Los
más importantes jefes militares no pueden invocar la obediencia debida para
hacer lo que hacen. Después de las brutales dictaduras del Cono Sur, en
especial la Argentina, y con el Estatuto de Roma en vigencia, el concepto de
“obediencia debida” quedó en el baúl de la ignominia.
Un
oficial del rango que sea no está obligado a ejecutar órdenes ilegales. Si lo
hace, es personalmente responsable de los delitos que comete, así sea porque se
lo ordenaron.
En el
caso del general Vladimir Padrino López y de otros locuaces jefes, no sólo
actúan de manera inconstitucional e ilegal, sino que no hay sospecha de que
reciban órdenes con las que no comulguen. Lo que dicen y hacen pareciera que lo
disfrutan. Es el gozo perverso de los opresores que creen que no hay final. Y,
caballeros o lo que ustedes sean, hay final. Nunca olviden que la máquina de
terror genocida de aquel cabo austríaco que prometía un milenio para su Reich,
duró 12 años. Ustedes han durado más en el poder, pero ya la fermentación
ambiental apesta en el Caribe y en los Andes.
La
Asamblea Nacional, en uso de sus atribuciones claras, expresas, constitucionales,
aprueba una Ley de Amnistía. Su aplicación permitiría descomprimir la atmósfera
política e incluso, señores generales, con ustedes dando vueltas en el poder,
podría crear una zona neutral para la inevitable transición que sería bonito –y
conveniente también para ustedes– facilitar. Pero, no. El ministro de la
Defensa, como vocero de los jefes militares, se atreve a actuar como un
militante ensoberbecido de la Célula Padrecito Stalin asentada en San Agustín.
Así ha
ocurrido con las sistemáticas intervenciones políticas de esos personajes,
apartados letra a letra de sus obligaciones constitucionales. ¿A nombre de qué
o de quién, con qué autoridad legal, política o moral, el general Padrino López
pretende enmendarle la plana a la expresión más legítima, más reciente y más
autorizada de la voluntad popular? ¿Quién le dio derecho a enfrentar la
amnistía que desde todos los lugares del planeta exigen al régimen opresivo que
él representa?
Tengo
una hipótesis de por qué actúan estos personajes como lo hacen: el poder se les
desmorona. Nicolás Maduro se dedica a exigir más incondicionalidad, más lealtad
y más apoyo, a una comparsa en la que abundan los venenos y las intrigas
precisamente porque se les deslíe entre sus manos la maquinaria y el sueño que
fueron.
No es de dudar que los
oficiales altos, medios y bajos, ajenos a la macolla que confiscó la
institución, estén también por la salida democrática.
CARLOS BLANCO20 DE ABRIL 2016 - 12:01 AM EL NACIONAL
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