lunes, 9 de septiembre de 2019

Rafael Simón Jiménez. Defender la universidad, derrotar al gobierno



La Universidad ha sido el gran enemigo histórico de los sátrapas, dictadores y autoritarios de todo pelaje, que identifican a la ciencia, al talento y el conocimientos como adversarios irreconciliables de sus despropósitos. En el caso Venezolano desde Guzmán Blanco, Crespo, Castro, Gómez, Pérez Jiménez, hasta el régimen brutal que hoy martiriza a  la Republica, han colocado a las casas de Educación Superior, como objetivos a controlar o liquidar, no ahorrando para ello ningún tipo de métodos desde los seudo jurídicos hasta los abiertamente represivos.

Desde la llegada  de Hugo Chávez al poder en 1.998, su deliberado propósito de destruir todos los contrapesos políticos, sociales e institucionales, para encementar su demencial ambición de hegemonía y poder a tiempo indeterminado, lo llevo a trazar  e implementar distintas iniciativas para colonizar las universidades Venezolanas y colocarlas al servicio de sus perversos objetivos.
La primera etapa  de ese plan, contemplaba la conquista de los gobiernos Universitarios, utilizando las reglas democráticas pre establecidas, es decir buscando el control de los sectores profesorales y estudiantiles mediante una mayoría que luego permitiera acceder a los cargos directivos. Esa experiencia les resulto amarga y frustrante, pues ni siquiera cuando el resto del país sucumbió embelesado ante las promesas regeneradoras y patibularias del verborreico militar, docentes y jóvenes percibiendo quizás el tufo totalitario de sus proclamas, jamás se sumaron en proporciones importantes a su convocatoria, por lo que el Chavismo que fue en esos tiempos absolutamente mayoritario en la población venezolana, no paso de ser una fuerza irrelevante en los claustros universitarios.
La derrota vergonzosa de Nelson Merentes, antiguo profesor de la UCV, en sus pretensiones rectorales, junto a otras iguales en las demás universidades autónomas, persuadió al oficialismo de la inutilidad de su empeño por vías democráticas. A partir de allí se abrió la etapa de intimidación y agresión directa, de promoción de la violencia y la represión dentro y fuera de los recintos universitarios, cuyos hitos más significativos fueron el asalto de La hoy difunta Lina Ron a la UCV, o la tumultuaria y fallida proclamación del profesor  Blanco Muñoz como Rector de hecho de la casa que vence las sombras.
Fallida la vía de la competencia legitima, y neutralizada por el coraje y la decisión de los sectores de trabajadores, docentes y estudiantes, la intensión de conquista por la violencia, el régimen reformulo su estrategia diseñando un plan de hostigamiento, cerco económico y jurídico, que  siempre acompaño de la represión selectiva contra líderes del sector, e indiscriminada a la hora de actuar con violencia frente a protestas y manifestaciones pacificas, es lo que pudiera caracterizarse como una situación de ataque crónico, de baja y alta intensidad y de utilización de diversos métodos según las coyunturas y circunstancias.
La reciente  sentencia de la Sala Constitucional del TSJ 0324 -19, no constituye más que la prolongación de ese plan de castigo y hostigamiento, que sin pudor de ningún tipo, el gobierno ha implementado durante veinte años contra las universidades Nacionales y particularmente contra la UCV, con el propósito de doblegarlas o apoderarse manu militari de su conducción, con violación flagrante de la autonomía universitaria, consagrada constitucionalmente y de todo el ordenamiento jurídico que la desarrolla.
Lunes 09 de Septiembre del 2019 
Costasdelsolfm

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