El esfuerzo realizado por el ingeniero William Lobo
Quintero (WLQ) tal vez no tenga parangón en la historia de la ciudad. En sus
múltiples y polifacéticos artículos de opinión en la columna compartida con el
suscrito “La Universidad Siempre” y en los libros que publicó, WLQ planteó el
paradigma de Mérida. Expresó que “Mérida debe encontrar ese paradigma adecuado
que le dé en el tiempo mayor proyección nacional e internacional, que la haga
grande en su fisonomía urbana, condición universitaria, expresión cultural,
dimensión humana y calidad de vida”.
Mérida, con los atractivos naturales más
espectaculares, con dos instituciones (Diócesis y Universidad) de las más
antiguas del país pues las dos provienen de la época colonial pre republicana,
que ha visto maltrecha su proyección por las condiciones mermadas de la ciudad,
pareciera que está condenada al abandono y desidia sin paralelos. Los problemas
no se resuelven o simplemente se corre la arruga. Las medidas inmediatas a
tomar son sencillas pero requieren de voluntad y convicción para que la
implementación no genere trauma o desasosiego.
WLQ planteó la ciudad científica que permita conservar
la esencia de ciudad universitaria por excelencia, crear y divulgar el
conocimiento, propiciar la creatividad y la innovación, incentivar el
desarrollo de las ciencias, las artes y las humanidades, buscando siempre una
participación equiparable al mundo de las ciencias. También habló de la ciudad
tecnológica para tener una capacidad de penetración e intervención en los procesos
de creación del conocimiento.
También planteó la ciudad ambiental, basada en el
concepto que “los seres humanos somos parte esencial de la naturaleza, por
tanto los esfuerzos deben dirigirse a buscar la biodiversidad como un bien
invalorable para alcanzar la armonía, la paz, la justicia, la libertad y la
equidad”.
William insistió en la necesidad de definir el
“paradigma de Mérida” que permitiese el diseño de un nuevo proyecto de
ciudad, para lo que debían considerarse las cualidades culturales, científicas,
tecnológicas, turísticas y ambientales.
Tuve el privilegio de compartir con WLQ muchos ratos
tanto en el vicerrectorado académico de la Universidad de Los Andes, cuando
estructuramos la fórmula rectoral para dirigir la Universidad de Los Andes, como
en los periodos vacacionales. Fue un hombre inmensamente optimista y creativo,
siempre buscando caminos y abriendo horizonte, formulando ideas y proyectos que
allí están, en las publicaciones de la Academia de Mérida que dirigió con
acierto durante varios periodos como en la columna periodística La Universidad
Siempre.
WLQ, como Alexis Montilla, creador de los parques
temáticos, fue también un soñador de la montaña. ¡Honor al que lo merece!
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