martes, 27 de diciembre de 2016

Migraciones y política en Estados Unidos - Cristina F. Pereda



2007: El año récord en población indocumentada

La oleada migratoria desde Centroamérica que comenzó en los años 90 se intensificó a finales de esa década y principios de los 2000. La presidencia de George Bush coincidió con récords anuales de población indocumentada del país hasta crear tal presión que fue su Gobierno, en coordinación con el Senado y con el gobierno de México, el que impulsó el último intento republicano por reformar el sistema de inmigración. Aquella reforma fracasó en el Congreso y la pregunta de cómo regularizar o expulsar a millones de inmigrantes que viven en las sombras de la legalidad sigue sin respuesta. Hasta hoy.


Como muestran los datos del Censo analizados por Pew Research Center, las cifras de indocumentados se han mantenido relativamente estables desde entonces, con un ligero descenso provocado por la crisis económica en Estados Unidos, las mejores condiciones en México, uno de los principales países de origen de los migrantes, y el endurecimiento de las medidas de seguridad en la frontera. Aún así, la presión de 11 millones de indocumentados ha hecho que ningún sector de la población estadounidense se muestre indiferente ante la pregunta de cómo responder a esta realidad.

Una solución para más de 11 millones de indocumentados

La población estadounidense está profundamente dividida entre los que quieren permitir que los indocumentados accedan a la ciudadanía, como ha defendido Obama en sus dos campañas electorales y como propone ahora Hillary Clinton, y los que apuestan por resolver el problema mediante deportaciones. Las diferencias son aún más amplias si se considera a qué partido votan los ciudadanos. Así, más de siete de cada diez demócratas asegura que los indocumentados deberían tener la oportunidad de convertirse en ciudadanos si cumplen unas condiciones concretas, pero menos de la mitad de los republicanos comparte esa opinión. En el caso de los votantes de Trump, el 41% propone que sean deportados y el 13% que puedan residir legalmente en el país pero no ser ciudadanos.

El candidato republicano ha prometido crear “una fuerza de deportación” y usa términos en sus discursos como “se tienen que ir”, en referencia a los indocumentados o, como dijo recientemente, “Vamos a deshacernos de los criminales, y eso va a empezar a suceder una hora después de que asuma la presidencia, ¿de acuerdo?”. Trump está apelando a sus seguidores, a sabiendas de que son el grupo de votantes que más defiende la deportación como método para solucionar el problema de la inmigración ilegal.
Consulta las cifras de la población indocumentada en cada Estado. C. F. PEREDA DATOS: PEW RESEARCH CENTER

Los Estados con más población indocumentada

Arizona, el Estado que visitó Trump este miércoles, cuenta con 300.000 indocumentados en el Estado, un tercio de su población inmigrante y un 4,6% del total de sus residentes. La región se encuentra por detrás de California, con casi 2,5 millones de sin papeles; Texas, con 1,6 millones; Florida, con 925.000, y Nueva York, con 750.000, pero es una de las que más presión migratoria ha sufrido en la última década, como también ha ocurrido en Nevada, Colorado, Georgia o incluso Carolina del Norte y Virginia.
Consulta las cifras de la población indocumentada en cada Estado. 

La realidad en la frontera

El retrato del republicano sobre la inmigración es una vinculada al narcotráfico y la delincuencia, pero la realidad en la frontera entre Estados Unidos con México desdice sus palabras. Según los datos del gobierno de EE UU, entre los protagonistas de las detenciones realizadas en los tres últimos años hay menores de edad que viajan solos y familias centroamericanas que huyen de sus países hacia el norte. 

Tras la oleada migratoria desde Guatemala, El Salvador y Honduras que estalló en el verano de 2014, este año se ha producido un nuevo repunte, especialmente en el caso de niños no acompañados. A falta de una futura aclaración por parte de Trump, su única promesa hasta ahora ha sido la de deportar a familias enteras, aunque algunos de sus miembros sean ciudadanos estadounidenses.

La deportación como respuesta

Los republicanos argumentaron durante el debate de la reforma que fracasó en 2007 que había que reforzar la seguridad en la frontera con México e incrementar las deportaciones de indocumentados. Mientras intentaba cumplir su promesa de reformar el sistema migratorio, Obama buscó el apoyo de la oposición con esas dos concesiones. La respuesta le ganó el apodo entre los hispanos de “deportador en jefe”, con cifras récord de expulsiones del país. El mandatario demócrata, sin embargo, insistió en la necesidad de modificar la legislación porque, a pesar de expulsar a más de 400.000 personas en años como 2012 y 2013, el coste de este proceso y la situación de los indocumentados en el país demuestra que no es la solución a este problema. 

El debate sobre los niños ‘ancla’

Fue precisamente Arizona, el Estado elegido por Trump para explicar su propuesta en materia de inmigración, el mismo que hace seis años revivió el debate sobre los niños ‘ancla’, como se conoce a los hijos estadounidenses de padres indocumentados. La Constitución de EE UU reconoce su derecho a la ciudadanía, pero el candidato republicano ha retomado la polémica creada entonces para prometer que lo eliminará si llega a la Casa Blanca. A pesar de lo polémico de esta declaración, los datos más recientes muestran un descenso importante de estos nacimientos en los últimos años y que apenas representan el 8% de todos los niños nacidos en EE UU cada año.
Pew Research Center / C. F. PEREDA

Corresponsal en Estados Unidos
Washington 1 SEP 2016 - 17:08 CEST EL PAIS


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