Hemos
dicho que construir escenarios en política, nos sirven para ayudarnos a reducir
la complejidad que supone el tener que estar decidiendo permanentemente sobre
cuál debería ser nuestra posición en cada opción que se presenta o ante cada
enfrentamiento político y social. Es decir, dónde estamos frente a la realidad
y hacia dónde vamos o deberíamos de ir.
Los
escenarios son como “mapas”, que nos permiten orientarnos en política, nos
ofrecen criterios más o menos razonados sobre como evaluar lo que ocurre y
poder descifrar lo que pudiera suceder. Para hacer un ejercicio sobre los
posibles escenarios políticos que tenemos en el país, podríamos decir, que en
el contexto y de parte de la oposición democrática, tenemos un gran malestar,
desorientación, fragmentación y división; donde prevalecen muy bajos índices de
confianza y credibilidad, sin haber podido lograr una candidatura única que construyera
un discurso de inclusión y esperanza para las grandes mayorías, que
entusiasmara a la gente a participar masivamente en el proceso electoral
presidencial.
Una
oposición partidista que ha contribuido a desvalorizar el voto como instrumento
de los ciudadanos para el cambio político pacifico. Esto nos ha colocado frente
a una realidad política, donde nos encontramos con unos candidatos
presidenciales inscritos ante el CNE, en una especie de acuerdo entre el
Gobierno y 3 partidos políticos nacionales (MAS, COPEI, AP), que no representan
a la amplia y plural oposición democrática del país. El Gobierno, en su
estrategia de “obligar” a la participación y competencia del resto de los
partidos de oposición la ha convertido en una “megaelección”, buscando darle
legitimidad a ese proceso. A esto se agrega, que los candidatos inscritos hayan
tenido cercanos vínculos con el partido de gobierno PSUV, el proceso
revolucionario o el comandante-presidente Hugo Chávez Frías. Así la situación
planteada, nos encontramos ante una gran mayoría opositora alineada en la
abstención electoral y una minoría en la participación, aún sin las condiciones
necesarias para unas elecciones competitivas y democráticas.
Estos
3 partidos nacionales, que asumieron la inscripción como candidato presidencial
de Henri Falcón, y que pretenden imponerse como la nueva conducción
político-partidista, han actuado con la misma exclusión y sectarismo político
que la MUD, para la integración y conformación de las planchas a los Consejos
Legislativos y Concejos Municipales, convirtiéndola en una nueva “rapiña”
partidista de los cargos políticos de elección popular, desmotivando aún más,
el esfuerzo organizativo de la estructura electoral. No han entendido, que de
lo que se trata es de reconstruir el espacio político, y que la oposición
partidista pudiera presentarse con una unidad de criterio, organizada con una
estrategia clara de lucha democrática, donde se impongan los intereses
generales del país, por encima de los intereses partidistas, de grupos o
personales.
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