lunes, 21 de marzo de 2016

Odisea del enano - Angel Lombard


El enanismo no es un asunto de tamaño o altura sino de déficit de grandeza de espíritu. Y en estos tiempos de una Venezuela en pleno cataclismo histórico el envilecimiento que nos produce la vida social nos hace más propensos a comportamientos desesperados, picaros y caníbales

“Odio y detesto a ese animal que se llama hombre”. Jonathan Swift

El desprecio de los tiranos por el pueblo es palpable. Saben los déspotas que basta la zanahoria junto al garrote, sobretodo, éste último para mantenerlo a raya y sumiso. La mansedumbre es la marca del “bravo pueblo”, una ficción alentada por himnos y símbolos nacionales para que las elites mantengan sus privilegios mal habidos: el crimen glorificado ata los nudos de una autoridad acatada sin protestas, y si éstas últimas las hay, pues se reprimen a sangre y fuego.
A su vez, la indiferencia del pueblo sobre sus mandamases es ya legendaria porque se saben rebaño obediente de las circunstancias miserables de la existencia, y porque el Jefe les mima como chula clientela, cuando puede. El mito del pueblo y del héroe es tan falaz que Jorge Luis Borges (1899-1986), con delicada y portentosa inteligencia, lo alcanza a desmontar con elegante prosa en su cuento: “Tema del traidor y del héroe” (1944).

Jonathan Swift (1667-1745), nos ofrece, en “Los Viajes de Gulliver” (1726), como unos insignificantes enanos logran todos juntos anular al portentoso gigante. La metáfora no sólo es gráfica sino básicamente conceptual, filosófica. Así como en la vida, unos muchos tontos, anulan la virtud de unos pocos elegidos por sus talentos. La democracia cuestionada, porque la dictadura de la mayoría, puede terminar siendo el gobierno de los más bobos e incapaces en nombre de un ideal populista y pendenciero, tal como nos ha sucedido, trágicamente, a los venezolanos más recientemente.

El verdadero “Élan vital” que mueve a la humanidad es el rencor de los ególatras. En el Eclesiastés, un sabio libro bíblico cuyas incongruencias son coherentes con lo que representa el misterio humano, no se anda por las ramas: todo es vanidad y no hay nada nuevo bajo el Sol. Quién vino a contracorriente a defenestrar esos supuestos egoístas y viles que se hacen presente en el barro de muy mala calidad que utilizó el Creador para constituir la simbiosis del cuerpo/alma fue Jesús de Nazareth y su prédica imposible de amor al prójimo. El atrevimiento por cuestionar al hombre modelado por la insumisa Eva y el envidioso Caín le costó el suplicio y la muerte. Los Evangelios son el testimonio de la cruz, un símbolo de terror, que nos recuerda todo el tiempo que los corderos son siempre sacrificados por lobos. 

El triunfo de los enanos en la historia es obvio: la injusticia en el mundo reina junto a la banalidad e indiferencia del mal. Sólo dos nimios testimonios, de los más recientes, de una evidencia que es ya oceánica, uno en Inglaterra y otro en Maracaibo, Venezuela. El primero, implica la venta de un bebé recién nacido por parte de su progenitor y con el dinero recibido entonces poder comprar un iphone de última generación, y éste otro: El triste final de Franchesca, la niña de 13 años asesinada por sus “amigos”. Previo ultraje sexual masivo que se consumó bajo la mirada indiferente de los adultos, parientes y vecinos.

El enanismo no es un asunto de tamaño o altura sino de déficit de grandeza de espíritu. Y en estos tiempos de una Venezuela en pleno cataclismo histórico el envilecimiento que nos produce la vida social nos hace más propensos a comportamientos desesperados, picaros y caníbales.

Director del Centro de Estudios Históricos de LUZ
http://www.talcualdigital.com/Nota/124204/odisea-del-enano

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