Los nuevos salarios con bono de alimentación
para los efectivos van desde 17,1 millones para un sargento segundo hasta 90
millones para general de división, según detalla un documento filtrado por
fuentes militares. Los ajustes salariales oscilan entre 2455 % y 2989 %,
respecto a enero.
Caracas.
El aspaviento del Gobierno por liquidar el descontento en los cuarteles cobra
vigor. En medio de la hiperinflación y la crisis institucional que desborda las
bajas en la Fuerza Armada Nacional Bolivariana (FANB), el gobierno de Nicolás
Maduro desliza su carta más recurrente, pero esta vez sobre el tablero
castrense: un nuevo aumento de salario. Se trata de una estrategia con la que,
probablemente, el mandatario espera disipar cualquier “plan de conspiración”,
como lo denunció recientemente en una alocución en la que exigió al sector
redoblar la guardia frente a un posible conflicto detonado por Colombia.
El ajuste
de los tabuladores que, a decir verdad, fue oficializado el 15 de junio,
incluye a la tropa profesional, oficiales de comando, asimilados y
técnicos. Los nuevos salarios con bono de alimentación oscilan entre
17,1 millones de bolívares para un sargento segundo, y superan los 72 millones
para un sargento supervisor, con dos años de antigüedad y más de 20 en
formación, según detalla un documento filtrado por fuentes militares.
Un
sargento mayor de segunda, con cuatro años de antigüedad, devengará, grosso
modo, 50,4 millones de bolívares, lo cual se traduce en un incremento de
2455 % si se compara con la remuneración que tenía en enero de 1,9 millones.
Mientras un general de división, que ostenta uno de los grados más altos de la
institución, tendrá un ingreso mensual mayor a los 91,8 millones de bolívares,
un aumento de 2485 % con respecto al primer mes de 2018.
En Venezuela se estima que existen
165.000 efectivos militares y 25.000 en reserva, fuera de los integrantes de la
milicia, un componente que infla la cifra a 489.497 funcionarios, según el
Presupuesto Nacional 2017.
El ajuste
ocurre en un contexto de crisis económica generalizada que embiste a todos los
sectores del país, con un cuadro vertiginoso de hiperinflación del que no escapan los militares. De acuerdo con cálculos de la
Asamblea Nacional, en los últimos 12 meses la tasa de variación de precios fue
de 24.571 %, una cifra gruesa que resume una economía en ruinas.
Solo en
mayo la canasta
alimentaria aumentó 83,7 % y alcanzó los
72,7 millones de bolívares, según el reporte mensual del Centro de
Documentación y Análisis para los Trabajadores (Cenda). Frente a ello, el
Gobierno responde con una estrategia de aumento, que luce limitada. Hoy casi
todos los bienes superan el millón de bolívares y este año Nicolás Maduro ha
oficializado cuatro incrementos de salario que, en lugar de producir calma y
seguridad, inquietan a la población.
Para el
analista militar y catedrático de la Universidad Simón Bolívar, Luis Alberto
Buttó, los incrementos están al margen de la Constitución, que establece el
costo de la canasta básica como punto de partida para los ajustes. Si se
coteja con otros sectores, añade el también doctor en Historia, el incremento
anunciado para el sector castrense abre una brecha odiosa con respecto a los
médicos, maestros, enfermeras y profesionales de Protección Civil. A juicio de
Buttó, el Gobierno desliza su desprecio hacia otros gremios importantes.
“Para entender el aumento podría considerarse una fórmula matemática. Si
multiplicas nada por N te va a dar igual: nada. En un contexto de
hiperinflación, donde los precios crecen de manera exponencial todos los días,
no hay aumento que pueda responder a la necesidad”, matiza el experto en seguridad y
defensa.
El hambre,
que desprofesionaliza a la FANB, se interna en los cuarteles y desata la huida de
militares. Quienes hacen el trámite de la baja son, en su mayoría,
sargentos y oficiales de menor grado que huyen de la peor crisis que asedia a
la institución.
En enero
de este año, el caudal de solicitudes era tal, que algunos militares dormían en
los predios de la sede de Seguros Horizonte en la Torre La Primera, en Chacao,
para ser los primeros en la fila y solicitar la solvencia de la financiadora de
Primas Horizonte.
La crisis
económica que permea a la FANB se torna contradictoria en un contexto nacional
en el que los militares ejercen un rol estelar en el cuadro Ejecutivo.
En 12
meses los gastos básicos en alimentación, según el Cenda, subieron 9660 %,
mientras que el salario entre mayo 2018 y mayo 2017 tuvo una variación de
1149 %.
“No hay ningún sector de la sociedad que pueda atender de manera digna,
decorosa, satisfactoria sus necesidades elementales de alimentación, transporte,
salud y recreación”, insiste
Buttó. Sin embargo, en el país, un asalariado apenas cobrará 10 % de lo que
recibirá un sargento mayor de segunda, cuyo sueldo supera los 50 millones con
el último aumento.
En torno a los oficiales de comando, destacados en diferentes áreas, el
aumento es notable. Un teniente con dos años de antigüedad cobrará 33,3
millones de bolívares, lo cual representa 2989 % de aumento si se compara con
los 1,08 millones que recibía en enero. De acuerdo con el tabulador de la FANB,
en enero un capitán con cuatro años en ejercicio percibía 1,8 millones de
bolívares, con el ajuste de junio los ingresos para este rango quedaron en 53,1
millones, lo que indica 2716 % de incremento.
En el caso de un mayor, cuyo ingreso será de 63 millones, el alza de sus
ingresos es de 2659 %. En la tropa profesional, el sueldo más bajo será el
equivalente a 5 salarios de 3 millones de bolívares, sin incluir el bono de
alimentación. En esa categoría, un sargento de segunda, con dos años de formación,
devengará 20,7 millones, lo que es igual a decir 2620 % de incremento; mientras
un sargento mayor de tercera cobrará hasta 40,5 millones, 2492 % de alza.
Los
beneficios otorgados al sector militar, coinciden con el ajuste general
anunciado por el Jefe de Estado este miércoles cuando el mínimo pasó de 1
millón de bolívares a 3 millones y el bono de alimentación subió de 1,5 millones
de bolívares a 2,19 millones de bolívares.
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