viernes, 13 de septiembre de 2019

Serie " El fracaso del Socialismo Articulo VII. El Socialismo Norteamericano - Por Bernardino Herrera Leon

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Los primeros movimientos y organizaciones obreras, contemporáneas con la influyente época de Carlos Marx y Federico Engels, ya habían incorporado la filosofía socialista como guía política de sus acciones y programas. Pero, muy pronto, comenzaron a disentir del proyecto de largo plazo del socialismo, y a emprender opciones de más corto tiempo. Aquellas primeras organizaciones no fueron diseñadas para ofrecer un muy lejano futuro redentor, a cambio de un largo sacrificio en el presente. 

Si aspiraba conseguir afiliados, debían dedicar todo su esfuerzo en conquistar reivindicaciones inmediatas, mejoras concretas y sustanciales en la remuneración, en la calidad de las condiciones de trabajo, en la estabilidad laboral y en seguridad. Incluso, hasta procurar cuotas de participación en la renta de las empresas.

El futuro prometido de la quimera de la sociedad socialista no encajaba en esta particular lista de aspiraciones del párrafo anterior. Lo más cercano a ellas, lo proponía el modelo de Roberts Owen, quien entre sus diversas ideas, proponía el fomento de organizaciones mutualistas, asociaciones cooperativistas y fondos de ayuda. Dichas propuestas fomentarían, según los seguidores owelianos, una conciencia socialista, necesaria e imprescindible para logar en el futuro la quimera de una sociedad socialista. Estas propuestas concretas de Owen lograron mucho más éxito que el socialismo marxista.


El credo marxista inicial denigraba de estas soluciones y propuestas concretas, de corto plazo. Pues consideraba que, en el capitalismo, era imposible que los obreros pudieran lograr algo parecido a calidad de vida. Para lograr el paraíso socialista había que derrocar al Estado que basada su lógica en el capital. Los muy lentos y progresivos éxitos reivindicativos de las organizaciones obreras alimentaron, sin embargo, el enfoque radical de los marxistas, bajo el argumento de que no había por qué esperar tanto tiempo para conquistar el paraíso. Había que tomar el poder para cambiar por completo el estado de cosas.


Vendría luego, la idea leninista de la “vanguardia revolucionaria”, como método para imponer la revolución. Y esta premisa acabaría por imponer una barrera cada vez más inaccesible entre el sindicalismo y el socialismo marxista. Lenin representó el acta de divorcio entre los movimientos obreros seguidores del sindicalismo, el mutualismo y el cooperativismo con aquellos movimientos obreros absorbidos por los partidos comunistas y/o socialistas.



Un destacado ejemplo de líder sindical marxista, pero que evolucionó hacia el sindicalismo, fue el dirigente obrero estadounidense Samuel Gompers (1850-1924). Se desempeñó como fundador de lo que llegaría ser la más influyente federación sindical de los Estados Unidos de América, la American Federation of Labor. Gompers fue, también, uno de los líderes del partido socialista, hasta que se separó de éste, pronunciando un demoledor discurso, que bien vale citar textualmente:


Quiero deciros estimados socialistas que llevo veinte años estudiando la doctrina con la que he estado asociado desde entonces. Quiero deciros que estoy en total desacuerdo con su filosofía. Económicamente es poco sólida. Socialmente está equivocada e industrialmente es imposible…[1]


Gompers rechazó tajantemente la idea leninista de la vanguardia revolucionaria y combatió la concepción de la revolución como un experimento social. Argumentaba que era inaceptable experimentar con vidas humanas. Su renuncia al credo marxista-leninista representó una prematura separación definitiva entre el sindicalismo y el socialismo, en los Estados Unidos. En 1876, es fundada la Federación Norteamericana del Trabajo (AFL), sustentada sobre una gran coalición de sindicatos de todo el país. Y Gompers fue su primer presidente, hasta su muerte.


Los seguidores del socialismo marxista continuaron su ruta, fundando el Partido Socialista de América, en 1901. También fundaron, en 1905, la federación sindical Industrial Workers of the World (IWW), de corriente revolucionaria y autogestionaria, que tuvo presencia en muchos otros países de América, Europa y Asia. Allí convergieron corrientes socialistas y anarquistas. El Partido Socialista de América se disuelve en 1972, para convertirse en el actual Partido Socialista de los Estados Unidos, bajo la doctrina del socialismo democrático, ya alejado del marxismo-leninismo.


Pero, la federación sindical socialista, IWW, aún está vigente. Eugene Debs (1855-1926), dirigente del sindicato ferroviario, fue uno de sus más destacados líderes fundadores. Fue, además, su candidato perenne a la presidencia de los Estados Unidos de América. Estando en prisión, por negarse en 1912 a participar en la Primera Guerra Mundial, logró su máximo histórico electoral con el 6% de los votos, cerca de un millón de votos, obteniendo un curul en el congreso estatal de Indiana.


Pese a que invirtieron grandes esfuerzos en el mundo laboral, los socialistas norteamericanos lograron más influencia en el movimiento campesino norteamericano. Mientras que en el movimiento obrero declinaban progresivamente, ante la potente competencia del exitoso sindicalismo de Gompers.


En la coyuntura de la Primera Guerra Mundial, los militantes socialistas se dividieron. Un grupo apoyó la participación de sus respectivos países en el conflicto, tal y como lo decidieron también la mayoría de los partidos socialistas de Europa. Este grupo cerró filas en el sindicalismo de Gumpers. Otro grupo de socialistas mantuvieron la línea dura de oponerse a lo que definían como la “guerra entre obreros”, entre ellos se encontraba los seguidores de Debs.


Ya en 1921, el Partido Socialista de América se había reducido a su mínima expresión, luego de su separación oficial de la corriente comunista, evolucionando hacia una corriente socialdemócrata para convertirse en el Partido Socialista de Estados Unidos de América. Ni en los tiempos críticos de la Gran Depresión, en la década de 1930, lograron atraer militancia política, como ocurrió efectivamente en Europa.


En cambio, el sindicalismo había logrado imponer su tesis americanista, según la cual, cualquier obrero o ciudadano medio, podría aspirar a niveles de vida que jamás obtendrían en un régimen de corte socialista. Una idea muy atractiva, pues consistía en la certeza de lograr la igualdad social sin el alto costo de una revolución.


El movimiento campesino, en cambio, respaldó con más apoyo a la doctrina socialista. Y se hizo más fuerte en Canadá, que en los Estados Unidos de América, desde donde fuera importado, gracias a una importante emigración campesina de cerca de un millón de personas hacia el occidente canadiense, entre 1895 y 1915. Esta migración rural fue motivada por el descontento campesino con las compañías ferrocarrileras y con los bancos. La doctrina socialista convirtió a estas empresas en irreconciliables enemigos ideológicos.


Los campesinos del nordeste norteamericano fueron seducidos por la radicalización. Apoyando y promoviendo programas estatistas de protección a la agricultura. Muchos de estos grupos migraron con sus doctrinas hacia el sureste de Canadá. Y a partir de la década de 1920 comenzaron a influir en las decisiones políticas de aquella región, por la fuerza de sus militantes, y con la fundación de su propia fuerza política, en 1932: la Confederación Cooperativa de la Commonwealth, la CCF, con un programa que convocaba a la socialización de los medios de producción y de las finanzas. Es decir, un programa socialista clásico, a lo oweliano.


El tiempo moderaría tal radicalismo, y permitió a la CCF ampliar su influencia, y atraer a otros sectores sociales, haciéndole ganar elecciones regionales. Lograrían constituir un sistema de bienestar social atractivo y eficiente, que influyó considerablemente en la corriente socialdemócrata mundial como experiencia a emular. Esta experiencia fue aprovechada por el Partido Liberal de Canadá, que llevó a cabo un sistema de seguridad social para toda la nación, como su programa central de gobierno, durante los casi setenta años que ha ejercido el poder en Canadá. El CCF evolucionó hacia el actual Nuevo Partido Democrático, de corriente socialdemócrata, que en la actualidad continúa mostrando gran influencia en ese país.


El éxito canadiense tributó al socialismo de una cierta frescura, reduciendo la desconfianza en la versión socialista de la Unión Soviética. La Gran Depresión de la economía mundial, que estallara a fines de octubre de 1929, creó el contexto ideal para la gran reivindicación de la predicción marxista del fin del capitalismo. La propaganda soviética y de la III Internacional aprovecharía al máximo la coyuntura, para dar un nuevo impulso al socialismo como programa de cambio histórico. Y en efecto, el socialismo, en todas sus gradaciones, llegó a gobernar casi dos tercios de la población mundial, a lo largo del siglo XX.


Pero las dos sucesivas guerras mundiales, en las que participaron tanto Estados Unidos como Canadá absorbieron y polarizaron el debate político. Los socialistas se fueron haciendo más demócratas y el anticomunismo cada vez más norteamericano. El comienzo de la Guerra Fría, el polémico Muro de Berlín y la amenaza mutua nuclear de Estados Unidos y la Unión Soviética acabaron con los matices y las gradaciones. Entre 1950 y 1956, el senador estadounidense Joseph McCarthy convirtió al comunismo y a sus seguidores en el equivalente a traidores de la nación. Y el país más democrático tuvo que agregar al apartheid racista la vergüenza de las listas negras y el repudio social, retratado magistralmente en la obra teatral de Artur Miller, Las brujas de Salem, en 1953. Pero, el movimiento comunista ya se encontraba reducido y camino hacia su casi extinción.


En los años 1960, el socialismo inspiró algunos grupos de modalidad violenta. Por ejemplo, el Frente de Liberación de Quebec, que llevó a cabo unas 200 acciones violentas con bombas, asaltos a bancos y secuestros. Aunque se inspiraban en el nacionalismo francófono, sus proclamas se inspiraban en el marxismo-leninismo al promover una estrategia revolucionaria vanguardista muy similar a la propuesta por el argentino Ernesto Guevara en esa década, incluso con pretensiones mundiales. Se cree que planearon dinamitar la Estatua de La Libertad como rechazo a Estados Unidos. El grupo, declarado terrorista y desmantelado con la captura y enjuiciamiento de la mayoría de sus líderes. El nacionalismo en Quebec, que contribuyó a inspirar, decayó luego del referéndum de 1995, cuando los secesionistas perdieron por escaso margen del 0,6%.


Un similar grupo en Estados Unidos fue el Partido de las Panteras Negras, que actuaros a fines de los 1960 y 1970, con una mezcla de socialismo vanguardista con nacionalismo y racismo. Sin embargo, nunca aspiraron el poder propiamente, sino que se dedicaron a la autodefensa violenta de la población negra y a implementar programas sociales de ayuda, como desayunos gratuitos para niños y atención médica. Su programa de los “Diez Puntos” o “Revolucionary Peples’s Constitucional Convention”, publicado en 1970, donde dibujan algo parecido a una república de raza negra, con aregnas anticapitalistas. La policía federal, el FBI, se encargó de desmantelarlos y desprestigiarlos ante la opinión pública, por lo que este extraño socialismo se fue disolviendo como movimiento político.


Lo que queda de socialismo en Norteamérica está diluido en las corrientes socialdemócratas de los partidos laboristas y demócratas. El socialismo marxista fue un fracaso en la región más capitalista del planeta.


Referencias


[1] Joshua Muravchik, Heaven and Earth. The rise an Fall of Socialism. St. Francisco, Encounter Books, 2002.


Fuentes


BERGEL, Martin (2011). El antinorteamericanismo en América Latina (1898-1930). Apuntes para una historia intelectual. Nueva Sociedad, 2011.

PANIAGUA, Javier (2010). Breve historia del socialismo y del comunismo. Nowtilus.


HEATH, Joseph y POTTER, Andrew. Rebelarse vende. El negocio de la contracultura. Buenos Aires, Taurus, 2004.


ZINN, Howard (1995). La otra historia de los Estados Unidos (Desde 1492 hasta hoy). Siete Cuentos Editorial, New York.


Imágenes


Pirámide de los sistemas capitalistas “Trabajadores industriales del mundo, 1911, Anticapitalist Propaganda Póster

https://www.redbubble.com/es/people/dru1138/works/36030593-pir-mide-de-los-sistemas-capitalistas-trabajadores-industriales-del-mundo-1911-anticapitalist-propaganda-poster?p=canvas-print


Ideas en Libertad


http://ideasenlibertad.net/serie-el-fracaso-del-socialismo-articulo-vii-el-socialismo-nor/


13 de Septiembre del 2019.





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