jueves, 31 de marzo de 2016

La urgencia del ahora - Elvia Maritza Alvarado de Fonseca



Son más la cosas que nos unen, los valores de nuestras propias vidas, un sentido de patriotismo y de orgullo, un amor profundo por la familia; Una pasión por nuestros hijos y un compromiso con su educación. Ese es el motivo por el que creo que nuestros nietos mirarán atrás, a este período, como un retroceso; solo como un capítulo en una historia más larga sobre Venezuela. Pero no podemos y no debemos pasar por alto las diferencias reales que existen entre nosotros, sobre cómo pretendemos organizamos, cómo organizar nuestro gobierno, nuestra economía y nuestra sociedad.


 Afortunadamente ya tan solo unos pocos pretenden un partido único, un pensamiento único; Ese que vienen intentando imponer hace años. Otros preferimos tener una democracia de múltiples partidos. Unos creen en un modelo económico socialista; otros creemos en el libre mercado. Los socialistas creen en dar los derechos al estado. Nosotros creemos en los derechos individuales, así lo afirmamos. El gobierno saliente ha despilfarrado los grandes ingresos del país en una larga quimera liberticida, socialista, militarista, corrupta y que ha destrozado instituciones democráticas, ha puesto en estado de crisis la economía, la salud, la seguridad personal y ha generado una crisis humanitaria. ¡Esta injusticia debe cesar!. Estamos convencidos que cada persona es igual ante la ley, así como cada niño merece ser tratado con dignidad, tener educación, salud y una sana alimentación.

 Todos merecemos tener un hogar. Creemos en la propiedad como pilar del desarrollo, estamos conscientes de que los ciudadanos deberían ser libres para expresar sus ideas sin miedo, libres para organizarse y criticar a su gobierno, protestar pacíficamente, y sin detenciones arbitrarias de parte del gobierno para las personas que ejercen sus derechos, mucho menos castigos con prácticas que desconocen los derechos naturales de la condición de ser humano. ¿Por qué analizar esto ahora?, porque la urgencia del ahora se impone.


 Sería desastroso para la nación pasar por alto la urgencia del momento y subestimar la determinación de las personas. El seis de diciembre del año dos mil quince se inició una nueva etapa para el cambio, que no va a detenerse hasta lograr que se generen las condiciones necesarias para la justicia, la paz y la prosperidad en Venezuela. Quienes pensaron que en el mes de diciembre pasado hubo un espacio para que la sociedad venezolana aliviara la presión, tienen otra realidad ante sus ojos. No habrá paz ni tranquilidad hasta que tengamos garantizados nuestros derechos, hasta que tengamos el brillo de una nueva democracia saludable con instituciones que respeten el Estado de Derecho. Las circunstancias están dadas para que Venezuela de un gran paso hacia adelante, ese gran paso será dado en la medida en que tengamos conciencia de nosotros mismos como país y en la medida en que acudamos a nuestra historia para saber de dónde venimos y decidamos hacia donde nos proyectaremos. No digo que sea fácil, hay problemas enormes en nuestra sociedad. Pero la democracia es la forma de cambiarlos y somos nosotros quienes debemos decidir cómo hacerlo.

Al igual que todos los países, necesitamos el espacio que la democracia nos da para cambiar. Ésta da a los individuos la capacidad de ser catalizadores para que la sociedad piense en nuevas maneras de reconstruir la sociedad y hacerla mejor para el desarrollo de la vida sostenible. Somos venezolanos, no se trata solo de política, se trata de la familia venezolana: el recuerdo de una casa que se ha perdido, el deseo de reconstruir un lazo roto, la esperanza de un futuro mejor, la esperanza del regreso y la reconciliación. Esta afirmación es fundamental para aceptar que no podemos lograr un cambio si caminamos por las rutas del odio y de la violencia. No debemos permitir que nuestra lucha caiga en la violencia física. Debemos hacernos oír, sentir y atender sin violencia pero con determinación. Nuestra vocación de lucha es clara, es noble y es civilizada. Los venezolanos ya asumimos que estamos unidos en nuestro destino, ya todos nos reconocemos como víctimas de la mala gestión del gobierno y que vamos a caminar la senda del bien común. Todos somos responsables del cambio, ya todos sentimos la urgencia del ahora. 


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