miércoles, 15 de agosto de 2018

La ciudad para todos - Carlos Guillermo Cárdenas D.



El esfuerzo realizado por el ingeniero William Lobo Quintero (WLQ) tal vez no tenga parangón en la historia de la ciudad. En sus múltiples y polifacéticos artículos de opinión en la columna compartida con el suscrito “La Universidad Siempre” y en los libros que publicó, WLQ planteó el paradigma de Mérida. Expresó que “Mérida debe encontrar ese paradigma adecuado que le dé en el tiempo mayor proyección nacional e internacional, que la haga grande en su fisonomía urbana, condición universitaria, expresión cultural, dimensión humana y calidad de vida”.


Mérida, con los atractivos naturales más espectaculares, con dos instituciones (Diócesis y Universidad)  de las más antiguas del país pues las dos provienen de la época colonial pre republicana, que ha visto maltrecha su proyección por las condiciones mermadas de la ciudad, pareciera que está condenada al abandono y desidia sin paralelos. Los problemas no se resuelven o simplemente se corre la arruga. Las medidas inmediatas a tomar son sencillas pero requieren de voluntad y convicción para que  la implementación no genere trauma o desasosiego.

WLQ planteó la ciudad científica que permita conservar la esencia de ciudad universitaria por excelencia, crear y divulgar el conocimiento, propiciar la creatividad y la innovación, incentivar el desarrollo de las ciencias, las artes y las humanidades, buscando siempre una participación equiparable al mundo de las ciencias. También habló de la ciudad tecnológica para tener una capacidad de penetración e intervención en los procesos de creación del conocimiento.

También planteó la ciudad ambiental, basada en el concepto que “los seres humanos somos parte esencial de la naturaleza, por tanto los esfuerzos deben dirigirse a buscar la biodiversidad como un bien invalorable para alcanzar la armonía, la paz, la justicia, la libertad y la equidad”.

William insistió en la necesidad de definir el “paradigma  de Mérida” que permitiese el diseño de un nuevo proyecto de ciudad, para lo que debían considerarse las cualidades culturales, científicas, tecnológicas, turísticas y ambientales.

Tuve el privilegio de compartir con WLQ muchos ratos tanto en el vicerrectorado académico de la Universidad de Los Andes, cuando estructuramos la fórmula rectoral para dirigir la Universidad de Los Andes, como en los periodos vacacionales. Fue un hombre inmensamente optimista y creativo, siempre buscando caminos y abriendo horizonte, formulando ideas y proyectos que allí están, en las publicaciones de la Academia de Mérida que dirigió con acierto durante varios periodos como en la columna periodística La Universidad Siempre.

WLQ, como Alexis Montilla, creador de los parques temáticos, fue también un soñador de la montaña. ¡Honor al que lo merece! 

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