Lamento mucho el fallecimiento de mi amigo Pastor Heydra. Nos conocimos en la UCV hace más de 55 años, aunque en los últimos veinte dejamos de frecuentarnos. Al saber que se había asentado en Valencia, España, tras un paso corto por Panamá, retomamos la relación de amistad. Estaba preparando un nuevo libro. A propósito de ello, Pastor accedió a concederme una entrevista (casi una biografía) que no escribí por cuanto la editora hispano-venezolana no llegó a publicarlo.
De las respuestas de Pastor, extraigo este pedacito:
El Nacional, El Diario de Caracas, El Nuevo País, entre
otros medios venezolanos (vale decir, Miguel Henrique Otero, Marcel Granier,
Rafael Poleo), fueron expresiones puntuales de la entente que virtualmente se
armó en contra del gobierno “liberal y tecnócrata” de CAP II. Esos mismos
medios (y personajes) fueron víctimas del gobierno de Chávez, al que le habían
tendido alfombra para su triunfo electoral en 1988. Veinte, treinta años
después, ¿cuál es su interpretación acerca de esos comportamientos de los
dirigentes de los medios venezolanos? ¿Cuál cree usted que debería ser el papel
de los medios en la actualidad?
RESPONDE PASTOR HEYDA
Rafael Poleo tenía una obsesión enfermiza contra CAP.
Dicen, no lo sé, que le molestó que no lo nombró Ministro de Información y en
ese lugar puso a Diego Arria. De él no tengo buen concepto, es un personaje
sórdido y laberíntico me cuesta hablar de él y de sus inauditas conexiones. Sé
que con Lusinchi hizo el negocio de su vida con el monopolio que logró con la
venta de papel chileno a los medios de provincia creada en el primer gobierno
de CAP. Es habilidoso y se supo mover en el oscuro universo de los capos de AD.
No es necesario dar nombres que muchos conocen. Los utilizó y lo utilizaron. Si
usted lee lo que decía de Miguel Henrique Otero y de Marcel Granier
palidecería. Hurgue en la revista Zeta, allí está retratado en su pantera rosa
chismográfica.
Marcel Granier, es un personaje aparentemente inmutable,
de trato educado, se montó la idea que podía ser presidente de Venezuela, fundó
el grupo “Roraima”, editó un libro que alguien le escribió, se guareció en El
Diario de Caracas y lo quebró, en RCTV hizo lo indecible para cumplir su
propósito, cuando él debía ser el personaje central de “Por estas calles”. Un
Doctor Valerio de bigotico y hablar más rebuscado. Qué de cosas no se pueden
decir de la miseria humana. Una moneda sin cara, ni sello.
De Miguel Henrique ¿Qué te cuento? Lo conocí cuando
regresó de Europa a través de un buen amigo uruguayo ya fallecido, el
periodista Ernesto González Bermejo, con quien había estado en la Chile de
Allende y fuimos a la llegada de Perón al aeropuerto de Ezeiza. Este curioso
personaje venía de trabajar en Prensa Latina y tenía excelentes contactos con
los tupamaros uruguayos y con los montoneros argentinos, muchos de ellos
asesinados y a quienes conocí gracias a él.
Miguel fue encumbrándose. Me dio acceso a El Nacional en
la campaña de CAP, donde escribía con el seudónimo Arquímedes que respondía a
otra columna de Rubén Carpio que atacaba al pre-candidato, firmada como
Pitágoras, pero luego de yo salir del gobierno me hizo una mala pasada con
Alfredo Peña, director, e Ibéyise Pacheco, jefa de redacción. Publicaron un
domingo en el Cuerpo D, desplegado en primera página, fragmentos entrecortados
de la transcripción de una conversación mía con el general Herminio Fuenmayor,
que les entregó José Vicente Rangel, donde le hablaba de un mensaje que este le
había enviado a CAP a través de mi persona, sobre la preparación de dos golpes
de estado que estarían montando, por un lado los Comacates de Chávez y Arias
Cárdenas (primera vez que oía esas siglas) y por otra los generales encabezados
por el jefe del Ejército Juan Pablo Peñaloza, quien, por añadidura era su
informante en asuntos de la FAN y le había hecho llegar esa y otras cintas
trucadas a JVR.
Sin tener la delicadeza de llamarme, dado el grado de
amistad que supuestamente teníamos, dispararon a mansalva sin medir
consecuencias. Esto hizo que reaccionara con fuerza. Tuve con él encuentros
fuertes en los pasillos del hemiciclo del Congreso. Cuando me presenté en El
Nacional con un juez para que entregaran la cinta que era inexistente pues era
una transcripción de Peñaloza y JVR, Peñita corría y se escondía. Un día en el
restaurant Shorthorn Grill, estando yo con “Caraquita” Urbina y Mario Valdez,
saqué una Sig Sauer 45 con mira laser que portaba y le pasé varias veces la luz
por la frente.
Luego hice las paces. Los disgustos no pueden ser
eternos. El Nacional, coordinado por Sergio Dahbar, me publicó un libro, “Las
promesas de Hugo Chávez”, pero hasta allí.
El Nacional y él mismo han pagado muy cara la entente con
Chávez y los ministerios que le dieron a Peñita y a Carmen Ramia en ese
gobierno. Sé que vive en España, que tiene una nueva esposa a quien conozco y
espero haya aprendido la lección de lo negativo que son los caprichos en la
política, que le ha costado demasiado a Venezuela y a los venezolanos.
Pienso que los medios deberían ser más equilibrados y
democráticos, permitiendo que las posiciones contrarias tengan espacio para
debatir, pero estamos en pleno trópico y en Venezuela lamentablemente sigue
prevaleciendo la emoción sobre la razón.
26 de Febrero del 2021
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