Hace
unos días, en vísperas de la navidad, me encontré con el amigo y colega Luis
Madueño, uno de los politólogos profesores mejor formados y destacados de la
escuela de Ciencias Políticas de la ULA; como suele suceder cuando nos vemos, y
siendo Madueño un observador y analista acucioso y agudo, nos sentamos a
compartir un café y conversar sobre la situación política del país. Después de
dar un repaso a los últimos acontecimientos políticos, incluida las denuncias
hechas por Henrique Capriles, nos acercamos al tema de la “ética y la
responsabilidad en la política”. Recordamos e hicimos referencias a la lectura
de la obra de Max Weber, específicamente al libro: “LA CIENCIA COMO PROFESION. LA
POLITICA COMO PROFESION”, que convine en releer para alertar sobre la necesidad
de asumir la política con responsabilidad, principalmente por quienes ocupan la
dirección y conducción política de la oposición partidista agrupada en la MUD.
Se trata de exigirles responsabilidad a quienes asumen “la política como
profesión”.
De las ideas planteadas por Weber en este trabajo, apuntan a que
siempre ha existido una falsificación muy usual, de que la ética representa un
papel extremadamente penoso desde el punto de vista moral. Y nos explica, que
sucede cuando el vencedor de la guerra, aspira indignamente haber tenido la
razón y expresa que ha triunfado, por lo tanto tenía razón. O cuando los
vencidos de una guerra, se dedican a buscar al “culpable”, en vez de asumir una
actitud sobria, viril y decir al enemigo: “hemos perdido la guerra, vosotros
habéis ganado. Esto ya está terminado; hablemos ahora sobre qué consecuencias
hay que sacar respecto a los intereses reales que estaban en juego y, esto es
lo más importante, de cara a la responsabilidad ante el futuro, que incumbe
sobre todo al vencedor”. Para Weber, todo lo demás es indigno y se pagará por
ello. Y esas posiciones son tomadas, producto de esa voluntad clerical de
querer tener siempre la razón.
Cuando se debe reconocer la realidad con
dignidad, sobre todo, y nunca con una “ética” que signifique, en verdad una
falta de dignidad por ambas partes. Si hay algo que sea “indigno” es esto, y
esto es la consecuencia de ese modo de utilización de la “ética” como
instrumento para “tener la razón”. Weber
se plantea algunas interrogantes, para intentar explicar si existe una acción
ética para toda actuación. ¿Cuál es la verdadera relación entre ética y
política? ¿No tiene nada que ver una con la otra, como se ha dicho a veces? ¿Si
para la acción política vale la “misma” ética que para cualquier otra acción?.
Y plantea que debemos tener claro, que toda acción que se oriente éticamente
puede estar bajo dos máximas que son radicalmente distintas y que están en una
contraposición irresoluble: una acción puede estar guiada por “la ética de las
convicciones de conciencia” o “por la ética de la responsabilidad”.
No hay comentarios:
Publicar un comentario