En estos años de gestión gubernamental encabezada por Maduro el país ha perdido más del 95% de sus ingresos en divisas. Aunque las sanciones han exacerbado la crisis, la caída tiene su origen en los malos manejos y la profunda corrupción. En el año 2014 el precio del barril de petróleo promediaba US$ 89, no había sanciones y allí comenzó el ciclo recesivo de Venezuela, describiendo un desastre macroeconómico histórico.
Por primera vez en un siglo, no hay plataformas en
busca de yacimientos petrolíferos en Venezuela. Los pozos que alguna vez
explotaron las mayores reservas de crudo del mundo están abandonados o los
dejan para que emitan gases tóxicos que arrojan un brillo anaranjado sobre las
otrora ciudades petroleras. Las refinerías que alguna vez procesaron petróleo
de exportación son cascos oxidados, que gotean crudo que ennegrece las costas y
recubre el agua con un brillo aceitoso.
El colosal sector
petrolero de Venezuela, que dio forma al país y al mercado energético
internacional durante un siglo, se ha detenido casi por completo, con la
producción reducida a un lagrimeo debido a los años de mala gestión y las
sanciones estadounidenses. El colapso deja una economía destruida y un ambiente
devastado, declarando el fin a la era de Venezuela como potencia energética. Se
espera que el país que hace una década era el mayor productor de América
Latina, que ganaba alrededor de 90.000 millones de dólares al año por las
exportaciones de petróleo, obtenga alrededor de 2.500 millones de dólares para
fines de este 2021, menos que la cantidad total de remesas que los migrantes
venezolanos que huyeron de la devastación económica del país enviaran a casa
para mantener a sus familias.
Sin perforación,
sin empresas de servicios y sin dinero. Es muy difícil mantener incluso los
niveles actuales de producción. Si la situación política en el país no cambia,
podría llegar a cero. El declive ha disminuido más allá de lo reconocible en un
país que hace apenas una década rivalizada con otros países en influencia
regional. También han desmoronado una cultura nacional definida por el petróleo,
una fuente de efectivo que alguna vez pareció
interminable y que financio obras públicas monumentales y sobornos
generalizados, becas generosas y llamativos viajes de compras a Miami. Esa
renta se acabó, obviamente el manejo de la misma en el pasado excluyo a una
cantidad importante de ciudadanos que no fueron
receptores de la distribución de la renta, grupo que fue seducido
fácilmente por un discurso populista.
La paralizante escasez
de gasolina ha provocado un estallido de decenas de protestas en la mayoría de
los estados venezolanos. En la capital, Caracas, los envíos periódicos de
combustible desde Irán, pagado con las reservas de oro que quedan en el país proporcionaron
una apariencia de normalidad. Pero en el campo, los residentes han desafiado el
confinamiento de la pandemia para bloquear carreteras y enfrentarse a la
policía y a la guardia nacional bolivariana, en medio de sus desesperadas
demandas por el mínimo de combustible que necesitan para sobrevivir. En todas
las ciudades petroleras de Venezuela, el crudo negro que alguna vez proporciono
empleos y movilidad social ahora envenena los medios de subsistencia de los
residentes.
En las poblaciones a orillas del Lago de
Maracaibo, que alguna vez fueron el centro de producción de los fecundos campos
petroleros de la región, el crudo que se filtra de los pozos y oleoductos
submarinos abandonados, recubre los cangrejos que la ex trabajadores petroleros
sacan del lago con las manos ennegrecidas. Cuando llueve, el petróleo que se ha
rezumado en el sistema de alcantarillado sale a través de los sumideros y
desagües, corre con el agua de lluvia por las calles, embadurna las casas y
llena el pueblo con su hedor gaseoso. La desolación marca el rápido declive de
unos pueblos que hace apenas una década era unas de las localidades más ricas
de Venezuela. Durante los años de auge, PDVSA, la compañía petrolera estatal,
colmo de beneficios a los residentes de estos pueblos petroleros, con programas
de comida gratuita, campamentos de verano y juguetes navideños. También
construyo hospitales y escuelas.
Ahora, las decenas de miles de trabajadores de la empresa
en quiebra se han visto obligados a desmantelar las instalaciones petroleras en
busca de chatarra y vender sus característicos overoles, con el logotipo de la
empresa, para llegar a fin de mes. De exportadores de petróleo y sus derivados,
el país se ha convertido en un vendedor
de chatarra industrial de todo tipo. La nación es una gran deshuesadora.
El fin del papel central del petróleo en la economía de Venezuela es un
retroceso traumático para una nación que, en muchos sentidos, definió lo que
era un petroestado. La destrucción de la industria petrolera y por ende de la
renta se inició con el fallecido, magnificada por Maduro. La gestión de Ramírez
con la anuencia de Chávez, desmantelo el
proceso de internacionalización de la empresa, rematando inversiones en el
extranjero sin procesos licitatorios transparentes. La oscuridad arropo todas
estas ventas, acumulándose riquezas en manos individuales, contribuyendo a la destrucción
total de la industria petrolera. Funcionario que ahora vive como jeque
petrolero, sin contar con linaje para ello. Títulos adquiridos a puro robo y
saqueo de la empresa.
Juan Pablo Pérez Alfonzo, en su momento advirtió que la
repentina riqueza petrolera era peligrosa: podría conducir a un endeudamiento excesivo
y la destrucción de industrias tradicionales. Desafortunadamente la industria
petrolera en manos de estos delincuentes cumplió con el pronostico del
ministro. Prometieron una industria al servicio de los pobres y la
transformaron en una productora miseria. Se apoderaron de la renta petrolera
para impulsar su radical programa de desarrollo, despidieron a 20.000
profesionales del petróleo, nacionalizaron los activos petroleros de propiedad
extranjera y permitio que sus aliados saquearan los ingresos del crudo. Y en
este momento observamos las consecuencias de esas decisiones y concesiones: la
renta reducida a la nada.
22 de Enero del 2022
https://comunicacioncontinua.com/acabaron-con-la-renta/
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