viernes, 6 de julio de 2018

Aprender del fútbol o cómo luchamos en tiempos de Maduro - Jonatan Alzuru Aponte



Tenía tiempo sin revisar las redes sociales. Me dediqué a leer opiniones de políticos, mujeres y hombres, que tienen roles de dirección en los partidos o movimientos de oposición. Mis preguntas para leer fueron: ¿Cómo analizan nuestras derrotas frente al gobierno? ¿Qué acciones populares o institucionales rescatan para replicarlas porque fueron exitosas? ¿Qué nueva táctica o estrategia proponen? ¿Cómo se configuran nuestros debates?


Lo idéntico en lo diverso que encontré fue lo siguiente:
1.- Cada quien cree que lo ha hecho bien y los aliados siempre lo han hecho mal. La responsabilidad es del otro.

2.- Cuando se refieren al aliado o a los aliados que lo han hecho mal, no es solo con un análisis de sus tácticas o estrategias erradas (tal asunto argumentativo es mínimo), sino que siempre están cargadas de críticas a la persona, su posición social, su ideología, su pasado o se le coloca en la acera de los traidores (esto siempre maximizado); pero sin mostrar por qué, cómo y la consecuencia de tal descripción en términos prácticos, para sus futuras decisiones.

2.- Lo obvio en el ámbito político de las declaraciones para la mayoría es lo nefasto y desastroso del gobierno de turno y el aliado que, para mal, siempre para mal, le ha tocado lidiar.  

3.- Son muy pocos los que plantean, abiertamente, deslindarse de los aliados; aunque lo realicen en la práctica. Parece obvio que solo con un frente amplio se podría salir del gobierno de Maduro o, por lo menos, así lo expresan.

Hice caso omiso de las opiniones de los diversos y opuestos actores sociales en las redes, mujeres y hombres, porque entiendo que somos quienes hemos padecido las tomas de decisiones tanto del gobierno como de la dirigencia de la oposición y la emotividad regula, normalmente, nuestras aproximaciones. Esto no lo expreso, por cierto, valga la digresión, desde la barrera, quien conoce mi historia personal y familiar, sabe los costos, como la de millones de venezolanos, que estoy padeciendo, desarraigado, social, económica y culturalmente; además, con la familia nuclear desestructurada. Fin del brevísimo excurso.

Esta forma de dirección política y de discusión pública no ha dado resultados positivos. Mientras peor ha sido el gobierno, más débil, más desarticulado y con menos capacidad de presión se ha transformado la oposición; dígase, de todos los que nos oponemos y, paradójicamente, teniendo la posibilidad, la oposición, de mayor apoyo internacional.
En tiempos de fútbol, quizás es bueno aprender de dicho juego, de técnicos y jugadores. Empezar a revisar, (pensadores, políticos, creadores de opinión pública) video en mano, los acontecimientos cuando se ha logrado debilitar al gobierno y qué generó que se desarticulará la presión, cómo fue aprovechada por parte de sus dirigentes para salir del atolladero; Qué no se debe hacer, qué se puede replicar, etc…

Aunque sea una vez en la vida, podrían analizar intentando verse a sí mismo, antes que ver al otro, para saber cómo jugar. Y en lo inmediato, tendría que plantearse, en términos estrictamente prácticos, qué acciones hacer para recuperar la legitimidad del liderazgo y cómo trabajar la organización, en red, desde las bases sociales.

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