El aún
presidente de la Asamblea Constituyente es buscado por narcotráfico en EEUU, y
Rusia ya ha dado su 'ok' a que sea uno de los sacrificados.
Cuando en la tarde de este martes, hora
estadounidense, John Bolton se plantó en la
escalinata de la Casa Blanca delante de los micrófonos no sólo sorprendió que
lo hiciera -es extremadamente inhabitual una comparecencia improvisada del
asesor de Donald Trump- sino lo que dijo.
El consejero de Seguridad Nacional de Trump se
refería a Mikael Moreno, Vladimir Padrino López y Rafael Hernández Dala, quienes quedaban señalados ante
el mundo como los caballos de Troya de la "operación
Libertad" en Venezuela.
La jugada parecía estancada porque
habían pasado ya ocho horas de que Juan Guaidó y Leopoldo López aparecieran rodeados de militares armados en la Base La
Carlota de Caracas anunciando el inicio del "fin de la usurpación"
del poder por parte de Nicolás Maduro. Y
Bolton echaba un órdago dejando al descubierto una gran parte de sus cartas
clave en Venezuela.
El preso político, liberado esa madrugada con la
colaboración del Sebin, se había retirado de la
circulación por su seguridad y para evitar servir como excusa de
enfrentamientos civiles. La represión había comenzado y las fuerzas
chavistas lanzaban gases lacrimógenos a los manifestantes. Una tanqueta llegó a
atropellar a varios de ellos en el centro de Caracas. López, "comprometido
con la salida pacífica", según Sergio Contreras -coordinador
de Voluntad Popular en España-buscó alojamiento en la Embajada de Chile, y lo
halló en la de España.
La iniciativa, audaz y arriesgada, no se había
lanzado de manera improvisada, pero sí se adelantó una jornada
respecto a lo previsto, según las fuentes consultadas. Esto obligó a
reaccionar con rapidez a las cancillerías de los países implicados en apoyo de
Guaidó y López: Colombia, Brasil y, por supuesto y sobre todo, Estados Unidos.
Leopoldo López y
Juan Guaidó en una conversación con un militar tras la liberación.
Y es que por detrás, la maniobra contaba con todo el apoyo necesario a nivel nacional e
internacional. Según fuentes conocedoras de la negociación
contactadas por EL ESPAÑOL, y a la espera de tener que hacerlo
públicamente, Vladimir Putin, había aceptado la salida
democrática. Tras negarse durante meses a la caída de su puntal en
Latinoamérica, el presidente ruso dio su brazo a torcer cuando obtuvo garantías del presidente encargado, Juan Guaidó,
de que Moscú cobrará la deuda que Caracas ha contraído con su mayor apoyo
internacional.
Putin era la pieza que faltaba hasta ese momento.
Porque desde enero -si no antes, claro- la oposición democrática
venezolana ya iba de la mano de la Administración estadounidense. Y,
de hecho, por mucho que sus declaraciones sean incendiarias calificando de
"golpe de Estado" la maniobra de Guaidó este 30 de abril, el propio
dictador Nicolás Maduro había aceptado finalmente el plan.
"Lo que dijo Bolton era cierto", explican
las citadas fuentes. Maduro había acordado con
Trump, Putin y Guaidó la salida a Cuba -ya tenía un avión
preparado, según fuentes militares venezolanas-, pero como puente hacia otro
exilio más "agradable", previo paso por Moscú. "Quizás República
Dominicana", explica esta fuente.
Cabello
se negó a caer
El caso es que la carta que quedaba sola en este
castillo de naipes era Diosdado Cabello,
actual presidente de la llamada Asamblea Nacional Constituyente (ANC). Este
artefacto convocado por Maduro para sustituir los poderes del Parlamento, cuya
mayoría cualificada es de la oposición desde las elecciones del 6 de diciembre
de 2015, es el órgano de fuerza de Cabello.
El número dos de
facto del régimen tiene una orden de busca y captura
internacional librada por la DEA, la agencia antidroga de EEUU. Y es
ya "una cuestión de honor" para Washington tener ese
"trofeo", explica Sergio Contreras. El
coordinador en España del partido político de López y Guaidó es un periodista
represaliado, torturado y ex preso político de Maduro. "Si cae Cabello, está hecho, todo se acaba",
concluye el periodista Francisco Poleo desde
Miami.
El director ejecutivo de El Nuevo País, uno de los pocos medios libres que
quedan en el país caribeño, explica que Diosdado Cabello se sabe la cabeza de
turco de toda esta operación. Y él aún controla a parte del
Ejército, como representante de los jefes militares en los círculos
de poder del régimen, en realidad, más que como su líder. Y negándose a caer,
se evitó que los demócratas lograran el control de todos los mandos del
Ejército, y se detuvo -quizás sólo temporalmente- la
"operación Libertad".
Acusado de operar como el líder del llamado "cártel de los Soles" -la
organización narcotraficante organizada alrededor del régimen chavista en
alianza con los reductos de las FARC y el ELN colombianos-, Washington lo
quiere preso. Y para él no se había diseñado una salida en la maniobra
impulsada este 30 de abril.
Donald Trump lo quiere preso, a Vladimir Putin no
le va nada en su destino y Juan Guaidó sí necesita un
líder caído para que su liderazgo efectivo no se inicie
deslegitimado. Es preciso darle al pueblo alguien que pague su desesperación
por la hiperinflación, la falta de alimentos y medicinas y la parálisis total
del país. "Hoy Venezuela es más que un Estado
fallido, es un Estado calamidad", explica Contreras a este
periódico. "Tras los colapsos eléctricos del mes pasado, no se ha
vuelto a reanudar la producción... no hay de nada".
Los papeles asignados
Otro de los líderes que tampoco tienen asidero
es Tareck El Aissami, hasta hace tres meses vicepresidente
y ahora ministro del Poder Popular. De origen libanés, se le considera el enlace del régimen chavista con Irán y el grupo terrorista chií
Hizbulah, que utiliza Venezuela como base de operaciones en el cono
sur americano. "A éste lo reclama Israel, es otra de las fichas que deben
caer y que se resiste a hacerlo", explica Poleo a EL ESPAÑOL.
La tarde de este miércoles puede ser clave. Las tres bazas
ganadoras de Bolton tienen un rol que jugar este 1 de mayo: Mikael Moreno,
presidente del Tribunal Supremo, ha convocado en día festivo una sesión
extraordinaria del pleno. ¿Para qué? El papel que le ha asignado Washington es
el de facilitar la caída de Cabello, declarando ilegítima la ANC.
En ese momento Vladimir Padrino, general de mayor rango del Ejército y ministro
de Defensa, "se vería empoderado legalmente"
para ordenar la detención de Cabello.
Entretando, Hernández Dala debe facilitar
desde el Sebin "la coordinación de los mandos de la Fuerza
Armada" para organizar la transición pacífica. "El problema es
que los sublevados están armados... tanto como los fieles a Cabello",
explica Contreras. "Y ningún venezolano con dos dedos de frente quiere
arriesgar un enfrentamiento entre militares o, peor, con civiles
implicados".
Contreras no lo pronuncia en sus términos
concretos, pero sí lo hace Poleo: "La guerra civil es una
posibilidad, es un peligro, porque los militares son sólo fieles a
sí mismos".
Es decir, a salvar su posición y su sueldo. "De la ley a la ley", pregonan los líderes
democráticos venezolanos como empeño de llevar la transición de modo pacífico.
Pero ese compromiso de Guaidó que, de un lado, está haciendo que se desarrolle
muy lentamente la "operación Libertad" tiene, de
otro lado también, un reverso tenebroso. Porque es precisamente esa
divisa la que están exigiendo los mandos militares para verse limpios cuando
cambie el régimen.. o por si no termina de cambiar.
1 mayo, 2019 17:24
Foto principal: Cabello, Maduro y Padrino López ante las cámaras de TV en rechazo de la "operación Libertad". Reuters
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