miércoles, 17 de abril de 2019

Luis Salamanca y Guillermo Tell Aveledo opinan sobre la crisis política y la oposición venezolana

Desde que Juan Guaidó asumió la encargaduría de la presidencia de Venezuela su liderazgo ha estado respaldado por un movimiento social que lejos de desinflarse sigue vivo.

La voluntad popular de cambio debe trascender la protesta y convertirse en una organización política de masas a juicio del politólogo Luis Salamanca.
“Lo importante es que Guaidó se ha dado cuenta de que tiene que construir, sobre el impacto emocional inicial, algo más sólido, más organizado. Tiene la posibilidad de construir un nuevo partido de masas a largo plazo, generar una nueva corriente política”, explica.
El analista insiste en que los venezolanos necesitan un gran partido que unifique el archipiélago opositor: “La voluntad política del venezolano está muy dividida en decenas de partidos y personalidades. Es necesario que esa voluntad pueda canalizarse a través de una gran organización”.
En su opinión, la reacción masiva que ha caracterizado la gira de Juan Guaidó por seis estados del país “refleja un país que está hambriento de un cambio político democrático” y “echa por tierra la idea de que el movimiento fracasó o se desinfló”.
“Hay que preparar a ese movimiento social para que esto se mantenga en el tiempo y la gente pueda aportar al cambio político su propio esfuerzo más allá de asistir a las manifestaciones con un trabajo de difusión, de estímulo a otros venezolanos, de rodar el mensaje, de incorporar a cada vez más gente”, expone.
Expectativas
Salamanca considera que la ruta de la transición debe ser planteada sin generar una expectativa de inminencia. “Guaidó se dio cuenta e introdujo algunos ajustes, ahora está introduciendo una perspectiva más procesal que inmediatista. A diferencia del mes de enero o febrero, cuando la gente esperaba que el cambio se produciría por acciones extraordinarias, ahora está entendiendo que el cambio hay que trabajarlo más”, argumenta.
Para que ocurra un cambio hacia la democratización deben combinarse cuatro factores: la presión social y la acción del sector militar, del movimiento político y social.
Recuerda que una vez que el dictador Marcos Pérez Jiménez huye del país (1958), se instala una junta militar de gobierno que luego se ve forzada a incluir a civiles por la presión inmediata de la sociedad civil y política.
“Hay que vencer la resistencia del régimen de Nicolás Maduro para que negocie su salida y se puedan convocar elecciones libres. Se debe forzar la negociación”, afirma.




Guillermo Tell Aveledo: Sin fuerza propia, las maniobras de la oposición son limitadas


Juan Guaidó tiene respaldo popular y logró cohesionar las facciones de oposición entorno a su ruta de transición. Pero sin la construcción de una fuerza propia sus maniobras son limitadas, explica el doctor en ciencias políticas Guillermo Tell Aveledo.
“Las maniobras son limitadas porque no tiene un margen de poder propio, depende de acciones de otros, de voluntades de terceros. No hay poder coercitivo que pueda imponer en Venezuela”, responde aludiendo a dos factores determinantes para la transición: la intervención militar extranjera o el quiebre en la Fuerza Armada Nacional Bolivariana.
No obstante destaca como ventajas de la coalición opositora la unidad y la legitimidad popular. “Ningún otro actor favorable a esa coalición actuaría de un modo u otro sin la venia de Guaidó, quien cuenta con gran legitimidad y apoyo popular”, afirma.
Para lograr influir en los militares, Aveledo considera necesario “resemantizar” (asignar un nuevo valor) la ruta de transición y plantear un escenario parecido al gomecismo sin el dictador Juan Vicente Gómez, “lo que implica deponer la idea del todo o nada”.
“En todo lo que pase en Venezuela tiene que participar la Fuerza Armada Nacional sea porque es derrotada o porque es copartícipe del cambio. Entonces quizás la ruta sea combinar el cese de la usurpación con el Gobierno de transición incluyendo parte del status quo, algo parecido al gomecismo sin Gómez”, expone.
En 1936, Eleazar López Contreras, quien había sido Ministro de la Defensa de Gómez, asumió la presidencia de la República tras la muerte del dictador y durante su Gobierno introdujo cambios en las políticas públicas que moderaron el autoritarismo. Estos cambios fueron provocados por las protestas ciudadanas, destaca Aveledo.
Hasta ahora, el discurso opositor ha buscado que el cese de la usurpación sea similar a la del 23 de enero de 1958, cuando un alzamiento militar obligó al dictador Marcos Pérez Jiménez a huir del país. No al azar el líder opositor, Juan Guaidó, se juramentó como presidente encargado de Venezuela el 23 de enero pasado.
“Lo que ha ocurrido en la historia es que muchos de esos personeros han salido del poder por razones naturales o porque quedan en una suerte de interinato, como ocurrió en el caso chileno. Son procesos traumáticos que sirven de apertura hacia la democratización, no es una cosa que se declara de la noche a la mañana”, subraya el profesor universitario.
En Chile, el dictador Augusto Pinochet permaneció como comandante en jefe del Ejército durante la transición.
“Hay que tratar de comprender a la Fanb y asignarle un rol más allá de ser garantes del orden público” en la ruta de transición de oposición, subraya Aveledo.

Intensificar la protesta

El politólogo considera necesario intensificar la protesta. “Creo que lo está haciendo bien (Juan Guaidó) al no agotar todas las posibilidades, pero llegará el momento en el que será necesario ponerle el pedal a eso para que genere perturbaciones que presionen porque el sentido de la protesta es incomodar al poder. No me refiero a la violencia sino a niveles importantes de organización”, expresa.
En su opinión, un paro nacional como maniobra “sería inútil en un país con una economía paralizada”.
China y Rusia
Para Guillermo Tell Aveledo, China, Rusia y Estados Unidos deben ser partícipes en el proceso de cambio en Venezuela.
“En los 80 y 90 la Unión Soviética estaba en retroceso, no podía imponer una línea, ahora tienes a China y a Rusia como potencias que tienen intereses materiales muy concretos (en Venezuela) y sería iluso pensar que Estados Unidos no debe estar involucrado también”, concluye.
Foto: elnuevopais.net

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