El fin del neo-caudillismo y la transformación de los partidos es la tarea más urgente de los políticos.
1. Después de 20 años de combate infructuoso, montados en un ring, tanto el gobierno chavista como la oposición sólo han logrado registrar grandes fracasos. Lejos de avanzar, de crecer, van en caída libre hacia el abismo arrastrando a todo el país.
2. ¿A qué se debe ese fenómeno? Simple: no hay partidos políticos democráticos, funcionales, y mucho menos conectados con la sociedad del nuevo milenio, capaces de responder con efectividad a las inmensas crisis que afectan a los venezolanos.
3. Muy pocas organizaciones políticas tienen un liderazgo colegiado, colectivo, es decir, auténticamente democrático, que les permitan un libre flujo de ideas, detectar los errores con anticipación, rehacer su juego estratégico, innovar y cambiar de actores de ser necesario. Es el mismo drama de toda América Latina.
4. En la mayoría de los actuales partidos políticos no se pueden renovar o cambiar las estrategias, rotar los actores, dar grandes virajes, sin que ello signifique un caos existencial de grandes proporciones en su interior.
5. Ninguna decisión de cambio es posible en los partidos políticos de hoy en Venezuela. Sus tercos caudillos suelen aplicar la máxima autodestructiva: después de mí, el diluvio. Generalmente son estructuras petrificadas y disfuncionales.
6. Ya ni operan como partidos políticos democráticos sino como plataformas cuyo objetivo fundamental es satisfacer las aspiraciones presidencialistas de un mesiánico dirigente. Allí ya tienen una camisa de fuerza que les impide dar virajes cuando ello implique renovar el liderazgo y que los actuales líderes deban dar paso a otros. Como ya sabemos, después del caudillo, el diluvio.
7. Casi todos los partidos venezolanos continúan anclados en los siglos diecinueve y veinte. Son reacios a entrar en el siglo XXI. Son “obsoletos y periclitados”, como dijese don Rómulo Betancourt. Por eso ni ellos ni el país han logrado salir del atolladero.
8. Es necesario y útil recordar que la actual crisis no comenzó con Hugo Chávez sino con Luis Alfaro Ucero y Rafael Caldera. Ellos se encargaron de dinamitar a las dos grandes estructuras partidistas de la democracia venezolana. Alfaro, quien se hacia llamar “el caudillo” (válgame Dios), destruyó a la AD histórica y a la generación de relevo, y Caldera hizo lo mismo en Copei.
9. Esa crisis y ese vacío fueron los que le abrieron las compuertas a Hugo Chávez. Tan sencillo como eso. La crisis de AD terminó convirtiéndose en la crisis de todo el país. El vacío dejado fue inmenso. Lo peor es que muchos de sus actuales dirigentes siguen aferrados (y hasta le rinden culto) a las prácticas y paradigmas que condujeron al fracaso.
10. El pensamiento caudillista y neo caudillista en la política venezolana (desplegado en toda la geografía nacional y no sólo en la alta dirigencia) se convirtió en un obstáculo para los cambios internos, para la sana y democrática rotación del liderazgo, para la actualización histórica de esos partidos, para un liderazgo colectivo dinámico y divergente (lo cual enriquece el debate y evita los desaciertos).
11. Hasta los partidos “jóvenes” son viejos en su mayoría. Muy pocos se salvan. Operan bajo los viejos paradigmas del liderazgo individual mesiánico, son proyectos individuales más que partidos políticos con liderazgo colectivo, son reacios a la democracia interna, son autoritarios, propensos a una relación utilitaria y no íntegra y respetuosa con los ciudadanos y electores, y con un funcionamiento orgánico muy apropiados al siglo pasado pero jamás al actual.
12. Muchos políticos no terminan de comprender que la sociedad actual no es de habitantes dóciles y sumisos sino de ciudadanos activos y críticos. Venezuela cambió mucho. Eso hace la diferencia en el escenario político de hoy. Es la razón or la cual aquellos políticos que han gozado de mucha popularidad hayan sido abandonados rápidamente por los electores al no entregar resultados satisfactorios ¿Hace falta mencionar casos?
13. Está claramente comprobado que los partidos políticos venezolanos son disfuncionales, y están en la obligación de correr a generar cambios internos para evitar su desaparición. En América Latina los cementerios están abarrotados de otrora partidos poderosos.
14. Es harto comprobado que los procesos de cambios generalmente son traumáticos, pues no sólo están conformados por motores que los impulsan (una crisis, por ejemplo) sino que también existen anclas que los frenan (hábitos y paradigmas muy arraigados, por ejemplo).
15. Por eso es necesario proponerse cambios graduales y factibles de realizar. En tal sentido, creemos que se hacen urgentes dos decisiones mínimas para que los partidos políticos venezolanos comiencen a ser más funcionales y exitosos:
16. UNA. Asumir por convicción y hacer valer seis paradigmas y principios clave de la nueva sociedad: democracia versus autoritarismo, educación versus pobreza, ciudadanía activa versus habitantes, comunidades activas versus vecindades, gobernanza versus mega estado, y economía libre (con las normales regulaciones estatales), versus capitalismo de estado. Los partidos que logren trabajar y activar esos seis nuevos escenarios registrarán un crecimiento vertiginoso.
17. Y DOS. Activar de manera urgente el primer principio: la democracia. Los partidos políticos deben funcionar con criterios verdaderamente democráticos, con reglas claras y equitativas para las competencias internas, convertir las elecciones primarias y las consultas con los militantes y ciudadanos en un valor político inviolable.
18. El partido que asuma estos dos macro objetivos, estará dando el gran salto hacia el siglo XXI. Su crecimiento será exponencial. Surgirá una incorporación masiva de millares de activistas y líderes quienes ahora se sentirán confiados y seguros por gozar de las mismas oportunidades, con reglas de juego muy trasparentes, sin el ventajismo ni las trampas de dirigentes autoritarios.
19. A los partidos que asuman este compromiso de cambio les pertenecerá el presente y el futuro. El que lo haga primero se llevará la gran tajada. No abrigamos la más mínima duda al respecto.
20. ¿Pueden los actuales partidos políticos transformarse? Por supuesto que sí. Lo único que falta es llenarse de convicciones y coraje para asumir los cambios. Sus dirigentes deben abandonar la destructiva e inútil zona de confort en que se encuentran.
21. Por cierto, Acción Democrática, Un Nuevo Tiempo, Primero Justicia, Avanzada Progresista, entre otros, son partidos que tienen grandes expectativas de crecimiento si apuestan a los cambios. Y hay una buena noticia: todo ese proceso de cambios es gratis.
22. De no hacer lo correcto los partidos existentes, pues entonces ya están surgiendo nuevos y prometedores proyectos políticos que vienen con gran determinación a llenar ese vacío. Que cada quien decida. Y ojalá los nuevos proyectos no pretendan emular a los viejos partidos caudillistas porque su destino será el mismo. Es, sin duda, un reto de proporciones históricas.
23. Es evidente que en Venezuela estamos frente a un proceso de “destrucción creativa” (Sombart y Schumpeter) que debemos tomar muy en serio y con el ánimo de sacarle el mejor y mayor provecho. Es el caos convertido en una oportunidad fabulosa para los cambios. Se trata de convertir esta inmensa crisis en la más grande oportunidad para asumir con vigor trascendente el siglo XXI.
24. Mientras más rápido y efectivo se generen los cambios partidistas, mayor gobernanza y prosperidad habrá en Venezuela. Lo contrario a ello seguirá siendo el caos, y en algunos casos podrá significar el infierno. Los venezolanos que deambulan por calles y carreteras de Latinoamérica, los que están dentro de Venezuela y no tienen para comer o curarse una enfermedad saben lo que es ese infierno. No es exageración.
25. Hay que atreverse al cambio en nombre de esa Venezuela que sufre pero que también quiere alcanzar los más grandes propósitos. Sólo faltan los líderes de ese proceso. La mesa está servida.
Próxima entrega: LA NUEVA PASIÓN DE LOS VENEZOLANOS
El Nacional
17 de Diciembre del 2021
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