lunes, 10 de octubre de 2016

Rómulo Betancourt (1908-1981) Estado, petróleo, Democracia, capital humano y Capitalismo - Ramón Rivas Aguilar

                                                                                   

El defecto más
Hay que empobrecer al Estado                                    grave del hombre
Para enriquecer a la nación                                        es  la ingratitud.
Rómulo Betancourt                                                     El ingrato olvida que la mayor parte de lo que
Tiene no es obra suya, sino
Que le vino regalado de otros, los
Cuales se esforzaron en
Crearlo u obtenerlo.
Olvidar el pasado, volverle la espalda,
Produce el efecto al que hoy asistimos:
La rebarbarización del hombre
(José Ortega y Gasset, 1959, pp.28-29)


La globalización el tema de nuestro tiempo. Modificó  radicalmente la vida material y cultural de la mayoría de los pueblos del planeta-tierra. Ante nuestra mirada desconcertante, se  configuró un   mercado planetario   donde no es  posible   formas económicas y políticas de carácter nacional, estatista y proteccionista. Es el fin de las economías nacionales y el auge de inmensos bloques económicos bajo el parámetro del mercado, de la competencia y del libre comercio. De igual modo, se percibe el desarrollo de economías locales, regionales y federales. Es decir, la coexistencia entre esquemas de integración con pequeñas economías. Por lo que el mundo económico depende de una red mercantil interconectada e integrada. Así, estamos ante una gigantesca sociedad de comerciantes a lo largo y ancho de la geografía mundial. Por esto, la utopía, el estatismo, el nacionalismo económico, el proteccionismo y el endogenismo no tienen perspectiva en la era global. Por tanto, si queremos enrumbar a Venezuela  hacia otra dimensión histórica  en sintonía  con  las gigantescas transformaciones que se están gestando en la era global, es vital recordar cuán importante fue el papel del liderazgo político de Rómulo Betancourt y de Acción Democrática en la constitución del sistema democrático en sintonía con el desarrollo  del capitalismo en Venezuela. Una tarea histórica  en  la que participaron  significativamente  la  Democracia Cristiana, liderada por  su máximo líder Rafael Caldera  y por la Unión Republicana Democrática y su líder político fundamental Jóvito Villalba.  Es decir,  tener conciencia histórica para para renovar  las plataformas teóricas y políticas que hicieron de Venezuela  un país  a la  altura de los tiempos históricos. Ello, le corresponde   a las nuevas generaciones que sin perder el contacto  con un pasado lleno  de aciertos, de limitaciones, de contradicciones y de  paradojas,  orienten al país hacia un futuro  en correspondencia  con las grandes transformaciones que se están  gestando  en la era global. Para esto, es vital saber de dónde venimos; donde estamos parados y hacia dónde  vamos.      

En tal sentido, las reflexiones de Rómulo Betancourt se orientaron a resaltar   el rol del Estado y la renta petrolera en la profundización de una economía capitalista en concordancia con una democracia representativa y de partidos. Fue protagonista en la instauración  de la democracia representativa y de partidos compatible con el capitalismo que se inició a partir del 18 de octubre de 1945.Veamos.

En primer lugar, fue el artífice de la democracia representativa y de partidos como el medio para promover las libertades políticas y económicas  en el marco de una economía capitalista. En ese sentido, le asignó un papel significativo al Estado, a la planificación y a la renta petrolera en la profundización, consolidación del desarrollo capitalista compatible con los principios de la democracia. En segundo lugar, fue un luchador político con vocación democrática que luchó contra las dictaduras de derecha y de izquierda en América Latina. De igual modo, combatió  al fascismo, al nazismo y a  la utopía comunista y socialista. En tercer lugar,  fue uno de los protagonistas de la configuración de la Carta de Bogotá, firmada en el año de 1948. La Carta de Bogotá recogió los fundamentos de la democracia, del desarrollo capitalista y de la integración económica. Por otro lado, junto con Pérez Alfonso fundó la OPEP en su gobierno que presidió en la era democrática, entre 1959 y 1963.Ahora bien, como fue la evolución del pensamiento político y económico de Betancourt. En efecto, sus ideas políticas y económicas fueron el  resultado de una reflexión intelectual acorde con el desarrollo de los acontecimientos políticos, económicos e ideológicos. Por un lado, Consideró el análisis marxista  una herramienta valiosa para explicar la evolución de las sociedades. Para él, los hechos sociales no podían ser explicados sino estaban conectados con las relaciones económicas y las clases sociales. No lo convenció la gastada explicación de los teóricos del gomecismo al definir los hechos sociales como un problema de raza y de geografía. Rómulo Betancourt entendió el gobierno de Gómez, como expresión de un gobierno al servicio del capitalismo internacional, del latifundismo, de la burguesía parasitaria e importadora etc.

Por otro, Estuvo a la altura de los tiempos; captó el significado de los nuevos procesos económicos, políticos, culturales y tecnológicos de la sociedad contemporánea. De igual modo, Comprendió la importancia de la revolución rusa y de su nuevo liderazgo Lenin y León Trotsky. Del primero, aprendió la importancia de la organización política para las transformaciones sociales. Y, del segundo, percibió las consecuencias terribles que derivaron de la persecución y la muerte como resultado de la hegemonía de un partido único y del totalitarismo rojo. Asimismo,  tuvo  contacto con los movimientos políticos sociales, laborales, sindicales, ideológicos y culturales de los países de América Latina. Dentro de esa perspectiva, entendió desde muy temprano la incidencia del petróleo en los cambios de nuestro país  y de la necesidad de estudiar con profundidad la historia de Venezuela  para comprender  la naturaleza libertaria  del venezolano que se proyectó significativamente  a partir de la muerte de Juan Vicente Gómez.  

El resultado de esas reflexiones intelectuales  fue  el nacimiento de la organización política más significativa de la historia contemporánea de Venezuela (AD).Presentó   una base programática  cuyos antecedentes se encuentran en la Semana del Estudiante; en la creación de ARDI en el año de 1931; en la fundación de ORVE (1936) y PDN ilegal (1939) hasta la fundación de Acción Democrática en el año 1941. En esa base programática se describe el papel del Estado, de la planificación, de la renta petrolera y de la necesidad de la democracia representativa y de partidos en Venezuela. Así, nace un proyecto de nación de contenido democrático en sintonía con  el desarrollo del capital humano y su impacto en el crecimiento económico del capitalismo.  

Su preocupación fue en cómo hacer del Estado y de la renta petrolera un instrumento para  el mejoramiento material y cultural del pueblo venezolano en correspondencia con el sistema democrático. Su tono era reformista y conciliador. Su idea era armonizar la relación capital-trabajo en el marco de un Estado democrático con una capacidad financiera autónoma proveniente de los ingresos petroleros.
  
El propósito era  sembrar el petróleo  con el objetivo de fortalecer las condiciones de vida del venezolano. Afirmó que la capacidad financiera del Estado y el atraso de la economía del país hacían del intervencionismo el camino  para estimular el desarrollo económico. Lo que no significaría autoritarismo o totalitarismo sino la posibilidad de que las fuerzas sociales  participaran en igualdad de condiciones en la creación de la base material (1941) en un ambiente civilista.

 Por eso, insistió en  el papel del empresariado en la  promoción de la riqueza  en el marco de instituciones libres. A  los efectos, propició la creación del Consejo Nacional de Economía como la vía para agrupar al empresario en aras del desarrollo económico. Para esto, era necesario: 

Convocar un congreso económico, en el cual estuvieran representadas todas las fuerzas que intervienen en los procesos de producción y circulación de la riqueza desde el industrial, el agricultor y el comerciante hasta el trabajador manual e intelectual (1941).

En esa tónica, estuvo convencido de la importancia del capital internacional en el país siempre y cuando éste favoreciera el crecimiento económico del país. Así, se lo hizo saber al empresario capitalista Nelson Rockefeller, en el año 1947, cuando se creó la Corporación Básica de Economía:

Deba realizarse con el fin de colaboración para el negocio lícito y no de colonización monopolizadora. Contra los monopolios existen en nuestro país una activa resistencia y de ello se han dado cuenta quienes comprenden que el régimen de libre empresa no puede ni debe a la exportación de los pueblos (Rómulo Betancourt, 1947).

Esta conciencia antiimperialista de Rómulo Betancourt tuvo sus raíces en unas cuantas vertientes, a saber: sus lecturas sobre el imperialismo y los monopolios a escala mundial; la trayectoria histórica del pueblo venezolano contra la agresión del capital internacional; sus estudios sobre la legislación norteamericana antimonopolista y sus experiencias en el exilio donde percibió en carne propia el fenómeno imperialista.
Para Betancourt, el desarrollo económico de la nación requería la eliminación del latifundio mediante una reforma agraria que impulsaría  la modernización económica y social del campo. Se opuso a las reformas agrarias clásicas propiciadas por la lucha de clases. Para él, Venezuela tenía la ventaja de poseer ingresos petroleros y abundantes tierras como para estimular una reforma agraria sin copiar los esquemas clásicos de la reforma agraria en los países socialistas, comunistas y en algunos de América Latina (Perú y Bolivia).

Ese  un proceso de industrialización tanto en cuidad como en el campo, debería realizar de través de la planificación democrática. Así, se profundizaría  el mercado nacional propiciado por un Estado rentista y democrático.

En ese sentido, era vital estructurar una economía nacional con el fin de producir lo que consumimos y consumir lo que producimos. En esa dirección, afirmó:

Estimular y apoyar, resueltamente, a la industria nacional. Consumir lo que producimos y empeñarnos en producir cada vez más. Que tengamos orgullo de andar vestidos con la tela con que fabricó la mano de obra nacional; de curarnos con la medicina que elaboró en los laboratorios nacionales, el técnico nacional; de construir nuestras casas con las maderas que aserraron en las montañas venezolanas, los peones de Venezuela. (Problemas venezolanos, 1941).

  Betancourt,  un crítico  contra   la tendencia parasitaria del capital nacional. Cuestionó a esos capitalistas  unos usureros y rentistas sin inclinación al riesgo para producir. Sobre este tejido social, se expresó así:

Se trata de gente enriquecida al amparo del presupuesto; o de quienes recibieron jugosas parcelas de los hidrocarburos, en los días que no forjó sus capitales en la siempre arriesgada vida de los negocios, que no los sudó… Carecen de esa vocación aventurera de quienes hicieron sus fortunas en pugna con los competidores sorteando las crisis, afrentando todas las contingencias que amenazan al productor urbano, rural, al empresario o al agricultor. (1941).

Se trataba, en definitiva, de hacer del Estado, de la renta petrolera y de la democracia el camino para mejorar el bienestar, material y cultural de hombres y mujeres que vivían tanto en el campo como en la ciudad. Sólo eran importantes esos cambios económicos y sociales si estaban al servicio de la gente y no de las cosas. Por lo que consideró al capital humano como la riqueza más valiosa de los pueblos. Siempre insistió en que educar, curar y dar vivienda al pueblo venezolano era una tarea inaplazable. En una oportunidad sobre este aspecto, dijo:

Al llegar al gobierno (1945) definimos la orientación nueva en los rumbos administrativos. Haríamos una labor nacional, venezolana, y no sólo urbana y cambiaríamos el centro de gravitación del estado, desplazándolo de las cosas hacia la gente (Rómulo Betancourt, 1950).

El 18 de octubre de 1945 significó el fin de las viejas formas de gobernabilidad y el inicio de la democracia representativa y de partidos compatible con una economía impulsada por el Estado. Para impulsar el desarrollo económico, el Estado creó la Corporación Venezolana de Fomento (1946) con el objetivo de orientar una parte de los recursos financieros hacia el desarrollo de la empresa privada. De la misma manera, estimuló la demanda aumentando sueldos y salarios lo que provocó un incremento significativo en el consumo tanto de bienes nacionales como extranjeros (1946-1948).

En el año de 1947, La Junta Revolucionaria de Gobierno mediante una Asamblea Constituyente aprobó una Constitución Nacional que contempló los fundamentos políticos, económicos, sociales, culturares y jurídicos de una democracia representativa y de partidos y de un Estado de bienestar. Asimismo, esa Constitución contempló la eliminación del latifundio mediante una reforma agraria y una política sistemática de industrialización mediante la acción del Estado.

Dicho proceso fue interrumpido por una dictadura militar que duró diez años (1948-1958). El 23 de enero de 1958, una Junta Cívico- Militar expulsó al tirano y se retomó las riendas de la democracia. Los tres grandes partidos políticos Acción Democrática, COPEI, URD firmaron un documento político de alcance histórico: El Pacto  de Punto Fijo  y un Programa Mínimo de Gobierno (1958) para defender, consolidar la democracia y el capitalismo. Fue un época difícil por los golpes de Estado de derecha y de izquierda y un intento frustrado del comunismo cubano por cambiarle el rumbo histórico a nuestro país.

Por tanto, la figura de Rómulo Betancourt es fundamental para comprender el papel del Estado y  de la renta petrolera para de  cimentar  las bases de una democracia representativa y de partidos a tono  con una economía capitalista bajo el intervencionismo. Para ello, fue necesario un proyecto  de nación que contempló la tesis de la democracia representativa y de partidos en sintonía con una economía capitalista bajo los auspicios del Estado rentista y la defensa del capital humano como condición fundamental para promover el desarrollo económico.  Así,    echaron los cimientos del proceso de modernización del país bajo la impronta del Estado y una voluntad política que asumió el desafió histórico  de orientar a las multitudes  hacia el progreso  material y cultural. Una experiencia histórica para  Las nuevas GENERACIONES  que tienen el reto  de encaminar a la nación hacia la constitución de una sociedad libre  de todo prejuicio estatista y rentista. Es decir, liberalismo y economía de mercado. .La  libertad individual el eje para potenciar una sociedad del saber. La riqueza material y cultural, fruto de la creatividad, de la innovación. La tierra y el dinero, símbolos  de la era agraria e industrial, respectivamente, se desvanecerán  con  el tiempo. Los bosques y los fósiles,  representaciones del edén y de los sótanos. Se impondrá  la inteligencia como fuente  de la nueva riqueza   material y espiritual. Es el signo del nuevo capitalismo  global. En todo caso, no se deben olvidar las lecciones históricas de una   figura política  tan significativa  como Don Rómulo Betancourt,  quién  concibió un proyecto de nación para poner a Venezuela a la altura de las circunstancias históricas. Es decir,  una Venezuela moderna, digna y responsable en el concierto de las naciones. Lo que mereció  un reconocimiento histórico  por parte  de los líderes políticos  más  importantes de Occidente.  Una lección política   para aquellos  ideólogos de izquierda y de derecha tanto de Occidente como de Oriente  que  no  vieron en Venezuela la posibilidad de alcanzar  la ruta democrática y el desarrollo capitalista. Se equivocaron de extremo a extremo. Con aciertos, errores,  contradicciones y paradojas, no me cabe la  menor duda, que el liderazgo político del hombre de Guatire le demostró a las naciones del siglo pasado  que Venezuela sí tenía potencialidades democráticas para  desarrollarse material y culturalmente en un ambiente de instituciones liberales y civiles.  De allí, pues, que le toca a las nuevas generaciones el desafío  de fortalecer y consolidar  la cultura civilista y democrática  para orientar a la nación  hacia una nueva  perspectiva política  en correspondencia  con las gigantescas transformaciones  que se están gestando en la era global. Propiciar un proyecto de nación de índole liberal, federalista, de libre mercado  y atento  a  la dinámica de un nuevo paradigma energético. 

No hay evasión posible. Como diría el pensador de Guadarrama:


Más no hay evasión posible. El hombre no puede volver a ninguna  edad zaguera. Está consignado,  quiera o no, a un futuro  que es siempre, en  efecto, nuevo  y distinto,  llamémosle o no progreso. A pesar de lo  vieja que es  nuestra especie y de que heredamos todo el pretérito, la vida es siempre  nueva y cada generación  se ve obligada  a estrenar el vivir, casi,  como si nadie lo hubiese practicado antes (Ortega y Gasset, 1986, p.89).

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