miércoles, 10 de octubre de 2018

Tlatelolco: 50 años de impunidad - José López Padrino



Hoy 2 de Octubre se cumple un aniversario más de la masacre de Tlatelolco. Nunca se supo el número preciso de los jóvenes masacrados. Tampoco el enjuiciamiento de los responsables intelectuales y materiales de esa terrible matanza.


La noche lluviosa del infausto miércoles dos de octubre de 1968, la Plaza de las Tres Culturas se cubrió de sangre y la muerte fue sembrada en Tlatelolco por los disparos arteros de militares y policías en contra de pacíficos manifestantes. A unos días de las Olimpiadas en México, el Presidente Gustavo Díaz Ordaz había dado la orden de acabar por la fuerza con el movimiento estudiantil. Esa tarde, batallones de soldados armados, acompañados con tanques y carros blindados, dispararon contra una multitud de estudiantes, trabajadores, profesores y vecinos de la zona que se habían congregado en la Plaza de las Tres Culturas, en la Ciudad de México, para escuchar el discurso de los líderes del Consejo Nacional de Huelga (CNH) órgano directriz del movimiento estudiantil que reclamaba mayores libertades democráticas, así como reformas al sistema educativo mexicano. El resultado: decenas de muertos, cientos de heridos y miles de detenidos.

La masacre comenzó casi finalizado el mitin, cuando elementos pertenecientes al Batallón Olimpia, una unidad militar encargado de la seguridad de las olimpiadas de 1968, atacaran a los oradores del CNH que estaban en un balcón del tercer piso del edificio Chihuahua y abrieran fuego en contra de quienes nos encontrábamos en la Plaza. Esta acción fue secundada por el avance, desde ambos lados de la Plaza, de soldados integrantes del Batallón de Fusileros Paracaidistas, elementos del Estado Mayor Presidencial y unidades blindadas quienes dispararon a mansalva en contra de los participantes, quienes corrimos en busca de protección en medio de la descargas de fusiles y ametralladoras.

Así terminó el gobierno con el movimiento del año 1968: respondiendo con sangre y fuego a las demandas de justicia y mayores libertades democráticas de los estudiantes. Hasta ahora no se sabe exactamente la cifra de las víctimas asesinadas en Tlatelolco: 32 fallecidos según el parte oficial, 325 según una muy objetiva investigación del periódico inglés “Manchester Guardian” y 650 según algunos defensores de los derechos humanos y testigos presenciales. Sin embargo, posteriormente, la estimación se ha establecido en 300 fallecidos, pero además hubo 6.000 detenidos, muchos de los cuales fueron encarcelados, sin juicio, o con procesos amañados y sin garantía alguna de defensa. El gobierno justificó sus actos acusando al movimiento estudiantil de terrorista, de ser parte de una conspiración "comunista" que atentaban en contra de la seguridad de la República; sin embargo la matanza en Tlatelolco marcó un antes y un después en la historia de México.

A pesar de los intentos del Estado para distorsionar los hechos y borrar los recuerdos, a fin de perpetuar el sistema político mexicano asesinando a la juventud, la memoria histórica se impuso y hoy todos saben que el gobierno autoritario del Partido Revolucionario Institucional (PRI), encabezado por Díaz Ordaz, nunca dialogó y en cambio, reprimió y masacró a los estudiantes.

Por más de 50 años el Estado mexicano se ha transformado en cómplice de estos crímenes al no sancionar judicialmente a los responsables. La Masacre de Tlatelolco fue una sangrienta represión en contra de miles de estudiantes que reclamaban mejoras en el sistema educacional y mayores libertades democráticas para el pueblo mexicano. 

La lucha contra la impunidad propia de los gobiernos fascistas y autoritarios, no es una batalla de un día, sino de todos los días. Volver a poner en primer plano a la memoria histórica y a la verdad, es "indispensable para construir una Patria más justa para todos".
Finalmente, mi reconocimiento a Tito Olivio Parra y a René Martínez, venezolanos, participantes de las luchas estudiantiles del 68 y compañeros de prisión durante nuestra reclusión en las celdas del servicio secreto mexicano.

José R. López Padrino M.D. Ph.D.

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