cadáver.
Los
delatores
En el secuestro de Alberto Lovera participaron tres
tránsfugas delatores que orientaron a la Digepol para su captura, Helímenes
Chirinos, es quien lo delata con el Jefe de Capturas Carlos Vegas, diciéndole
que Lovera como responsable militar y de finanzas tenía en su poder 500 mil
bolívares; Aníbal González, lo traicionó y delató la “concha” de Lovera, a
quien le pagaron una suma de dinero y compró una casa en Propatria; y el
desertor de la guerrilla Raúl Peña Palencia, quien convertido en esbirro y
participó en las torturas. Estos tres sujetos fueron denunciados por el Partido
Comunista de Venezuela.
Mario Valdez
Alberto Lovera: “Lo que la Mar se lleva, la Mar regresa”
Serie Crímenes Políticos (parte I)
@marioevaldez
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