En varios artículos he venido señalando
que el hampa en Venezuela se ha ido constituyendo en una forma peligrosa de
Estado malandro paralelo al Estado formal, ocupando, incluso territorialmente,
los espacios que este último deja desocupados ya sea por incapacidad de
controlarlos, por proyectos de pretendida pacificación, por connivencias de
corrupción con el delito, por luchas intestinas entre los organismos de
seguridad y por muchos otros motivos.
En los últimos meses del año pasado y
los que ya llevamos de este, el peligro se ha convertido en una situación real
de poder efectivo sobre territorios y poblaciones. El Estado malandro ya ocupa
espacios y se va dando un nombre. Si seguimos las informaciones aparecidas en
la prensa, sin necesidad de informaciones especiales, y establecemos
conexiones, el panorama se nos presenta como muy preocupante. Las grandes
bandas crecen vertiginosamente, establecen contactos, acuerdos, conexiones de
alta organización y compiten ya con los organismos del Estado nacional.
La banda del gran pran de los Llanos
que hace poco se extendía desde Puerto Píritu, Zaraza, Valle de la Pascua, San
Juan de los Morros, sur de Aragua, hasta el Tuy, se ha conectado y unido con el
Tren de Aragua que desde Puerto Cabello, Valencia, norte de ese estado, llegaba
con su influencia hasta Tejerías. Se trataría ahora de conquistar Caracas.Así,
van dominando e integrando a las megabandas que desde hace tiempo están
establecidas en la Cota 905, sectores de La Vega, El Cementerio, Coche y El
Valle, hasta las cercanías de Plaza Venezuela, instalando en esos lugares sus
“lugartenientes”. Esto ha incitado a la rebelión a los pranes tradicionales en
ellas. En la zona se habla de un “paramalandraje” que se opone al “malandraje”
establecido. A la guerra tradicional entre bandas, ahora se añade esta. El
suroeste de Caracas es el escenario.
Esto no es sino un esbozo de la
macroorganización del delito común que se ha convertido ya en un poder dotado
de una organización cada vez más compleja y eficiente, de una potencialidad
financiera muy notable, de un importante crecimiento de “personal” bien
reclutado y seleccionado –El Picure habló de “selección de personal”, como en
cualquier empresa– y de un armamento abundante y superior incluso al de los
organismos del gobierno.
Lo previsible es que esto siga. Y
seguirá. Para desgracia de todos, el régimen no parece estar en condiciones de
defender ni siquiera nuestras vidas. Sus intervenciones se parecen más a
criminales linchamientos que a actuaciones de autoridad.
19 DE ABRIL 2016 - 12:01 AM EL NACIONAL
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