Las luchas del movimiento estudiantil, son luchas
de principios, por reivindicaciones estudiantiles y sociales, por la justicia y
en contra de cualquier atropello, que cualquier gobierno, pasado, presente o
futuro, pretenda contra el pueblo. Es una lucha noble, siempre en desventaja,
para el colectivo, no salen a luchar por intereses particulares, ni haciendo
ningún cálculo político para sacar ventajas personales, para que los nombren en
algún cargo, para que les den nada a cambio; luchan, logran los objetivos y
regresan a las aulas de clases, a sus actividades de formación académica, a dar
la lucha por cubrir sus necesidades cotidianas, el pago de la residencia,
alimentación, libros, transporte, reproducir los materiales para preparar las
evaluaciones –hoy muy costosos-, ponerse al día con las clases pendientes y
seguir la ruta para poder graduarse y obtener un título universitario.
Desde luego, que el mayor peso y responsabilidad de
todo ese esfuerzo y sacrificio, recae en los hombros de los que asumen el rol
de dirigentes estudiantiles. Es una lucha que se debate, entre miedos
demasiados profundos y esperanzas demasiado grandes. En ese ambiente y circunstancias,
conocí a Villca Fernández, recuerdo la primera vez que lo vi en una de mis
clases en la Escuela de Ciencias Políticas, creo que era a la primera clase que
asistía en lo que sería su vida universitaria; un joven callado, tímido, quizás
un poco solitario, pero que a los pocos meses y al lado de dirigentes más
experimentados como Nixon Moreno y el Movimiento 13, comenzaba a despuntar como
una figura del movimiento estudiantil de la Facultad y luego de la ULA. (Años
después fundaría LIBERACIÓN23).
Su osadía y valentía, muy pronto lo convirtieron en
un líder universitario de reconocimiento nacional. Y por supuesto, en objetivo
político del gobierno militarista y hampón de Maduro. Y quienes lo acompañamos
en su campaña como candidato a diputado la AN, fuimos testigos, como sectores
de la misma oposición trataron de destruir su imagen por razones mezquinas,
llamándolo entre otras cosas, “auto perseguido”, de desconocer su trayectoria
de luchador incansable por la democracia y la libertad. El 31 de enero de este
año, Villca cumplió un año como preso de conciencia, como preso político,
simplemente por tener la valentía de levantar su voz de protesta contra las
injusticias, por pensar distinto, pues no hay ninguna acusación o delito alguno
para mantenerlo preso.
Un año injustamente tras los barrotes de “la
tumba”, secuestrado por el SEBIN, en condiciones de reclusión inhumanas; y así
como hay presos emblemáticos para el país, como Leopoldo López, Daniel
Ceballos, Antonio Ledezma, John Goicochea, Baduel, entre otros; para Mérida y
para la Universidad de Los Andes, Villca Fernández, es nuestro preso político
emblemático.
Que Dios te bendiga
#LibertadParaVillca.
Posted by Jorge Villet Salas
Fecha: febrero 07, 2017
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