martes, 18 de julio de 2017

Respuesta a un amigo sobre “El qué pasará en Venezuela”. Una aproximación - Roberto Rondón Morales.


Había pensado no escribir más sobre la situación actual de Venezuela porque me sentí un invasor atrevido  del campo de la historia y de la politología. Peor aún,  la futurología para mí es imposible. La pregunta que me formulas sobre qué pasará en Venezuela, en especial frente a la abrumadora, variada y contradictoria información  que se comunica por los medios electrónicos, incluida la confusión dirigida por el G2 cubano y la impronta de “los reenvíos” espontáneos,  es la pregunta   que nos hacemos todos  “en un ambiente  muy complejo y fluido” como se decía en los años mil novecientos  sesenta por la gran inestabilidad política del entonces,  y por supuesto  la de ahora. No obstante, aun cuando no es mi lectura frecuente ni predilecta, tomo en cuenta  escritos evangélicos: Marcos VI. 14 que dice: “No andéis pues, acongojados por el día de mañana, que el día de mañana harto cuidado traerá por sí, bástale ya a cada día de su propio afán y tarea”.

Lo que puedo hacer, atrevidamente también para mí, y  ahora para ti, es describir dos viejos escenarios  con actores,  espacios, tiempos y circunstancias distintos, pero que no hay que olvidar,  así como  unas experiencias nuevas no afortunadas.

1.- El absolutismo con su “El Estado soy yo” había llegado a su extremo. También al extremo había llegado la miseria y la pobreza agravadas por la carestía y los altos e incontrolados precios del pan y los granos, lo que creó un ambiente pre revolucionario. A la Asamblea Nacional francesa dirigida por Petión, el 3 de agosto de 1792 se le exigió la deposición del Rey y la convocatoria de una nueva Asamblea, que fuera electa universalmente y que estuviera capacitada para decidir la suerte del  monarca. El pueblo dio hasta el 9 de agosto siguiente a medianoche para que hubiera un pronunciamiento. Los principales girondimos comprendieron  entonces      que asistían al nacimiento de una revolución donde ellos no eran los jefes, por lo que intentaron acercarse al Rey.

El 9 de agosto, 28 secciones parisinas enviaron emisarios al Ayuntamiento. En la mañana del 10 de agosto, 82 comisionados de esas secciones, hombres de la pequeña y mediana burguesía se erigieron en una “comuna insurrecta” que puso en marcha al pueblo hacia Las Tullerías, defendido por  4000-5000 guardias suizos, gendarmes y algunos nobles que se habían agrupado allí. Ellos resistieron  pero la llegada de artillería y federados acabaron con la defensa, por lo que el Rey dio orden de interrumpir el combate. Los suizos fueron asesinados en los jardines, además murieron  un centenar de asaltantes  y 800 defensores. Los 200 diputados en sesión, presididos por Vergniaud que defendían la Constitución vigente, después de los hechos de Las Tullerías, decretaron no el desenlace final del Rey sino su supresión, esperando por una  decisión final que tomaría una Constituyente que sería  electa pronto y directamente por sufragio universal.

El poder ejecutivo para suplir al monarca, se conformó con un Consejo de seis miembros de fuera de la Asamblea. El 10 de agosto, “la monarquía estaba muerta y los ciudadanos pasivos”, por lo que los “sans-culotterie”  irrumpieron en la vida política como una nueva forma de revolución popular, sangrienta, esencialmente urbana y parisina, y surgida necesariamente por un desfase político continuo.  

Durante la espera por las elecciones legislativas, el poder se repartió en cuatro niveles de importancia desigual: legislativa que legislaba por presiones externas; el Consejo Ejecutivo principal detentador de la autoridad pero sin poder sobre París ni la provincia; la Comuna Parisiense que tomó al Rey para encerrarlo con su familia en el Temple; y las Secciones que ejercían una especie de democracia directa sobre París y disponía de un ejército como fuerza de coacción…… Luego siguió el terror. La Comuna suspendió periódicos tildados de contrarrevolucionarios e incautó sus materiales. La libertad individual fue suspendida, los clubes clausurados y desaparecidos, aumentó el poder de los jacobinos entre la clase media, artesanos y profesionales liberales, quienes habían  estado en la Gironde, que abandonaron. Se crearon Comités de Vigilancia para hacer arrestos, con un tribunal excepcional y prisiones saturadas de sospechosos denunciados.  Por reclamos de los campesinos, el 25 de agosto se suprimieron los derechos señoriales   sin indemnización, y se procedió luego a la venta de las propiedades de los emigrados; el clero pasó a  las reglas civiles y puesto a disposición de las Comunas,  se secularizaron sus actos; se anuló el matrimonio que empezó a entenderse entonces como un simple contrato… Fue tiempo de traiciones, arrestos en masa de presos políticos y por causas de derecho común que se inventaban. La calma volvió cuando una nueva Asamblea tomó posesión, el temor cesó  y el sentido nacional se recuperó después de una victoria francesa parcial  frente a los austríacos. Hubo una tregua general de las tendencias y se dispersó la Comuna de París. (Jean Chagniot). Este parece que no debe ser el camino venezolano.

2.- Otro fenómeno digno de comentarse ocurrió en Venezuela entre 1948 y 1958.  Algunos creen que fue solo  la actuación de un individuo autoritario, y no un proceso, con discusiones entre dictadura y democracia, gran represión pero que mostró realizaciones en obras físicas. Su ideología del Nuevo Ideal Nacional no fue entendida por el país. Fue un proyecto de modernidad positivista, tecnócrata, capitalista con un importante rol de las fuerzas armadas en el desarrollo nacional, en la seguridad continental y en una tentativa expansión hacia el Caribe y Centroamérica. Su ideal de transformación del medio físico implicó el sacrificio de la libertad, la disidencia y la participación, basado en el rol de las FAN,  de una tecnocracia no ideologizada y   con la obra física realizada con los sectores económicos,  lo que planteó en algún momento la perpetuidad del régimen. 

Pero en  1957, empezó una crisis fiscal  por limitaciones en las exportaciones petroleras, un endeudamiento creciente y el  incumplimiento de compromisos por lo que la construcción perdió dinamismo, aumentó el desempleo en los obreros, y la burguesía  abandonó al gobierno. Esto motivó una Pastoral de Monseñor Rafael Arias Blanco el 1º de mayo de 1957 condenando una situación que provocaba en los pobres,  injusticia, miseria y desesperación.
Hubo contradicciones políticas con las FAN y conflictos internos entre los civiles, ambos aislados de la sociedad, lo que inició el derrumbe del gobierno acusado de gran peculado, corrupción, tráfico de influencias y abusos de poder. Algunos desplantes internacionales del dictador lo hicieron ingrato en especial a Estados Unidos.  Hubo limitaciones de inversiones por el capital extranjero, además de  un proceso de derrocamiento de dictaduras militares en América Latina: Juan Domingo Perón en Argentina, Manuel Odría en Perú, Gustavo Rojas Pinilla en Colombia.

El enfrentamiento en el interior de las Fuerzas Armadas y con los civiles,  culminó con el llamado anti constitucional a un plebiscito en diciembre de 1957 en lugar de las elecciones nacionales contempladas en la Constitución Nacional de 1952, que el propio dictador había  redactado y aprobado a su mejor entender e interés. Hubo una rebelión militar el 1º y el 23 de enero de 1958, previas luchas en las calles de estudiantes y trabajadores, y un acuerdo de transición cívico militar, luego el Pacto de Punto Fijo para establecer reglas para proteger la democracia (Ocarina García).

3.- Ahora estamos ante una situación inédita. La crisis política, social y económica es más grave que la que provocó el fin del régimen de Pérez Jiménez, pero tiene un trasfondo distinto. No se trata solamente de decidir si la república es dirigida por un presidente electo, democrático, respetuoso de los derechos humanos y de la división de poderes,  o por un autócrata nacido de golpes militares o fraudes electorales, violador de las constituciones  redactadas por él, con represión, encarcelamiento y muertes. Se trata del destino de la república como institución, forma de organización social y  vida; con una división geopolítica de más de siglo y medio; con poderes nacionales autónomos y colaborativos; niveles nacional, estadal, municipal y local de poderes, electos de forma libre, universal y secreta; con derechos básicos y sagrados a la vida, la libertad, la propiedad, la opinión, tránsito; con una  sociedad cohabitable  y reconciliada; con una  unión familiar, una protección y reforzamiento del talento; con  desarrollo de la ciencia, la tecnología y la innovación; con un régimen civil  no tutelado y los militares en sus tareas de seguridad y defensa nacional; con periódicas consultas al pueblo; y por supuesto, peculado, corrupción, abuso de poder y tráfico de influencias que pueden ser denunciados y castigados. 

Ciertamente, con graves faltas  políticas a corregir como los sistemas electorales que no sean simplemente de voto, con organizaciones sociales no colonizadas por los partidos, con real protagonismo, participación e inclusión, medios más idóneos de defensoría y contraloría que no sean armas políticas del gobierno; con un tribunal supremo de justicia legal y legítimo en su origen y ejercicio, que no sea “express” para castigar a personas, funcionarios e instituciones adversarias,  y de “gavetas” para otro tipo de decisiones sobre la universidad, diputados de Amazonas y otros,  con  autonomía del poder judicial para proteger a personas y bienes, y condenar la corrupción.

A.- El primer problema a resolver es si los mediadores entienden esto como el problema principal y determinante y no un simple “quítate tú para ponerme yo” y una fecha para ello. Que la crisis de abastecimiento de comida, medicamentos, de gas doméstico, cauchos, repuestos y el reconocimiento de la Asamblea Nacional serán  asuntos para una nueva dirigencia republicana.

B.- El segundo problema es quienes son los mediadores. No  se trata simplemente de metodólogos de las  negociaciones que logren el mutuo reconocimiento  de los oponentes, las disposiciones a hacer concesiones y las fórmulas políticas, técnicas y administrativas para garantizar el cumplimiento de los acuerdos. Tampoco   pueden ser mediadores antiguos intermediadores de     negociaciones  oscuras con el gobierno de armas y fragatas, telefonía, petróleo de empresas españolas; receptores de préstamos en la sombra de República Dominica o un ex presidente ligado al narcotráfico  guerrillero que ameritó el expediente 8000 en el Congreso Colombiano; o la desafortunada actuación del Papa que obvió  a la Conferencia Episcopal Venezolana, o un subrepticio representante del Departamento de Estado con entradas sigilosas a Miraflores, experimento  que terminó en una gran defraudación popular que dejó dudas y suspicacias insalvables entre la población . La intermediación de grandes potencias extranjeras como Estados Unidos, China y Rusia nos pueden convertir en una “pieza de intercambio” dentro de sus planes de competencia internacional.


En primera y última instancia, no se desea un enfrentamiento civil ni cívico militar, pero tampoco una transición negociada entre cúpulas con padrinazgos externos. Primero será el pueblo soberano venezolano, convertido en Junta Patriótica, quien tomará la decisión   el domingo 16.07.17: Tarjeta roja para el régimen y sus acólitos y expulsión consiguiente convenida y por los medios adecuados, en espera que no sea aplicando la violencia como un paro nacional indefinido; o  autogol y tarjeta roja para el 85% de  la población venezolana si no se presenta al juego, cualquiera sea la causa o la excusa. 

Roberto Rondón Morales.
Miradas Múltiples. Julio de 2017

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